El oso andino u oso de anteojos, es una especie en vía de extinción por la presión antrópica, es decir, las actividades económicas que generan impactos negativos sobre las coberturas vegetales naturales del suelo, alterando así los ecosistemas originales y los servicios que éstos prestan.
Este plantígrado, -como se conoce a los individuos que apoyan en el suelo toda la planta de los pies y de las manos al caminar-, es único en Suramérica, es una “especie paisaje”, es decir, su presencia permite la conservación de la estructura del ecosistema, contribuyendo a modo de “sombrilla” para la subsistencia de diferentes grupos biológicos, según explica Pablo Aguirre, Secretario de Ambiente y Desarrollo Sostenible del departamento de Nariño.
Interacción negativa
El oso de anteojos pesa en promedio 180 kilogramos, es omnívoro e incluye en su dieta peces, insectos, huevos, plantas; y de acuerdo con Katherine Fiero, médica veterinaria especialista en fauna silvestre de la Corporación Autónoma Regional de Nariño (CORPONARIÑO), debido a la disminución de su corredor biológico donde consigue su alimento, se ve obligado a bajar a zonas pobladas y cazar, presentándose una interacción negativa con esta especie.
En Nariño existen dos corredores biológicos, el que viene desde el Putumayo y el Pie de Monte Costero que recorren hasta la cordillera, abarcando municipios como Policarpa, Cumbitara, Buesaco, Pasto e Ipiales, donde han reportado avistamiento y conflicto negativo con los humanos por el ataque al ganado.
Uno de estos casos es el de los hermanos Álvaro y Henry Josa Botina, habitantes del corregimiento de Cabrera a escasos 10 kilómetros de Pasto, quienes con resignación cuentan cómo su yegua y varios terneros de vecinos, fueron devorados por un oso que baja del páramo en dos patas y cada vez está más cerca de los hogares campesinos. Ellos reclaman que se les pague la yegua que servía de sustento a su hogar y se lleven el oso a otro lugar, sin embargo señalan que nunca han pensado en atentar contra el animal.
La profesional de la Subdirección de conocimiento y evaluación ambiental de Corponariño, Ángela María Burgos explicó que “El oso siempre ha habitado el corredor andino y por ello debemos aprender a convivir con esta especie y comprender que atentar contra cualquier especie de fauna silvestre, es atentar contra el territorio”.
Salvemos al oso
Existen varios programas con este propósito desde Corponariño, la Secretaría de Ambiente y desarrollo Sostenible de Nariño, la Universidad Nacional y las ONG que buscan la protección del oso andino mediante la vigilancia, seguimiento, sensibilización con las comunidades y mejoramiento de sistemas productivos e investigación.
Una de las iniciativas es de un colectivo de ciencia ciudadana denominada ‘Carnívoro Andino’ que promueve la conservación el oso de anteojos, y otras especies como el zorro andino, el águila real de montaña y el puma. Lucero Estefanía Legarda, es bióloga de la Universidad de Nariño y mediante el colectivo lidera las acciones de protección de estas cuatro especies, que se financian con la venta de artesanías y manualidades.
La esperanza del emblemático oso andino y de las demás especies silvestres en Nariño, está en que las comunidades desarrollen un sentido de protección sobre la fauna y flora de su territorio, y que de la mano de los entes territoriales, busquen establecer áreas para convertirlas en reservas naturales.