Si buscamos en el mapa de Colombia un lugar donde se trabaje por la conservación de las especies. Se respire aire puro, se encuentre la vida silvestre, todo tipo de fauna y flora, debemos mirar hacia el mar Caribe, hacia las estribaciones del Golfo de Morrosquillo. Allí está la bahía de Cispatá, en el municipio de San Antero, Córdoba. Un cuerpo de agua que ofrece vida a miles de especies.
Esta bahía no solo esconde un santuario de flora y fauna con una tranquilidad deseada por todos, también fue testigo de la victoria de la conservación de una de las especies que alcanzó a estar en la lista roja de animales en vía de extinción, el caimán aguja o cocodrilo acutos. Esfuerzo que le mereció varios premios por la protección de la vida animal y el reconocimiento internacional.
En otros tiempos este caimán era perseguido por los cazadores de la región para vender su cuero, carne y huevos. Hasta el punto de casi desaparecer. Un día, Clara Sierra y Giovanny Ulloa, una pareja de biólogos, iniciaron un trabajo de concientización con los cazadores y la comunidad para intentar salvar la especie.
“Nosotros éramos cazadores y ahora somos protectores de la especie”: Lazcario Díaz Martínez.
El proyecto fue tomando fuerza al punto de convencer a todos los cazadores para que se unieran a la causa. Con el apoyo de la Corporación de los Valles del Sinú y el San Jorge (CVS) y la Asociación de Caimaneros de San Antero (Asocaimán), se inició un trabajo para proteger y recuperar esta especie, de la cual existen ya 3.000 crías.
“También cuidamos tortugas y babillas” Gabriel Pacheco Perez, vicepresidente de Asocaiman.
Los Manglares de la región también están siendo monitoreados por la CVC, de su protección dependen la vida de más de 300 clases de aves endémicas y migratorias. En este espacio también se conserva la vida del 70 % de la vida marina.
“Si el manglar se acaba también se acaba la economía de la región” Gabriel Pacheco Perez, vicepresidente de Asocaiman.
En este lugar se conservan más de 14.000 hectáreas de manglares. Lugar que es y seguirá siendo el corazón de la bahía de Cispatá, que hasta 1937, desembocaba en el Río Sinú y ahora lo hace en la Boca de Tinajones cerca de San Antero. Así mismo, fue declarada distrito de manejo integral de los recursos naturales mediante la resolución 721 de 2002.
El mayor esfuerzo del programa de la CVS, es sin lugar a dudas la comunidad y los ex cazadores, que ya no son vistos como una amenaza, sino como conservacionistas. Un gran ejemplo para Colombia y para el mundo.