El 4 de septiembre de 2022 la vida tranquila, amorosa y dulce que llevaba Paula* al lado de su amado esposo cambió abruptamente. Esa noche, mientras la pareja se alistaba para descansar, un repentino paro cardiaco acabó con la vida de Felipe*. Desde entonces, el abrazo diario, las buenas noches que solían darse, y el beso tierno cambiaron por un mar de pensamientos, sentimientos y emociones que Paula nunca había experimentado.
Sin esperarlo, la joven esposa tuvo que enfrentarse- por primera vez de forma muy cercana- a un duelo, un proceso natural, según explican los expertos, que surge como respuesta ante una pérdida, una ausencia, una muerte, un abandono que afecta al ser humano en los niveles físico, psicológico, cognitivo, emocional, conductual y existencial.
“Este es un momento que todos experimentamos en algún momento de la vida: al nacer, perdemos el calor del vientre de mamá; al ir a la escuela, tenemos que dejar la casa; cuando tenemos que emigrar, cuando se rompe una relación amorosa, y por supuesto, cuando un ser querido muere. La forma de transitarlo depende de diversos factores como las circunstancias cómo se presentó el evento, la cercanía y vínculo con la persona, la personalidad del doliente, entre otros”, explica Charo Ponce, tanatóloga clínica de formación en AMTAC, la Asociación Mexicana de Tanatología AC.
De acuerdo con Beatriz Elena Estrada, psicóloga de duelo, autora del libro ‘Una luz para mi duelo’, es importante entender que este es un proceso que no tiene fecha de caducidad, que no es lineal, que puede ser un proceso largo y doloroso, especialmente cuando se trata del fallecimiento de un ser querido.
“Estamos en una cultura que evade completamente la muerte, y como evade la muerte, evade el duelo. Del duelo y de la muerte no hablamos, no nos informamos, no tenemos conocimiento, y en el momento en que nos llega es cuando empezamos a aprender, lo que lo hace un proceso muy difícil”, indica.
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Las formas en que el duelo se manifiesta son diversas, pueden ser emocionales, físicas, cognitivas y conductuales. Según la psicóloga Patricia Quintero Londoño: “en las emocionales se pueden experimentar tristeza profunda, ira, culpa, miedo, ansiedad y soledad, emociones que pueden presentarse al tiempo o por momentos. En la parte física, algunas personas presentan cambios en el apetito, no duermen bien o duermen demasiado, sienten mucho cansancio, les falta la energía y están agotadas todo el tiempo”.
En la parte cognitiva, añade, los individuos a tener dificultades para concentrarse, para tomar decisiones, para recordar las cosas, mientras que en lo conductual se manifiesta con cambios repentinos y extremos en el estado de ánimo, pudiendo pasar fácilmente de la ira al llanto o a la risa, o estar muy tranquilos y volver al llanto. En otros casos, algunos se aíslan socialmente y evitan lugares o personas que le hagan recordar su pérdida.
Paso a paso, día a día
¿Y cómo se puede elaborar un duelo? “El duelo tiene como particularidad, que es universal, dinámico, personal, íntimo e intransferible, es un proceso obligatorio, es algo que tarde o temprano se vive, por lo que se debe procesar, ya que si no se elabora adecuadamente vienen los duelos complicados, que son los que llevan a la depresión, a la ansiedad generalizada y, a veces, hasta el suicidio”, comenta Beatriz Elena Estrada.
De ahí la importancia de reconocerlo como un proceso individual y personal, en el que cada uno lo transita en tiempos y formas diferentes. "La manera de afrontarlo es aquella con la que el doliente se sienta mejor, ya sea con una actividad, un ritual, o desde lo espiritual, recordando que el apoyo emocional y el autocuidado son fundamentales”, anota Quintero.
Un duelo, añade Estrada, “se procesa en el corazón, no en el cerebro, es algo completamente emocional que nos va marcando la pauta de cómo elaborarlo, y está en nosotros asumirlo o no, teniendo presente que no acaba, porque la pérdida es para siempre, tú vas a seguir recordando y amando a tu ser querido toda la vida, lo que no es para toda la vida son el dolor y las emociones, que van pasando, pero esto no tiene una fecha, un límite en el tiempo”.
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Para la tanatóloga Ponce, la clave en un proceso de duelo está en la aceptación: “aceptar cómo pasaron las cosas, que así tenía que ser, que, así como hay cosas que pasan por algo, también hay cosas que no pasan por algo; es asimilar la realidad actual para empezar a rehacer la vida, lo que no implica que la persona contemple pasivamente lo sucedido y se resigne, sino que aprenda a vivir sin su ser querido”.
No obstante, agrega Estrada, si la persona siente que el duelo ya la sobrepasa, si esas emociones la empiezan a incapacitar, si ya la tristeza se transforma en depresión, si la persona no logra gestionar su vida normalmente, o experimenta dificultades significativas para afrontar la pérdida, o cuando el duelo está afectando negativamente la vida diaria durante un período prolongado, es necesario buscar ayuda profesional.
Pero recordando, dice Quintero, “que buscar ayuda profesional no significa que estés "fallando" en el proceso de duelo, sino que estás buscando apoyo adicional para atravesar esta experiencia. Encontrar este profesional puede proporcionarte un espacio seguro para expresar tus sentimientos y recibir apoyo emocional durante tu proceso”.
El duelo, coinciden las expertas, es un proceso de sanación en el cual es necesario expresar y manifestar las emociones y sentimientos. Así que es válido y permitido llorar, hablar, gritar. Esta es una forma de gestionar el duelo, recordando que cada persona tiene su propia manera de expresarlo y vivirlo y no hay una forma “correcta" o "incorrecta" de hacerlo.
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La psicóloga Quintero propone como una de las estrategias, el método SARI: “1. S de Sentir: es decir, permitir sentir todas las emociones y sentimientos que surjan durante el duelo, no reprimir las emociones; por el contrario, expresarlas. 2. A, de Apoyo: buscar una red de apoyo, ya sea con familiares y amigos que sabes que van a estar para escucharte. Buscar ayuda profesional si es necesario. 3. R, de Rituales y recuerdos: crear actividades simbólicas para honrar y recordar a esa persona, como encender velas, escribirle cartas, hacer un álbum de recuerdos, etc; y 4. I, de Informarse: buscar información, leer sobre el duelo, asistir a talleres que trabajen el tema, así como crear herramientas propias para llevar el duelo de manera saludable, siendo paciente y amable consigo mismo”.
Bien lo expresó Elisabeth Kübler Ross, la reconocida psiquiatra de origen suizo pionera en estudios sobre la muerte, los cuidados paliativos y el duelo: “La realidad es que llorarás para siempre. No “superarás” la pérdida de un ser querido; aprenderás a vivir con ello. Te sanarás y te reconstruirás alrededor de la pérdida que has sufrido. Volverás a estar completo, pero nunca serás la misma persona. Tampoco deberías ser el mismo ni querías serlo”.