Por: Eduardo Otálora Marulanda
La historia de esta expedición empezó un día en que Diego Alfonso habló, en alguna reunión, sobre la posibilidad de que Radio Nacional hiciera un especial recorriendo los pasos de La Vorágine, de José Eustasio Rivera. En ese momento el comentario quedó en el aire y, como muchos, parecía que no se iba a concretar en nada. Sin embargo, unos días después se organizó una nueva reunión en la que reapareció el tema y, además, se citó a un encuentro con un guía turístico que recorre los Llanos Orientales de Colombia mostrando los lugares por dónde estuvo José Eustasio Rivera.
El personaje nunca apareció, pero la iniciativa quedó en el ambiente. Mi primera propuesta, más ingenua que cualquier otra cosa, necesitaba más claridad sobre lo que estaba buscando con este especial. De ese primer borrador salí con una pregunta fundamental por resolver: ¿qué iba a buscar en cada lugar que proponía visitar? Con eso en mente viajé a un trabajo en Nicaragua y pude aprovechar para encerrarme en la habitación del hotel a releer La vorágine y a investigar sobre la vida y obra de José Eustasio Rivera.
De ese trabajo salió una nueva propuesta. En ese momento apareció José Luís Mantilla, con su experiencia en campo capturando ambientes y con su habilidad como productor de sonido para crear paisajes sonoros.
Después todo fue un un poco confuso. Quizás porque se combinaron planeaciones de viajes, organización de agendas familiares, legalizaciones de dineros, la planeación de lo que se haría en cada territorio, seguir pensando la propuesta y dándole forma al dispositivo narrativo. Afortunadamente para todos, Diego Alfonso se puso la camiseta de productor, que tan bien sabe llevar, y logró desenredar esa madeja y darle vía libre a la experiencia.
Entonces José, Diego y yo ya éramos un equipo, ya éramos tres que funcionábamos como uno.
Y empezaron los viajes en bus y lancha: 9 horas para un lado, 14 para otro porque se cayó un puente, otras 12 porque había que regresar por una trocha. Y a la siguiente semana otra vez, pero con 4 horas en lancha porque por carretera nos demorábamos 12. Y a la siguiente de nuevo, pero en van apretada y sin aire acondicionado. Y así por 6 semanas en las que fuimos a Boyacá, Huila, Caquetá, Meta, Casanare, Putumayo y Guainía. Afortunadamente para las rodillas hubo viajes que sólo se pudieron hacer en avión y, entonces, también volamos.
En cada lugar al que llegábamos lo primero que hacíamos era buscar un hotel dónde dormir y un lugar dónde comer, siempre cerca de los lugares donde teníamos programadas las entrevistas o las capturas de sonido. En cada lugar fuimos bien recibidos y hasta los zancudos nos trataron con cierto respeto (aunque eso se pueda deber a que constantemente nos bañábamos con repelente). Pero también fueron viajes duros, llenos de caminatas bajo el sol buscando personajes o lugares, persiguiendo al fantasma de José Eustasio Rivera. Y siempre con las grabadoras atentas porque cualquier detalle, sabíamos, nos podía servir a la hora de armar los capítulos del especial. Así recogimos no sé cuántas horas de grabaciones entre entrevistas y ambientes. José, con su memoria prodigiosa, lograba recordar lo que había en cada audio que grababa. Yo, más desmemoriado, tenía que hacer fichas de cada entrevista identificando los temas y los minutos en los que se abordaban. Diego, armado con su celular, recogía videos y fotos de todo lo que hacíamos. De nuevo tres que funcionábamos como uno.
Con los viajes también se fue definiendo que lo que hacíamos no era sólo un trabajo documental ni únicamente una crónica ni mucho menos un reportaje. Entonces tuvimos que nombrar lo que hacíamos (porque todo el tiempo nos lo preguntaban) y lo llamamos “experiencia sonora”. En ese momento no sabíamos muy bien qué queríamos decir. Ahora sí: la Expedición vorágine es una invitación a que los oyentes de Radio Nacional se dejen llevar por los sonidos de la Colombia que tuvo que ver con José Eustasio Rivera, por las diferentes voces que lo recitan o comentan, por los acentos que marcan cada región que visitó o sobre la que escribió, por una variedad de músicas que hablan de los sentires de los territorios.
Cuando nos preguntan si contamos una historia de ficción, decimos que sí. Cuando nos preguntan si es un trabajo investigativo con fuentes confiables, decimos que sí. Cuando nos preguntan si le dimos voz a los desprevenidos, decimos que sí. Cuando nos preguntan si es un proyecto artístico, decimos que sí. Y lo hacemos porque es un proyecto que se resiste a ser una sola cosa.