“A la piedra se lo debo todo, con eso levanté mi familia, mis hijos y de esto vivo”. Es lo que dice Mauricio Díaz Pimiento, un artesano de Barichara, Santander, que se dedica a tallar la piedra desde hace 41 años. El oficio se lo enseñó su mentor, y desde entonces no ha soltado el cincel, con el que le da forma a las pesadas rocas.
Los talleres de piedra, que parecen galerías de arte a cielo abierto, están ubicados a las afueras del municipio, hasta allí llegan todos los días hombres y mujeres a darle forma a las pesadas y rústicas piedras, herencia que les dejó el maestro de maestros, don Sacramento Corzo, quien falleció en 1975.
Y es que según cuenta la historia, la piedra está fuertemente unida al origen de Barichara. Los Guane, indígenas de la zona, tallaban sus herramientas y objetos decorativos en piedra.
“La piedra viene contando historias desde tiempos innumerables, y después de tantos millones de recorridos, llegó a Barichara para quedarse y para que nosotros la redescubriéramos”, dijo Juan Sebastián Díaz, tallador de Piedra.
Las piedras de Barichara son areniscas, originales de las minas de Santander, específicamente de la provincia Guanentina. Se caracterezan por su dureza y su veteado en rojo, ocre, amarillo y tonos blancos, son usualmente utilizadas para fachadas, carreteras, esculturas y fuentes gracias a su resistencia a una diversidad de climas.
“La piedra entre más dura, es mucho más fácil para tallarla, pero también hay que tratarla con delicadez para poder lograr los detalles que se quieren”, dijo William Darío Aparicio, quien también es tallador de piedra.
La talla en piedra de Barichara es reconocida en todo el territorio nacional. Hasta el municipio patiamarillo llegan personas de todas partes en búsqueda de las mejores obras de arte para hoteles, restaurantes, fincas, parques y colegios.
“Las piedras que llegan a nosotros son como el nacimiento de nuestros hijos, y a qué padre no le gustaría que sus hijos buscaran su hogar, el hogar de estas piedras está en Colombia, en sus hogares, en parques, en pequeños sitios que ustedes quieran disponer. Es una alegría y felicidad compartir lo que estas pequeñas manos pueden ofrecerle”, dijo con gran sentimiento Juan Sebastián Diaz.
Los escultores de Barichara esperan que este oficio no muera, y que sea tan resistente como la piedra, que ni el sol ni el agua, puede borrar con el pasar del tiempo.