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Las marchas cocaleras: 28 años de un hecho que marcó la historia de Colombia

Estas movilizaciones atrajeron a miles de personas procedentes de diversas regiones del país, con el objetivo de obtener un beneficio económico con el cultivo de la hoja de coca.
A 28 años de las marchas cocaleras
Foto: Comisión de la verdad
María Paula Pardo H

En su investigación ´La tierra no basta, colonización, baldíos, conflicto y organizaciones sociales en el Caquetá´, el Centro Nacional de Memoria Histórica plantea que la colonización, la política agraria de adjudicación de baldíos, las organizaciones sociales y el conflicto armado han sido ejes determinantes de la configuración territorial y social en el departamento del Caquetá. 

Durante la década de 1990 “el Caquetá fue uno de los centros de la política antidrogas en el país, lo que se tradujo en fumigaciones, restricciones a la movilidad, capturas y combates en las zonas rurales del departamento. El rechazo a esta política se manifestó en las marchas cocaleras que en el año 1996 sacudieron el sur de Colombia”, explica el estudio del CNMH. 


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Estas movilizaciones se dan en el marco de un nuevo proceso de colonización en marcha que entre 1980 y el 2000 atrajo a miles de personas procedentes de diversas regiones del país, con el objetivo de obtener un beneficio económico con el cultivo de la hoja de coca. 

En su artículo académico ´Las marchas de los cocaleros del departamento de Caquetá, Colombia: contradicciones políticas y obstáculos a la emancipación socia´, los investigadores Juan Guillermo Ferro y Graciela Uribe explican que las marchas cocaleras de 1996 que se extendieron por los departamentos de Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo, coinciden con la expansión y crecimiento de las otroras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en el país y en particular en el Caquetá, en una dinámica del conflicto armado que adquiere dimensiones que tienden a ser cada vez más conflictivas, con efectos muy serios sobre la migración, las organizaciones sociales y la economía del departamento. 

En la actualidad, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, las organizaciones sociales en el departamento cumplen un papel muy importante a través de funciones de regulación de la vida cotidiana, con normas de convivencia que permiten la tranquilidad en territorios a los que no llegan jueces ni fiscales, o de bienestar a partir del aprovechamiento de los bienes disponibles. 

“Hoy en día Caquetá es visto como un territorio estratégico para la construcción de la paz buscada en el Acuerdo Final conseguido en La Habana. Sin embargo, para comprender la dinámica actual de esta región es preciso examinar cómo se relacionan el proceso de configuración territorial, el mercado de tierras y los usos del suelo en un departamento con procesos migratorios continuos y en el que aún no se ha logrado una estabilización de la frontera agraria”, finalmente resalta el CNMH en el estudio La tierra no basta, colonización, baldíos, conflicto y organizaciones sociales en el Caquetá´.

Los llanos orientales también fueron escenario de estas marchas en Colombia

No cabe duda de que los cultivos de uso ilícito en Colombia han sido el principal combustible para los narcotraficantes y los grupos armados a través de la historia de este país. Departamentos como el Meta, no fue ajeno a las denominadas marchas cocaleras en los años 90. 

Según la Comisión de la Verdad, estas marchas que llegaron hasta el Guaviare, iniciaron en Mapiripán, Puerto Alvira, Vistahermosa y la Trocha Ganadera, todos territorios en el Meta. Fueron varios los factores que desencadenaron estas manifestaciones del campesinado de ese entonces. 

La Comisión de la Verdad también dio a conocer que hubo acuerdos a los que se llegó entre organizaciones campesinas y el Estado colombiano, pero todas se incumplieron, entre ellas la no fumigación de los predios menores a las tres hectáreas sembradas con coca, así como la sustitución de estos cultivos por otros de uso lícito.

Del Meta hasta el Guaviare, las marchas cocaleras se tomaron la región

Así como otras regiones del país, el departamento del Guaviare también se vio inmerso en estas manifestaciones que reunieron a los campesinos y habitantes de la zona rural del departamento en las que mostraron su descontento con la expedición del decreto 0717 del 18 de abril de 1996, con el cual se expidió el Decreto 0871 del 19 de mayo de 1996, creando la Zona Especial de Orden Público compuesta por los departamentos del Guaviare, Vaupés, Meta, Vichada y Caquetá, así mismo una de las principales razones de estas movilizaciones, fueron las fumigaciones con Glifosato, Imazapir y Theburitiurom que afectan la biodiversidad amazónica de este territorio.

“En el 96 salimos a las marchas por las fumigaciones, porque a nosotros cuando nos fumigaron, no ve que nos acabaron el pasto, por encima de la casa, usted miraba en el patio y se hacía una espuma como dos palmas de alto de ese glifosato, fue cuando se nos dañó toda la comida, nos dañaron las matas de plátano, esa yuca. Como al mes, usted pasaba por el cultivo que tenía yo y eso olía a feo, a picho, eso se pudrió toda la comida y ahí fue cuando de vuelta volvimos a las manifestaciones, entonces ya era para que no siguieran fumigando a las otras veredas o para que dejaran progresar y no acabaran con toda la agricultura, entonces ya dijeron que nos daban un subsidio y nos pagaban los daños, pero eso no se cumplió nada.” Afirmó Francisco Otalora, campesino del departamento del Guaviare. 

Tras estas marchas algunas de las propuestas de los manifestantes en esta zona del país eran la sustitución del cultivo de la coca con la participación y organización comunitaria, realizar inversiones para la dotación de la infraestructura productiva, comercial, vial y de transporte, además de créditos e incentivos para la producción agropecuaria y la ampliación de la cobertura de salud y educación, construcción de vías y de acueductos para el departamento del Guaviare.

Departamentos amazónicos como el Putumayo también participaron de estas manifestaciones.
Finalizando la década de los años 70 llegó la coca al departamento del Putumayo, provenientes del departamento del Cauca, por eso se conocía como “La Caucana”. El estado de abandono estatal en que siempre ha vivido el Putumayo, se convirtió en un fertilizante para la coca, que, a la velocidad de la luz, se regó por todo el territorio que, junto con centenares de familias del cauca y Nariño, llegaron a cultivar coca. Pocos años después llegó la guerrilla de las Farc, implantando su régimen de control absoluto en todas las poblaciones de lo que se conoce como el Medio Putumayo.

En el año 1995, iniciaron las primeras fumigaciones indiscriminadas con Glifosato, acabando con todo, cultivos de pan coger, ganados, bosques e incluso viviendas, esto provocó que los campesinos se tomaran la batería de la Hormiga (Unos tanques inmensos llenos de crudo de petróleo) que los manifestantes amenazaron con volar, quizá sin saber que sería un acto suicida, porque esa acción acabaría con todo el poblado que tomaba una fuerza comercial sin precedentes.

El ministro del Interior para ese entonces, Horacio Serpa Uribe, (q.e.p.d) llego a la Hormiga, a negociar con los campesinos y como siempre se firmó un acta que nunca se cumplió y esto generó que la guerrilla ordenara un paro armado, el más grande que registra la historia del Putumayo y se conoce como las marchas cocaleras del 96. Después de más de dos meses de paro se firmaron los acuerdos de Orito, del que algunos puntos se han cumplido a medias y otros aún no.
 

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