Colombia no enfrenta actualmente una crisis de los opioides como la que se vive en Estados Unidos. En ese país, según el Centro Nacional de Estadísticas en Salud, murieron en 2021 por opioides sintéticos distintos a la metadona, principalmente fentanilo, más de 70 mil personas, casi el 70% de todos los fallecimientos asociados a sobredosis de drogas.
En el resto del mundo, como indica un reciente Informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés), el consumo de fentanilo y tramadol también ha aumentado exponencialmente. Especialmente en África, además de Norteamérica.
Pero que Colombia no esté en el centro de la crisis no significa que esté exenta de hacer parte.
El presidente Gustavo Petro planteó recientemente que el país debe prepararse para la llegada de esta droga, que genera un tipo de adicción que plantea retos muy distintos a los de la cocaína o la heroína.
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Se le considera cincuenta veces más poderosa que la heroína o cien veces más que la morfina, y por ende más generadora de dependencia y síndrome de abstinencia, además de un alto riesgo de sobredosis. Su origen farmacológico (en muchos casos en Estados Unidos los opioides son obtenidos con fórmula médica) la hace más difícil de controlar.
"Esta droga sintética puede hacer que varíe nuestra estrategia respecto a la lucha contra el narcotráfico", señaló por su parte el director de Antinarcóticos de la Policía, brigadier general Nicolás Zapata.
Entre 2018 y 2023, según cifras del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), ha habido 78 casos de incautación de fentanilo realizados por la Policía en al menos seis ciudades.
De nueve ampolletas incautadas en Cali en 2019, que generaron en ese momento una alerta temprana del Observatorio, se ha pasado cuatro años después a más de mil ampolletas incautadas en apenas cuatro operaciones recientes: 120 ampolletas en Medellín, 200 en Sampués (Sucre), 233 en Bogotá y 455 en Cartagena.
La mayoría de los casos, como lo señala el propio Observatorio, se refieren a ampolletas, lo que muestra que hay un desvío de medicamentos hacia el mercado ilegal. Esa situación plantea sus propios problemas, pues al ser una sustancia que, en principio, es legal, debe demostrarse que está siendo destinada a otros fines para que la justicia pueda actuar.
De lo contrario, una persona que sea capturada con ampolletas de fentanilo en su poder podría quedar en libertad si no se logra demostrar que la droga no iba a ser usada con propósitos clínicos.