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Las matronas lideran el movimiento gastronómico de ‘Sabor Barranquilla’

A lo largo de la historia, las matronas han demostrado que su campo de acción se extiende mucho más allá de las cocinas.
Matronas y su legado gastronómico en el Caribe | Sabor Barranquilla
Foto: Radio Nacional de Colombia
Carmen Mandinga

Toda la programación de la sexagésima edición de Sabor Barranquilla gira en torno a las matronas, las mujeres que han sostenido el legado alimentario del país, a la vez que han cultivado otros oficios indispensables para el progreso de las comunidades.

Durante el evento, el público ha tenido la oportunidad de aprender en los talleres dictados por ellas y de probar sus creaciones en los stands que han sabido surtir con sus productos insignia. Sin embargo, queda la sensación de que hay mucho más por conocer de estas mujeres que a lo largo de su vida han tenido que ejercer tantos oficios para sacar adelante sus familias y proyectos de vida, pues muchas de ellas han sido también parteras, enfermeras, cuidadoras, maestras, agricultoras y empresarias. 

La programación de la feria deja en claro que esta figura no es inherente solamente al Caribe colombiano, pues entre las invitadas están conocedoras de otras regiones del país, e incluso del continente, como la boyacense Betzabeth Vargas, la sanandresana Rosilia Henry Rapón y la argentina Magda Choque Vilca. 

Matronas y su legado gastronómico en el Caribe | Sabor Barranquilla

Todas ellas representantes a su manera de este concepto que a todos nos resulta profundamente familiar.


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En palabras de Patricia Maestre, directora de Sabor Barranquilla: “El público lo recibe con familiaridad porque todos de alguna u otra forma reconocemos matronas en las familias. Hay mucho matriarcado, todos vemos en nuestra familia o nuestros antepasados mujeres que eran la voz fuerte, el mando, las defensoras. El público ve esto con mucho cariño”.

Más allá de la cocina

A pesar de entrar en contacto con estas mujeres dentro del marco de un evento gastronómico, es completamente evidente que su campo de acción se extiende mucho más allá de las cocinas, e incluso de sus propios círculos familiares, sólo basta una breve conversación con ellas para entender que sus proyectos son amplios y prósperos. 

La directora de ‘Sabor Barraquilla’ aclara que el alcance de su talento las convierte en representantes de sus comunidades y regiones: “muchas veces son embajadoras del país, las invitan a otros países, a las embajadas en el exterior como representantes de nuestra cultura; pero yo creo que algunas también se sienten cómodas siendo activistas sociales y comunitarias, hay comunidades donde hay necesidad de ese apoyo y ellas son las que salen a abogar por los derechos de la tierra y a protestar contra el abuso hacia la mujer”. 

Un ejemplo claro de este poder que ostentan es el proyecto ‘Educocina’ de la matrona y docente Yesenia Crespo, que ha desarrollado metodologías pedagógicas para sus estudiantes a través de la cocina tradicional. 

En su taller de bollo limpio demostró cómo el trabajo con amasijos ayudaba a los niños a desarrollar habilidades psicomotrices, aprender conceptos geométricos, trabajar en equipo e incluso aprender fundamentos de finanzas a través de la comercialización de los productos. 

Para la maestra Yesenia, ser matrona es ser también educadora: “aparte de ser la líder y el corazón de la casa, la matrona es aquella de educa y emprende, conoce las finanzas de la casa, delega, transmite, forma, corrige y va enseñándole a las futuras generaciones con la jocosidad que las caracteriza, con palabras y gestos que sólo ellas manejan, con su toque secreto, que siempre lo tienen”

“Son cosas incluso de familias, cada familia se caracteriza por un plato o una marca, ellas dejan huellas de tipo familiar y comunitario, lo que crea un tejido social que se va acrecentando pero que no deja sus raíces de lado. Lo importante es estar asentada, pero proyectarse a la comunidad”, agregó Yesenia Crespo.

Las matronas también crean fuertes redes de cooperación, prueba de ello fue la alta presencia de cocineras bajeras que hicieron presencia en el recinto compartiendo espacios y herramientas en estrecha colaboración para ofrecer su amplio repertorio de arroces, sancochos, frituras y dulces; a la vez que algunas alternaban la atención al público con talleres como el de Josefina Cassiani, que compartió los frutos de su trabajo investigativo con cocineras rivereñas y atendía su puesto de sancocho de guandul; y Yomaira Herrera que impartió un taller de técnicas culinarias a la vez que ofreció una variedad de fritos innovadores de su autoría. 

Todas ellas demuestran tener mucha claridad sobre el camino que siguen, pues manifiestan haberlo transitado desde pequeñas cuando sus padres preparaban comida en familia para convocar a la comunidad. 

Tal es el caso de Josefina Cassiani, que recuerda que su padre hacía sancochos para recolectar fondos para los reinados y festejos barriales; mientras que Yomaira Herrera reconoce que su condición de hija menor de una familia numerosa le permitió ver la cocina como un medio para solventar las necesidades familiares, ella expresa que su trabajo como cocinera es una forma de honrar esa herencia: 

“Ser matrona significa patrimonio, perseverancia, constancia. Es uno resaltar los ancestros, que a esto se dedicaban, y orgullosamente seguir la trayectoria de ellos”, indicó.

Probablemente la descripción más sucinta de la relación entre el deber y el placer que está presente en el trabajo de todas estas mujeres es el que aporta Miss Rosilia Henry Rapón, una de las cocineras más reconocidas de la región insular que dice: “Una matrona es la persona que sigue en la guerra, teniendo la comida para enfrentar lo que llega sin tener pena”.

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