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Festival Comunitario de Artes Rurales: un proyecto juvenil en Maito, Huila

Parques, calles y casetas comunales de Maito se transforman en centros culturales durante el festival.
Germán Hernández

En Maito, una pequeña población localizada en el sur del departamento de Huila, un grupo de jóvenes creó el Festival Comunitario de Artes Rurales, evento que en su más reciente edición contó con la participación de 21 agrupaciones, así como con la Banda Sinfónica de Vientos del Huila que por primera vez llegó a este poblado.

“El festival nació el año pasado en tiempos de cuarentena debido a que muchos jóvenes del pueblo querían una oferta cultural diferente a la casi inexistente que tenían. Claramente la única posibilidad para entretenerse en un pueblo pequeño como Maito (centro poblado jurisdicción el municipio de Tarqui, sur del Huila) son los bares donde se puede bailar, algo que nos gusta mucho hacer, pero queríamos otras cosas, entonces nos soñamos y nos planteamos un festival de artes rurales en el cual se pudieran reunir, en un solo punto, a los que cantan, bailan, pintan, todo ese potencial artístico que está en las veredas, entonces lanzamos la primera versión del festival que fue todo un éxito”, comenta Laura Rojas Reyes, gestora e impulsora de la iniciativa.


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Laura Rojas Reyes

Este ´parche´ de jóvenes ha trabajado sin apoyos económicos estatales, pero con el respaldo de la comunidad, lo cual les ha permitido tener buenos resultados en las dos ediciones que han llevado a cabo, según indicó Laura.

“Realizamos una donatón para que las personas del pueblo que pueden aportar económicamente lo hagan. Hay otros mecanismos, las formas tradicionales en las que el pueblo ha trabajado. Yo no tengo dinero, pero dono un racimo de plátanos que nos sirve para la olla comunitaria; no tengo dinero, pero presto una tarima y así logramos conseguir lo que necesitamos para el evento. Este año uno de los miradores turístico nos apoyó con descuentos para alimentación, así y con el apoyo de amigos talleristas de todo el Huila, logramos sacar adelante esta segunda versión, la fiesta de la cultura”, cuenta Laura.

Parques, calles y casetas comunales de Maito se transforman en centros culturales durante el festival. “Se realizan talleres de música, actuación, literatura y en las noches veladas de música popular, teatro y cuenteros”, indicó María Camila Ariza, una de las habitantes del poblado, quien destaca la organización y el trabajo que desde el año anterior adelantan estos jóvenes.


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“Lo más importante es que la gente comprendió que el festival es algo realizable, que es posible tener en el pueblo grupos que tocan jazz o rock, incluso la Banda de Vientos del Huila. Sembramos esa semilla de alternativas distintas en un pueblo que, según decía la gente, no pasaba nada y hoy lo que más nos piden es que sigamos adelante y que no paremos. Este año, además de los jóvenes del poblado, se unió la red de madres comunitarias, los docentes y los adultos mayores que quisieron apoyar el festival juvenil, esa es una de las ganancias importantes, que la gente ya se dio cuenta que sí es posible tener un festival propio que resalta nuestra identidad”, señaló Laura Rojas.

Durante este encuentro los más jóvenes, con el apoyo de docentes y estudiantes de artes, elaboraron bellos murales que embellecieron algunas zonas del poblado. “Maito hoy se ve más bonito, se siente que ha cambiado y esto es gracias al Festival Comunitario de Artes Rurales que esperamos se convierta en pocos años en un evento de carácter nacional, en un referente que destaca la cultura rural, los artistas emergentes del Huila”, comentó Salma Cantillo, joven de Pitalito que este año disfrutó de la programación cultural.


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En su última versión se destacó la agrupación de la vereda El Carmen del municipio de Oporapa, niños y niñas que leen y escriben y que asistieron para mostrar su proceso, también la delegación de Oritoguaz, una vereda del municipio de Saladoblanco, con una agrupación de música andina que deleitó a los asistentes.

“El festival, además de ser una peña cultural, es una jornada de muralismo, un proceso que ha estado acompañando de una serie de entrevistas con personas mayores que cuentan la historia de las artes y los oficios, son esas historias las que las jóvenes plasmaron en los muros del poblado”, cuenta la organizadora.

Según los gestores de este encuentro, el Festival Comunitario de las Artes Rurales, les ha permitido encontrarse para reconocerse, para confirmar que en las zonas rurales también se hace arte, para visibilizar que el “arte de las veredas está atravesado por muchas desigualdades, pero también por muchas pasiones, por el campo, la agricultura, por todas esas formas distintas de ver el mundo”, comentó Laura Rojas, quien desde ya empieza a trabajar para lo que será la tercera versión.

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