Siempre es el opresor el que determina la forma de lucha. Si el opresor utiliza la violencia, el oprimido no tendrá otra opción que responder con violencia. Esta es una de las máximas que develan el pensamiento de Nelson Mandela, un surafricano que, en el presente representa las resistencias contra toda forma de dominación racial y social.
Sudáfrica es un país situado en el suroriente del continente africano. Tiene recursos apetecidos, como los diamantes, el uranio, el oro, el platino. Vivió una colonización atípica: fue ocupado por neerlandeses (hacia 1644) e ingleses (hacia 1797) que no tuvieron buenas relaciones entre sí, pero quisieron apartarse de sus metrópolis de origen para dirigir su nación de adopción.
Como contraparte, el país tenía una gran población bantú que resistió y luchó contra la colonización. Frente a esta mayoría, los blancos decidieron crear un sistema de leyes que restringieron los derechos de indios, coloured o mestizos, y negros. Estos últimos constituyen el 80% de la población surafricana.
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En 1948, el gobierno blanco instituyó el régimen del apartheid, que significó relegación, separación. El estatuto social estuvo fijado en función de la raza. Prohibiciones de todas clases, negación de derechos civiles y políticos, interdicción de matrimonios interraciales, restricciones de movilidad y confiscación de tierras, entre otras.
Es ahí donde aparece Nelson Mandela (1918-2013), quien será el líder de la lucha antirracista. Nacido en una familia acomodada, estudió derecho y se especializó en Londres. Trabajó en su profesión dedicándose a los casos de injusticia racial, y en 1943 se integró al ANC (Congreso Nacional Africano) organización política en lucha por una democracia real, donde él, cristiano anticomunista y defensor del pacifismo como Gandhi en la India, convivió y discutió vivamente con el Partido Comunista Surafricano que estaba constituido prioritariamente por trabajadores blancos. Aunque Mandela respetó aquella ideología, mantuvo algunas distancias.
En el contexto mundial que se vivió en los años sesenta, en Suráfrica se desató una lucha incesante contra el apartheid. Levantamientos populares, huelgas y sabotajes en los que Mandela mismo participó. Fueron tiempos de lucha y acción directa. En 1960 se dio la masacre de 60 personas a raíz de una manifestación en Shaperville.
En 1962, Mandela que había realizado una gira por los países de África, fue detenido y condenado a cadena perpetua. Estuvo 27 años encarcelado en condiciones muy duras, prácticamente incomunicado, autorizado apenas a recibir una visita y una carta cada seis meses. Además, fue obligado a trabajos forzados en canteras.
Allí, Mandela les demostró a sus captores y a sus compañeros de infortunio su templanza, su resistencia. Creó en la cárcel una escuela donde se leía y discutía toda suerte de literatura.
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En 1976 ocurrió el gran levantamiento y la represión de Soweto, uno de los hechos que mayor trascendencia tuvo a nivel internacional. Solo a partir de entonces, la Organización de Naciones Unidas condenó el apartheid como un crimen de lesa humanidad y decretó sanciones económicas contra el gobierno surafricano, llegando al embargo de armas en1977.
Poco a poco Sudáfrica empezó a verse cada vez más aislada. Llegaba la hora de democratizarse. Por Mandela seguía preso, viviendo una gran transformación, que lo llevó de considerar el paso de la lucha directa al pacifismo.
Fredrick de Klerk, presidente en 1989, libera a Mandela, quien ya era bastante conocido por sus manifiestos. De Klerk decide la abolición del apartheid, promulga una nueva Constitución que reconoce el sufragio universal. Y en las elecciones presidenciales Nelson Mandela se erige como el primer presidente negro del país. Es el presidente del diálogo y la reconciliación que quiere una nación pluriétnica, una nación del “arcoíris”, donde se superen las desigualdades En 1993 él y De Klerk recibieron el premio Nobel de paz.
Mandela no quiso repetir mandato debido a su edad y de sus dolencias, secuelas del cautiverio. Se dedicó al final de su vida a apoyar asociaciones de lucha contra el Sida, contra la pobreza, rodeado de la admiración mundial. El testimonio de su vida y su lucha, lo plasmó en el libro titulado ‘Un largo camino hacia la libertad’.