El mindfulness es una práctica de atención consciente que nos invita a conectarnos con la experiencia del sentir y estar alerta a lo que nos rodea aquí y ahora. La psicóloga Camila Antonia Ossa, master en psicología holística y coaching, quién estuvo en la franja de familia del programa Exploremos, mencionó algunos beneficios del mindfulness para nuestra salud mental y física.
Los mayores beneficios de esta práctica, según Ossa son la reducción de los niveles de estrés, la disminución de la ansiedad, nos ayuda a entender y comprender mejor nuestras emociones, nos da mayor serenidad y paz, mejora nuestra estabilidad emocional, aumenta la sensación de satisfacción y de sentirnos más felices debido a que favorece la producción de serotonina. Reduce el riesgo de cardiopatías y mejora la salud cardíaca, entre otros beneficios.
La psicóloga a su vez, nos presentó varias técnicas muy sencillas y poderosas que ofrece la práctica del mindfulness, algunas de ellas son:
La práctica formal: es una práctica de relajación que requiere un espacio adecuado, una postura cómoda y un ambiente dispuesto; en esta práctica se busca un espacio de conexión con uno mismo durante unos minutos.
La práctica informal: la podemos hacer en cualquier momento de nuestro día, prestando atención a los sentidos, por ejemplo: prestar atención a cinco cosas que podamos ver, escuchar, oler o sentir y así evitar que la mente divague.
El escaneo corporal: consiste en prestar atención desde la cabeza hasta los pies para darnos cuenta de cómo está cada parte de nuestro cuerpo, nuestra temperatura corporal, si tenemos alguna sensación de dolor o molestia en alguna zona del cuerpo. Se trata de permitirnos sentir y notar cómo va cambiando cada síntoma o sensación, a medida que vamos siendo conscientes de nuestra corporalidad por medio de nuestros sentidos.
Practica del Stop (parar): en caso de pasar por una situación emocional difícil que nos altere, acudimos a esta práctica por medio de cuatro pasos, el primero “S” (siento lo que está pasando), el segundo “T” (tomo respiraciones profundas y lentas que nos van a ayudar a bajar la guardia en esta situación), el tercero “O” (observo lo que está pasando, pienso qué alternativas de solución tengo desde una postura muy neutral) y por último “P” (proseguir, prosigo con lo que estaba haciendo, ejemplo: si estaba en una conversación tensa con alguien prosigo la conversación de manera más tranquila). Por medio de esta práctica, logramos “parar para responder”, en vez de “reaccionar” y así permitirnos sentir y regularnos.
En conclusión, estas prácticas nos van a dar la posibilidad de atender nuestros pensamientos y sensaciones, así como identificar que son simplemente pensamientos y que no vale la pena quedarnos en ellos; de lo que se trata es de aceptarlos y de cultivar una atención plena para favorecer nuestra calidad de vida.