Es blanco, mide aproximadamente 1,20 metros de altura, se moviliza con destreza gracias a su base con ruedas. Tiene una pantalla táctil en el pecho que le permite mostrar información, imágenes y videos. Tiene la capacidad de hablar y escuchar a las personas, de reconocer emociones e interpretarlas. Es Pepper-PUJ, el robot programado por investigadores de la Universidad Javeriana con el que se busca apoyar en el cuidado de adultos mayores con demencia por alzhéimer en estadios leves y medios, y así mejorar su calidad de vida.
“Pepper es uno de los prototipos de investigación más avanzados del mundo en temas de interacción entre robots y personas con el que venimos trabajando hace unos años. Empezamos con un proyecto de aprendizaje interactivo para niños, asistido por robots que brindara, además del soporte pedagógico, apoyo emocional a los menores, con buenos resultados. Pensando en desarrollar aplicaciones similares, identificamos el problema del crecimiento exponencial de adultos mayores en el mundo, y el aumento de enfermedades relacionadas con la edad, como el alzhéimer, y así planteamos aplicar lo aprendido en la experiencia educativa y llevarlo a los adultos mayores”, señala Enrique González, profesor del departamento de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Javeriana.
Partiendo de allí, el profesor González y el grupo investigador con el apoyo de Departamento de Geriatría del Hospital San Ignacio de la Javeriana y la Universidad Carlos III de Madrid, desarrollaron un software para robot (RES-PwA) con el objetivo apoyar el trabajo de cuidadores y familias de estas personas que empiezan a tener deficiencias tanto en lo físico como en lo mental, requiriendo atención especializada.
De esta manera, y gracias a los grandes avances en Inteligencia Artificial, lograron que Pepper detectara e interpretara emociones. “Utilizamos lo que se llama deep learning, o aprendizaje profundo, con redes neuronales similares a las que utiliza el ChatGTP, donde se unen informaciones que le brindan al robot la capacidad de reconocer emociones básicas como tristeza, alegría, sorpresa, angustia, irritabilidad”, explica el profesor González.
Con sentimiento
Inicialmente, Pepper fue programado y entrenado para ofrecer acompañamiento en dos áreas especiales para los adultos mayores: entretenimiento y actividad física. Para la primera, los investigadores se enfocaron en dos actividades: musicoterapia y cuenteria.
“Con base en los resultados obtenidos en estudios por parte de la Universidad Carlos III, y el apoyo del Hospital San Ignacio, logramos identificar las necesidades de los adultos mayores, buscando no solo que el robot encontrara, por ejemplo, la canción adecuada al paciente o contara bien el cuento, sino que se involucrara desde lo emocional. Así en caso de detectar que la persona está triste, no solo pondrá una canción acorde, sino que a través de movimientos y otras habilidades buscará levantarle el ánimo al paciente”, comenta González.
Cada actividad es desarrollada de forma personalizada, así por ejemplo, en musicoterapia, a partir de la información suministrada por los cuidadores o familiares, Pepper puede saber cuál es el tipo de música, las canciones, los cantantes preferidos del paciente, hacer sugerencias de temas musicales y recibir retroalimentación de la persona, es decir, saber si si le gustó o no, de forma que va actualizando el perfil del paciente para tenerlo en cuenta en las siguientes sesiones.
En cuanto a la actividad física, que es una de las novedades del proyecto, el robot, de acuerdo con las recomendaciones dadas por los médicos, invita a los pacientes a realizar actividades de movimiento y coordinación. De acuerdo con González, “ lo que se busca es que Pepper dirija sesiones de ejercicios teniendo en cuenta las pautas sobre cómo llevar a cabo cada actividad, según unos protocolos establecidos, según el perfil de la persona y su condición médica, supeditado a la prescripción médica y a la supervisión del cuidador”.
Aclara y resalta el profesor González que con este tipo de desarrollos no se pretende reemplazar al cuidador ni al médico, ni a las personas que ayudan en el cuidado del adulto mayor, no obstante, exista la posibilidad de que los pacientes prefieran al robot, teniendo en cuenta que este no se estresa, ni grita, ni regaña.
“No queremos reemplazar al cuidador sino ver cómo podemos apoyar su trabajo con el robot al satisfacer algunas de las necesidades fundamentales del adulto mayor. En últimas, quien tiene el control es el cuidador especializado que está a cargo del paciente”, dice el ingeniero.
Tecnología que mejora la calidad de vida
Otra de las innovaciones relevantes del software desarrollado por los investigadores, y que ya obtuvo patente en Estados Unidos, es la capacidad que tiene el robot para tomar decisiones como lo haría un humano.
“A través del modelo de control que patentamos- basado en un modelo inglés llamado BDI (Beliefs+ Desire+Intentions), Creencias, Deseos, Intenciones y que se usa en Inteligencia Artificial- el robot identifica las creencias a nivel sensorial, teniendo en cuenta la historia del paciente, sus gustos, percibiendo con sus sensores, por ejemplo, el estado emocional de la persona, y partiendo de allí, lleva a cabo determinadas actividades y así escoger cuál es la que genera mayor beneficio y bienestar en el adulto mayor”, indica el ingeniero.
En ese sentido, si por ejemplo, al paciente le da un ataque, se cae o necesita atención inmediata, el robot no sigue cantando o bailando, sino que sale a pedir auxilio, sabe que tiene que pasar a lo más urgente y reaccionar de forma instantánea a diferentes imprevistos. “Lo que hace la arquitectura de control es que el robot sepa qué es prioritario, y aunque él no pueda, por ejemplo, alzar al paciente, si puede tratar de tranquilizarlo mientras llega la ayuda y sobrellevar la situación lo mejor posible ”, acota González.
Si bien, el proyecto es un un prototipo que sigue en fase experimental y pronto comenzará con la etapa de validación con adultos mayores, es claro que esta innovación puede ser una herramienta útil para apoyar a los cuidadores y reducir el riesgo de soledad y depresión en esta población, mejorando su calidad de vida.
“Esperamos más adelante también contar con el recurso que nos permita realizar un proyecto donde podamos desarrollar un robot que sea una solución más asequible a las personas, así sea uno más pequeño, de bajo costo y no se quede en un prototipo en un laboratorio”, apunta el profesor González.