La pesca con arpón en la laguna la paya, es una actividad que ha perdurado a través de las generaciones, en el cual, las familias de la comunidad indígena kichwa, han garantizado su alimentación de manera sustentable.
La laguna la Paya, conocido localmente como la cocha, se encuentra ubicado en el resguardo indígena kichwa de la Apaya, sobre la ribera del río Putumayo. La comunidad cuenta con una población de 200 habitantes, quienes son practicantes de la medicina tradicional del yage y la chicha de yuca, en pleno corazón del Parque Nacional Natural La Paya, área protegida que tomo su nombre en el proceso de creación el 24 de agosto del año 1984.
El humedal de la paya, cuenta con una extensión aproximado de 3.000 hectáreas de extensión, un lugar lleno de misticismo y colores, donde las aves y los caimanes negros y el tigre de agua se ponen cita para explorar sus profundidades. Existe una gran variedad de recursos faunísticos, de todo los tamaños, formas y colores, son alrededor de 341 especies de aves, 220 especies de peces, 148 especies de reptiles, 129 especies de mamíferos y 24 especies de anfibios.
Para los comuneros del resguardo, la cocha, es su hogar, por eso la protegen. La navegan cada mañana en sus canoas de manera silenciosa en búsqueda de algún Bocachico (Prochilodus magdalenae), sábalo (Prochilodus lineatus) o tukunare (Cichla ocellaris) peces que seleccionados en la dieta diaria de la Apaya. “Para nosotros la laguna representa una fuente de vida, pues prácticamente donde conseguimos todo lo que es la parte de la pesca y la cacería, para nosotros, es una madre, porque todos nos sostenemos de esta laguna” señala Tiberio Machacury, habitante de la paya, quien desde niño aprendió el arte de la pesca con arpón.
El oficio de pescar
Históricamente, la crianza de los hombres y mujeres kichwas, ha sido la de recolectores y cazadores, pues han caminado grandes geografías en búsqueda del mejor lugar para conseguir sus alimentos y recursos necesarios para vivir. En este caminar, conocieron los arcos, la cerbatana y el arpón, conocido localmente como “chuzo” este último, es quien sigue siendo unos de los instrumentos más utilizados por la comunidad para las faenas de pesca en las cochas. “El arpón es de un hierro, mayormente se utiliza de puntilla de tres o cuatro pulgadas, lo primero, porque el hierro es un material resistente para el pescado grande. Para hacer el arpón, se lo maja con martillo hasta que quede la forma de gancho y con lima se lo pule, después se le anexa un trozo de madera y un balso, nosotros el decimos izana, para que flote en el agua y queda listo para la pesca” comentó
Desde muy niños, los habitantes de la paya empiezan a adentrarse en el mundo de la pesca, todo el proceso de transmisión se da, cuando los niños acompañan a sus padres a las jornadas de pesca, normalmente en horas de la mañana. “Siempre me ha gustado la pesca y la cacería, no hay como los alimentos frescos. Desde niño anduve por los charcos, nos juntábamos con los demás niños y competíamos quien sacara más pescados. Cuenta, Luis Guamán, mientras tomaba su taza de chica de yuca.
Sabiduría ancestral para conservar
Con el pasar de los años, las artes de pesca han cambiado, hoy podemos encontrar, redes y chinchorros de grandes tamaños que van arrasando de manera indiscriminada lo que encuentre por su paso.
Rafael, relata que: “Hace muchos años, pescadores de Leguizamo y de comunidades cercanas, se metían a la laguna a pescar alevinos de arawana (Osteoglossum bicirrhosum) en las noches, llegaban desde Leguizamo, y, a escondías ingresaban con grandes redes, pescaban las arawana que estaban con sus huevos y alevinos en su boca. Al mirar que ya ellas se saltaban las redes, empezaron a utilizar las escopetas como una forma más fácil de capturarlas para venderlos, en ese tiempo compraban a 3.000 pesos cada alevino y, una arawana podía tener hasta 100 alevinos en su boca”
El resguardo la paya ha trabajado incansablemente para proteger ese legado que le dejaron sus antepasados, pues han estado solos en esta misión, sin un apoyo efectivo de las instituciones encargadas de la conservación. La presencia de diversos actores armados y los cultivos de uso ilícito ha sido los promotores para que la laguna este cada día más frágil. Sin embargo, con la sabiduría de los pocos abuelos, los últimos que quedan, la comunidad está dando la lucha por conservar y mantener la laguna. A esto se le suma los protectores naturales como la anaconda, y, el caimán negro.
“Hace un tiempo, una autoridad de ver que estaban acabando los peces y que entraba mucha gente a la laguna, tomo la medicina y escondió todos los pescados. Dice que lo dejó un espacio sagrado que le llaman la cocha brava, en este lugar es donde se encuentran todas las especies. Nadie ha podido ingresar... Allá, en ese lugar existe todas las especies como la charapa, tigres negros y los grandes caimanes” relata Rafael, sorprendido de los poderes que tenían los ancianos en su momento.
Los cuidadores han establecido una tregua con su laguna, decidieron hacer un uso responsable de sus recursos, quienes, a través de sus arpones, deciden que comer en su día a día. Son selectivos a la hora de pescar, siendo conscientes que, con todos los cambios ambientales, y las acciones negativas del ser humano, este gran humedal esta propenso a desaparecer, pues desde ya, sus espejos de agua se han minimizado en un gran porcentaje, debido a una especie de pasto invasor.