A pesar de que la coca y el conflicto armado la alejaron de sus seis hijos, Flor Alba Quevedo Triviño nunca perdió la esperanza de volver a unir a su familia.
Flor es una líder empedernida que dejó el municipio de Cubarral, Meta, por la presencia de grupos armados ilegales y llegó a Guaviare con la intención de descansar y no seguir liderando juntas ni asociaciones.
Cuando llegó a este departamento encontró una realidad que la inquietó. En enero del 2016, cuando Flor se mudó al corregimiento de Charras Boquerón, ubicado al suroriente colombiano, no pudo negarse a su pasión de liderazgo y tres meses después de haber llegado, en abril del mismo año, ya era presidenta de una Junta de Acción Comunal.
Su pasión y su entrega por el trabajo comunitario la llevaron a preocuparte y a encargarse de un apoyo completo al territorio. Esto sumado que presenció que solo había tres mujeres en 45 fincas y varios hombres solos. Fue así como tuvo la inquietud de encontrar la razón.
“En todas las veredas se encuentra uno personas así: que las mujeres no están, o están en el pueblo, porque algunas se fueron por el tema de la violencia. En ese momento había coca y se acabó. Hubo la erradicación, y cada uno hizo esa desintegración familiar”, expresó Flor.
“Me puse en la tarea de investigar y encontré lo siguiente: el motivo del abandono del territorio, por parte de las mujeres de esa vereda, obedecía a que cada núcleo familiar tenía un cultivo de coca, tanto el esposo, como la esposa y su economía no estaba unificada; pero cuando se acabó, ellas (las mujeres) empezaron a abandonar el pueblo y a buscar trabajo en lo que les saliera”, relata sobre las vivencias que encontró en estos espacios.
Además, Flor detalla que, inicialmente, la población creía que sin coca no podía seguir adelante: “yo sin coca no puedo vivir y ahora me voy a morir de hambre, me lo acabaron, el Gobierno no cumplió… renegando todo”, decían.
Pero ella siempre tuvo la respuesta para su comunidad: “empecé a decirles: vengan, sembremos, cultivemos, compremos pollo para criarlos, sembremos yuca, plátanos, enfoquémonos en eso". Y es que actualmente, esta mujer tiene en su finca: cerdos, pollos y ganado.
Su trabajo no terminó ahí. Actualmente, esta mujer campesina, esposa y madre de seis hijos es presidenta de Coomfasol, una cooperativa que transforma vidas.
La Cooperativa Multiactiva de Familias Campesinas Solidarias del Guaviare, donde Flor Quevedo trabaja, tiene una labor más allá de lo económico: a través de sus iniciativas agropecuarias volvió a unir a su familia.
Flor lidera desde el ejemplo, pues ella anima a sus vecinos a creer en otras alternativas económicas y dejar definitivamente los cultivos de coca.
Con la llegada del Acuerdo de Paz llegan programas y beneficios que Flor ha sabido aprovechar a nivel personal y ha animado a su comunidad a participar.
“Siendo presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda Manglares, en 2017, llegó a su región el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS), donde la mayoría de los productores o de cultivadores participaron”, cuenta Flor.
Pero a la par de ese programa también llegó otro: Pasos Colombia, que convocó a las mujeres titulares PNIS.
Te puede interesar:
En este proceso capacitaron 340 mujeres solo en San José del Guaviare, se capacitaron sobre: producción, comercialización, infraestructura colectiva y asociatividad; esto les permitió poco a poco ser parte de los mercados campesinos que se realizan frecuentemente en la capital de Guaviare.
Es así, como nació Coomfasol. Su objetivo en plena pandemia fue la comercialización, lograron transformar algunos productos y se enfocaron en trabajar con las huertas amazónicas y con una bio-fábrica de abonos naturales.
Con su vida, Flor demuestra y guía a los demás para construir paz día a día. “Soy una convencida de que todos los días se puede aportar a la paz”, es uno de los lemas de esta reconocida líder en Guaviare que quiere seguir transformando el territorio e impulsar a los campesinos y llevarlos a vivir una vida digna.