Por: Germán Rey. Defensor del Oyente
No todos los procesos de paz en el mundo han acordado un grupo de emisoras de radio para la reconciliación. Pero si ha habido experiencias nefastas y trágicas de lo contrario. Hace unos meses, después de 26 años de fuga, fue capturado en las afueras de París, el buscado empresario africano Félicien Kabuga, acusado de participar en el genocidio de Ruanda a través de los argumentos de odio promovidos por su emisora de radio RTLM.
En Colombia ocurre todo lo contrario. El acuerdo entre el Estado y la guerrilla de las FARC definió la creación de 20 emisoras de FM, de interés público, en las zonas más afectadas por el conflicto, asignadas a RTVC, “con el objetivo de hacer pedagogía de los contenidos e informar sobre los avances de la implementación del Acuerdo Final”.
Conocí una de las dos primeras, la de Chaparral. Pude comprobar las relaciones que la emisora estaba construyendo con la comunidad, la participación de los diferentes actores sociales dentro de una propuesta plural, la conformación de un equipo joven comprometido con el desafío y la importancia que empezaba a tener en el tejido público del territorio.
Convención es denominado puerta de entrada al Catatumbo. Una buena parte del municipio hace parte de la zona selvática y su terreno se extiende hasta la frontera con Venezuela donde se asientan comunidades indígenas Barí.
Una de las reuniones más emocionantes ocurrió en el estudio de la emisora. Allí, sentados junto a micrófonos y aparatos electrónicos, estaban los integrantes del equipo. A mi lado un excombatiente que nos dijo que en el pasado “llevaba a la espalda los transmisores de su emisora guerrillera” y al frente, una joven comunicadora cuya familia había sufrido las terribles consecuencias de la guerra.
Entendí, entonces, que esta emisora, era no solo una oportunidad para informar mejor, o para poner en movimiento una cultura que nos interpreté más profundamente, sino también una posibilidad de encuentro y de auténtica reconciliación.
Ahora tenemos la excelente noticia de tres nuevas emisoras que se agregan a Chaparral e Ituango, incorporando a Fonseca en la Guajira, Convención en el Catatumbo y San Jacinto en Bolívar. Se va conformando un mapa de medios públicos que demostrarán que la comunicación es una dimensión fundamental de la convivencia y que el sentido de una nación está en el reconocimiento y la participación efectiva de cada uno de los habitantes de sus regiones. Las que en el pasado fueron zonas del conflicto, ahora tienen radios para la paz.
San Jacinto (Bolívar) en la región de los Montes de María, uno de los territorios más afectados por la violencia, tiene ahora un estudio descentralizado de Radio Nacional de Colombia.
No es una tarea fácil. Como lo estamos comprobando los colombianos y colombianas, la paz es un proceso que se construye en medio de dificultades, un proyecto que se debe convertir en un propósito común, pluralista y democrático.
Escuché con mucha atención hace unos días, las presentaciones de los integrantes de las emisoras durante su reciente capacitación, promovida por RTVC y la Radio Nacional de Colombia. En sus aspiraciones y sus sueños encontré buena parte de las características que debe tener la radio pública, como medio de convergencia activa de todos los ciudadanos, sin discriminaciones.
En buen momento estos jóvenes entienden la responsabilidad de las emisoras en la construcción de agendas públicas, teniendo en cuenta las dinámicas de los territorios, la interculturalidad y la necesidad de formar ciudadanía. Saben que una radio pública debe contar historias, ir más allá de los lugares comunes, recuperar las memorias de la gente y caminar dialogando y escuchando con atención las necesidades de sus comunidades.
Radio Nacional de Colombia ahora tiene frecuencia en Fonseca (La Guajira), le damos la bienvenida a 92.2 F.M en el Caribe colombiano.
Estoy seguro que estas emisoras contribuirán a que tengamos un país mejor, a que la equidad se expanda entre todos y la convivencia eche raíces aún más firmes.