‘Mariposario Amazónico’, arte y reconocimiento para la población LGTBIQ+ en Caquetá
Un grupo de jóvenes vio la necesidad de promover procesos mediados por el arte y las expresiones culturales, que aportaran al cuidado de la vida de la población LGBTIQ+.
El Mariposario Amazónico, como bien se enuncia en su cuenta de Instagram, es una iniciativa ciudadana de promoción y protección de los derechos humanos de personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, que nació en Florencia (Caquetá) en 2021, con el ánimo de promover el reconocimiento de la población LGTBIQ+ (Lesbianas, gays, transgéneros, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y el resto de identidades y orientaciones).
La idea surgió de un grupo de cerca de 8 jóvenes, que desde los afectos y la coincidencia política, vio la necesidad de promover procesos mediados por el arte y las expresiones culturales, que aportaran al cuidado de la vida de esta población que ha estado atravesada por diferentes tipos de violencias y estereotipos que la sitúan en condiciones de vulnerabilidad y marginalización.
Entre las personas que gestaron el Mariposario Amazónico se encuentran Fabián Mancilla y Diana Samaniego. Él, nacido en Caquetá, diseñador de modas, con un diplomado en derechos humanos, mujer y género. Ella, oriunda de Bogotá, pero “atrapada por la manigua” -como dicen de quienes se amañan en la Amazonía-, politóloga y magíster en estudios de género.
Entre sus diferencias, ambos se enuncian como “maricas”. Lo anterior, con el fin de hacer política la reivindicación y subversión de esta palabra utilizada por lo general como insulto para atacar o ridiculizar las orientaciones sexuales o identidades de género contra hegemónicas. En el mismo sentido, el nombre ‘Mariposario Amazónico’, es parte de su apuesta colectiva y disruptiva desde el lenguaje. “Tras bambalinas en el pre de lo que fue el mariposario, encontrábamos y reconocíamos unas palabras y dijimos: tomemos eso que tanto nos ha hecho daño en algún momento y reivindiquémoslo”, explica Diana.
Según Fabián, en medio de la planeación de los espacios del Mariposario, la idea empezó a crecer al evidenciar las necesidades que existen alrededor del tema a nivel territorial, “entonces pensamos en que había que darle una sostenibilidad, más allá de la agenda programática, ver cómo esto puede seguir cambiando nuestras vidas, las maneras de interrelacionarnos y también la forma de llegar a más personas”, destaca.
En este sentido y con el apoyo de organismos de cooperación internacional y alianzas con instituciones públicas del municipio de Florencia, durante 15 días del mes de junio del 2021, por primera vez en la ciudad la población LGTBIQ+ se tomó espacios para desarrollar acciones alrededor del género, la reconciliación social y lo comunitario. En esas dos semanas se realizaron murales en lugares estratégicos, muestras de cine rosa, obras de teatro, talleres en derechos humanos, diálogos, desfiles, bailes, entre otras formas para el encuentro en comunidad y para dejar mensajes claros de no violencia y discriminación.
Auditorios, salones, y en especial las calles fueron los escenarios dispuestos. Con el fin de tener una apuesta vinculante, la iniciativa llegó hasta sitios como el centro penitenciario y carcelario las Heliconias, de Florencia, para trabajar con la población diversa que se encuentra recluida.
Así mismo, se desarrollaron actividades en la vereda Agua Bonita, en el municipio de La Montañita, antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de excombatientes de las Farc, donde junto a niños, niñas y personas firmantes del acuerdo de paz, pintaron murales y dialogaron sobre diversidad.
Tanto Diana como Fabián cuentan que la primera versión del Mariposario marcó un hito en Florencia, incluso desde su apuesta comunicativa, que generó gran expectativa a través de redes sociales y de medios de comunicación. “Sobre todo pudimos ver y expresar que era posible tomarnos esos espacios como la calle, donde a veces somos o hemos sido víctimas de violencias”, reconoce Diana.
Las intervenciones artísticas, los espacios de conversación, los temas de los talleres, las calles recorridas y cada una de las actividades fueron pensadas de forma estratégica.
“Quienes asistieron eran en su mayoría, personas LGTBIQ+ o familiares de estas personas y eso también fue muy bonito. Hubo comentarios como: mi mamá nunca había venido a acompañarme a estas cosas. O Ella sabía, pero no se atrevía a venir a verme”, relata Fabián.
En la misma línea, señaló que el encuentro entre padres, madres y familiares de personas sexualmente diversas, generó nuevas sensibilidades y aspectos positivos para la experiencia; así como también lo fue el hecho de captar las miradas y la atención del resto de la población en las calles. “Fue disrumpir un poco esta cultura caqueteña que es bastante hegemónica y machista”, señala.
Para este año, el Mariposario se proyecta seguir generando espacios de cuidado, apoyo, confianza y resguardo ante las situaciones de violencia; apostándole también al trabajo de incidencia, al fortalecimiento de las subjetividades políticas y a exigirle a las instituciones encargadas a comprometerse cada vez más con los asuntos LGTBIQ+. “Queremos promover espacios seguros para que otros sigan gestando ideas y continúen reproduciéndose estos jardines de libertades para todos y todas”, insistió Fabián.
Diana cuenta que, a diferencia del año anterior, esta vez la conmemoración se va a realizar en eventos ocasionales entre la mitad de junio e inicios del mes de julio, con el propósito de darle espacio a las otras expresiones que por esta época suceden en la ciudad, como son las Fiestas de San Pedro.
Desde la organización del Mariposario se adelanta una campaña de recolección de fondos para realizar esta segunda versión. Todas las personas que deseen, pueden participar mediante la información dispuesta en sus redes sociales.
Así mismo, avanzan en el acopio de ropa, elementos de aseo o maquillaje para personas LGTBIQ+ que se encuentran privadas de su libertad.
“Justo en esta diversidad de experiencias de vida, el punto de encuentro es nombrarnos desde la maricada. Desde la maricada es pensar cómo nos vemos, cómo sentimos, a quiénes amamos, cómo nos pensamos el amor, cómo nos pensamos las relaciones entre nosotres y con los otros”, asegura Diana Samaniego.
De acuerdo con la dirección territorial Caquetá – Huila de la Unidad para las Víctimas, se registran 222 víctimas del conflicto pertenecientes a la población LGTBIQ+, 146 de Caquetá y 76 del Huila.