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Campesinos del Atlántico crean santuario para la tortuga palmera

Este reptil endémico de Colombia que solo habita en el Caribe está en peligro de extinción.
José David Oquendo

Burrusco es un corregimiento de Palmar de Varela, municipio de la banda oriental del departamento del Atlántico, en el que los campesinos llevan a cabo una destacable labor que busca preservar el medio ambiente y una especie endémica que enfrenta peligro crítico de extinción.

Burrusco se ubica a media hora, aproximadamente, del casco urbano de Palmar de Varela; es el hogar de unas 250 familias dedicadas a labores campesinas como la pesca y el cultivo. Ahora, otra de las características del lugar es que se ha constituido en epicentro del proyecto que se propone aumentar la población de la Mesoclemmys dahli, que es el nombre científico de la tortuga palmera.

Angelo Bolívar, biólogo que asesora a los campesinos en cuanto a conservación de especies, asegura que todo empezó hace 15 años cuando de los rumores se pasó a la evidencia de que, a pesar del deterioro medioambiental, la tortuga palmera continuaba en la zona. “Hacía rato nadie la había avistado. Yo la estaba rastreando en otras partes de la región, pero aquí fue que la encontré. Fue un hallazgo emocionante porque no teníamos reportes tangibles, solo estimaciones. Por eso empezamos a concientizar para, luego, emprender acciones de protección”, afirma el experto.

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Los análisis posteriores –añade- mostraron que la población era muy reducida por factores como la degradación del bosque seco tropical y de las fuentes de agua, además de la endogamia fruto del cruce entre individuos emparentados que resultaba en crías de poca variedad genética y, por ende, con pocas probabilidades de prosperar.

Para llegar a estas conclusiones fue fundamental el apoyo de Humberto Villalobos, quien hace 25 años trabaja para preservar el bosque seco tropical y desde hace 15 puso el foco sobre la tortuga palmera. En sus recorridos pudo descubrir que las tortugas llegan por el río Magdalena hasta Burrusco atraídas por la espesa vegetación y los jagüeyes que usan para ocultarse entre enero y junio, cuando llega su época de apareamiento.

Sobre el largo periodo sin evidencia de avistamiento, el biólogo Angelo Bolívar explica que tiene relación con el comportamiento esquivo que asume la tortuga palmera cuando siente cambios drásticos en el ecosistema, una actitud que abandona al percibir que las condiciones vuelven a ser favorables.

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Humberto Villalobos, quien además es directivo de la Federación Gremial de Pescadores Artesanales Agroambientales del Caribe Colombiano (Fedeagrocarcol), asegura que las tortugas se distribuyen en varios puntos del corregimiento y en cada uno los números van de entre 5 y hasta 9 individuos. En esto han sido clave las 40 campesinas que hacen parte de la asociación de mujeres de Burrusco que han dado una mano importante en este trabajo, además de los jóvenes y niños que se forman en el colegio agropecuario de la población.

Hasta entonces el apoyo de las autoridades había sido nulo, pero recientemente el Ministerio de Ambiente seleccionó el proyecto de recuperación de la tortuga palmera como modelo para otras organizaciones ambientales. La meta es que entre enero y febrero viajen por todo el Caribe enseñando cómo proteger especies como la tortuga palmera, la tortuga de río y el manatí.

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