Con tan solo 0.44 km², el Vaticano es el estado independiente más pequeño del mundo. Aunque tiene menos de mil habitantes, su importancia para los creyentes abarca todo el planeta; al tiempo que sus riquezas en arte y bienes inmobiliarios son enormes. Así mismo, cuenta con empresas, una estación de radio, y con el banco Vaticano, fundado por el papa Pío XII y llamado “Instituto para las Obras de la Religión”. Está ubicado en Roma, Italia. Es uno de los lugares más visitados del mundo, icono del catolicismo pues aloja la Santa Sede.
La historia del Estado Vaticano tuvo un recorrido tortuoso. La unidad italiana, tan anhelada por Nicolás Maquiavelo (1469 - 1527) se logró finalmente en 1870, luego de un periodo de guerras sostenidas a lo largo del siglo XIX, que terminaron cercando los territorios conocidos como Estados Pontificios y asimilandose a una república liberal que ponía ya no a Dios, sino a la Nación por encima de cualquier factor de unidad.
Luego de la caída del Imperio romano (año 476), el poder que logró construir la Iglesia llevó a que esta alcanzara una injerencia sobre vastas zonas de Europa, especialmente en Italia, en donde se definieron los Estados Pontificios, que variaron en función de las incesantes guerras, hasta que se consolidaron en el año 756. Roma hacía parte de dichos estados y fue gobernada por el propio papa desde aquel entonces y hasta 1870, cuando, con la unificación italiana, perdió la autoridad territorial y, en consecuencia, su poder político.
A partir de ese momento, el papa debió permanecer en el pequeño territorio del Vaticano, ubicado dentro de la ciudad de Roma y compuesto principalmente algunos palacios y basílicas como la de San Pedro que empezó a construirse en 1506 o la Capilla Sixtina, famosa por los maravillosos frescos que en 1542 pintó el techo Miguel Ángel.
En 1929 Benito Mussolini firmó con el cardenal Pietro Gasparri, quien actuó en representación del Papa Pío XI, el Tratado de Latran, que reconoció la independencia y soberanía del Estado Vaticano. Este acto no dejaba de ser paradójico pues el fascismo proclamaba una postura anticlerical, tanto más porque reivindicaba la fuerza y la virilidad de la antigua Roma. No obstante, Mussolini asumió que un proyecto político de las dimensiones que pretendía alcanzar requería poner de su lado a una de las instituciones que tenía mayor influencia social, la Iglesia.
Con el Tratado se creó el Estado de la ciudad del Vaticano. Desde entonces es una monarquía absoluta, con el Papa a su cabeza, elegido por mínimo con dos tercios de los votos del cónclave de jerarcas de la Iglesia, y vitalicio (con la excepción de Benedicto XVI, quien renunció). Es un Estado que tiene vocería y representación diplomática internacional.
Para Italia, el Tratado de Latran trajo otras transformaciones, definidas a partir de un concordato que abrió paso a la intervención de la Iglesia en distintos campos como la educación. En el Estado Vaticano el latín sigue siendo una lengua de comunicación cotidiana y frecuentemente, el papa se dirige a los fieles desde este lugar.