Athala Morris y su papel como directora de la Radio Nacional en el nuevo milenio
En 1997, la periodista Athala Morris se encontraba viviendo en Washington y, dentro de otras labores, trabajaba como corresponsal para los medios colombianos CM& y Caracol. Por su notable experiencia en la comunicación, que incluía haber estado vinculada con la National Public Radio de Washington, Athala recibió la oferta para ser vicepresidenta de Radio de Inravisión por parte del presidente del instituto en ese momento, Edgar Plazas. Sorprendida y entusiasmada, aceptó y empezó a ejercer el cargo desde enero de 1997.
Athala Morris: “Yo crecí escuchando el radioteatro infantil de la Radiodifusora Nacional, cuando la emisora quedaba en la transversal 17 con calle 26. Era muy chiquita iba allá y para mí eso era lo último. Así que pensar que yo iba a dirigir la Radiodifusora Nacional, donde habían estado tantos amigos míos antes, me pareció que era un premio”. Lo que, en principio, sería un trabajo de un año, se prolongó hasta el final del 2000.
¿En qué situación estaba la Radio?
A.M: Era un producto del esfuerzo de todos los colaboradores. Había mucha mística. La programación me pareció excelente, solo hicimos algunos ajustes. En principio, ví que era muy fácil seguir trabajando con lo que había. Me sorprendió sí la parte técnica. Estábamos muy atrasados. No tanto en los estudios como en la parte técnica relacionada con la transmisión. Por ejemplo, yo encontré la Onda Corta fuera del aire. Y eso me dolió porque yo sabía lo importante que era para un país tener una emisora de onda corta para llegar al mundo con información. Esa fue la parte más difícil, la parte técnica. Pero no era tan catastrófica como la han querido mostrar después. Todo fue susceptible de arreglar y se fue arreglando.
Presupuesto y necesidades
Las alertas de Athala Morris sobre la necesidad de mayor apoyo económico para la Radio Nacional fueron casi una constante en sus notas editoriales, a la vez que reconocía la calidad de la programación de la emisora y de las personas a cargo de tal labor.
Varias de sus notas editoriales escritas para los boletines de programas de 1998 y 1999, demandaron mayor atención y presupuestos para la Radio Nacional ¿Cómo fue esa situación?
A.M: Desde luego la Radio merecía más. Con un capital humano excelente, la riqueza que teníamos en la programación, que muy pocas radios del mundo la tenían y eso te lo puedo decir porque conocía la programación de las diferentes emisoras estatales del mundo, yo encontré un tesoro en la Radio Nacional. Pero la parte técnica estaba atrasada. En los Boletines, siempre me referí a eso. Porque no tuve problemas con la contratación de gente, no nos faltó plata para hacer nuestros programas. La falla era la parte técnica. Y claro, desde luego, toda persona que maneja una entidad quiere tenerla lo mejor posible, con toda la tecnología a la que yo estaba acostumbrada en otros países.
A lo largo de su administración, Athala Morris tuvo como principal objetivo la modernización de la emisora y en varias ocasiones hizo explícitas las necesidades acumuladas desde varios años atrás.
A.M: Nosotros teníamos 7 frecuencias en AM, 24 en FM, una “Emisora joven”, 99.1. Pero no llegábamos bien, a veces salíamos del aire. Estábamos contradiciendo lo que se decía en su momento y era que había dos medios en Colombia para poder llegar a cualquier territorio del país: un buen jeep Willis y la Radiodifusora Nacional. Eso me llamó la atención, fue lo primero que yo oí. Contábamos además con la Onda Corta que me precio de haber resucitado porque estaba parada. Yo dije: “no, nos vamos a meterle todo a la Onda corta”. Eso fue lo primero que hice cuando llegué a la Radio. Después empezamos a ver las cartas que nos mandaban de todas partes del mundo. Pudimos llevar a los agregados de prensa de las embajadas a que nos colaboraran, abrimos espacios para el Ministerio de Relaciones Exteriores y le dimos la vida que necesitaba la Onda Corta de la Radio.
Desde luego, quiero decir que no lo hice yo sola. Yo tenía un equipo que me apoyaba en todo, que se la pasaban por todo el país. Yo me conocí todas las estaciones de la Radio. En contra de que me decían, “no, no es correcto, no está bien, su seguridad”. No me importó, estuve en todas partes, conocí las estaciones repetidoras, ví cómo trabajaban los técnicos que atendían no solamente a la Radio, sino también a Señal Colombia.
Entonces por eso siempre en mis editoriales insistí en que la Radio no estaba atendida como debería ser, merecía más. Eso es lo que hace cualquier director cuando llega a un sitio y aspira a poner eso que le entregaron en sus manos en la mejor forma posible para retribuir al país.
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Propósitos y acciones
Reforzar el sistema de Onda Corta fue entonces uno de los propósitos de Athala Morris en su administración. Como periodista, ella había desarrollado labores a nivel internacional y era consciente de la importancia que tenía la proyección nacional por fuera de las fronteras en un momento que internet solo estaba en ciernes.
Por otro lado, al menos desde los años cincuenta, la Radio Nacional había recibido críticas por una programación exclusiva en la que el componente de música clásica era central. La respuesta giró en torno a los argumentos que expuso Álvaro Echavarría (coordinador de FM) en unos de sus textos para el Boletín: frente a una sobre oferta radial de música popular, la Radio Nacional era una suerte de oasis para contenidos alternativos de menos popularidad.
Por el lado del AM, hubo reformas a la programación que intentaron diversificar la oferta de música popular y abarcar mayores audiencias.
Aunque desde años atrás los niveles de sintonía de la Radio Nacional no eran altos y varias opiniones habían observado que el carácter de la programación debía modificarse para dar cabida a contenidos más acordes con los intereses de las potenciales audiencias, la centralidad de la música clásica siempre contó con defensores en posiciones muy influyentes sobre la opinión pública. Ello no facilitó las reformas.
La Radio Nacional enfrentaba una tensión permanente: admiración por la programación vs. crítica por elitismo y baja audiencia. ¿Cómo era la relación con las audiencias?
A.M: Lo que pasaba era que nos faltaba comunicación con la gente. Pero la Radio Nacional ofrecía programación a través de cuatro canales diferentes para llegar a diversos públicos. Teníamos el canal de AM que era un canal con música colombiana que llegaba al público colombiano de diferentes culturas. No solamente, digamos, a una “élite”, como tachaban a la emisora. No, nosotros no atendíamos una élite, atendíamos todos los estratos del pueblo colombiano. Atendíamos con la AM, su música, un idioma absolutamente claro, impecable, para llegar a la gente, al idioma que usaba la mayoría de la gente en el país. Con música colombiana, transmitíamos todos los festivales folclóricos que había en el país.
Teníamos la FM, ahí tenían espacio la Orquesta Filarmónica, se había dado espacio a la Orquesta Sinfónica permanentemente, estaban personas como Bernardo Hoyos, a quien yo quise mucho, el maestro Caro Mendoza, teníamos también a Enrique Vengoechea, a Cecilia Fonseca de Ibáñez. Me da es pena no nombrarlos todos porque fueron numerosos. Era una programación que llegaba a cierta élite pero también la idea nuestra era tratar de atraer otros públicos. Se trataba de que no solamente los de FM oyeran FM, también promover allí los contenidos de AM, la música colombiana, y en AM decir “mire qué bueno lo que está haciendo la Filarmónica, la Sinfónica, óigalo, es interesante”.
Y también teníamos la recién inaugurada emisora joven, la 99.1 que tenía un horario espectacular de 24 horas. Las demás funcionaban de madrugada a media noche. En cambio esta funcionaba las 24 horas para la gente joven. O sea que nosotros no teníamos por qué estar preocupados por contenidos de programación porque estos se difundían por emisoras que ya estaban dirigidas a grupos específicos de oyentes.
Ahora contamos con internet. Pero ¿qué importancia tenía la Onda Corta a finales de los años noventa?
A.M: Justamente, en esos años era cuando más se necesitaba ese tipo de emisoras porque nosotros no teníamos todos los adelantos técnicos actuales. Y en ese momento, si tú miras los países, vas a encontrar que Radio Francia era el orgullo para los franceses, Radio España era el orgullo para los españoles, la Deutsche Welle… todas estas emisoras. La Onda Corta era absolutamente necesaria en un momento donde no había tanta tecnología, donde los colombianos por el mundo no recibían nuestras cadenas radiales como ahora. Es que ahora todo se ha integrado. Ahora, me imagino, las emisoras de onda corta siguen promoviendo políticas de gobierno y una serie de cosas así que son muy importantes. Pero en ese momento era todo. En ese momento los colombianos en el exterior no teníamos acceso, yo vine de estar muchos años en el exterior y supe de la carencia que tenía Colombia en ese aspecto. Eso es muy necesario en un país.
Otro propósito de Athala Morris fue fortalecer el servicio de información de la Radio Nacional como voz del Estado colombiano.
A.M: Yo abrí un espacio para que la información oficial se dijera a través de la Radio Nacional porque a nosotros nos correspondía ser un conducto de la voz oficial también. Abrimos espacio a la Cancillería, también, en Onda corta. Abrimos una serie de espacios porque para mí eso era absolutamente necesario.
La Radio Nacional y el Gobierno colombiano
La gestión de Athala Morris captó la atención de personas decisivas en el entorno político colombiano, quienes estuvieron dispuestas a escribir para el Boletín y fijarse en las necesidades de la Radio Nacional.
¿Cómo se manejaba la relación con el Gobierno?
A.M: Yo tuve la posibilidad de llegar hasta el presidente de la República, el Vicepresidente de la República, y decirles “mire, esto es importante” y de sentarlos a escribir un editorial. Desde ese punto de vista, fue muy importante la relación porque nos prestaban atención. Las buenas relaciones con el Gobierno ayudaron mucho. No sé cuántas salas de espera le hice yo a Juan Manuel Santos, siendo Ministro de Hacienda, para que mirara un poco más la Radio, para que nos ayudara y, a la postre, eso ayudó.
Las respuestas que manifestaron diferentes funcionarios en las páginas del Boletín frente a las necesidades de la Radio y las gestiones de su directora, fueron siempre positivas.
Relaciones con Inravisión
En un texto escrito para el Boletín de Programas a propósito de los 58 años de la emisora en 1998, Edgar Plazas, director ejecutivo de Inravisión, mencionó una crítica que aún hoy, cuando se indaga sobre la historia de la Radio Nacional, sale a flote: la emisora como “cenicienta”, en relación con la carencia de recursos propios y el segundo plano que ocupaba con respecto a la televisión, al momento de recibir recursos de Inravisión.
Ese conflicto presupuestal de la Radio Nacional como consecuencia de la estructura administrativa a la cual estaba sujeta y la prioridad que tuvo la televisión frente a la radio, también fue objeto de las reflexiones de Athala Morris en sus editoriales.
Frente a las carencias presupuestales, la Radio Nacional abrió la puerta a la comercialización, aspecto siempre complejo en la historia de la emisora por el conflicto posible entre el interés público y el privado.
¿Cómo eran las relaciones con Inravisión?
A.M: Nosotros no teníamos presupuesto propio, nuestro presupuesto estaba integrado con Inravisión. A mí muchas veces me decían “y el presupuesto de la Radio” ¿Cuál presupuesto? Si éramos parte integral de un Instituto. La parte técnica de la Radio la manejaba el vicepresidente técnico. La parte administrativa la manejaba el vicepresidente administrativo. Entonces, cada cual tenía presupuestos para la parte administrativa, presupuestos para la técnica. Eran los vicepresidentes, yo era la de Radio. O sea, a mi me daban las cosas y yo manejaba la orquesta. Eso era así, pero la Radio en sí no tenía un presupuesto propio.
Pero Inravisión con la Radio, mientras yo estuve, fue muy amplio. En la medida que podía, nos apoyaba. Yo no me puedo quejar. Yo me quejo es de lo que pasó antes. De ese descuido en el que estaban la parte técnica de la Radio especialmente. Pero durante el tiempo mío trataron de darme lo que yo pedí. Y tampoco pedía exageradamente, nunca nos faltó nada. Hasta logramos solucionar problemas técnicos de las emisoras. Sin ser el ideal, porque nunca contamos con equipos nuevos. Pero sí pusimos en orden las estaciones de transmisión para que pudieran transmitir correctamente.
¿Cómo fueron las relaciones con el sindicato Acotv?
A.M: Tuve buenas relaciones con Enrique Urrea (dirigente de Acotv). Con Enrique logramos acercarnos bastante. Cuando él hacía sus famosos paros en Inravisión, él sabía que yo me quedaba esa noche en la Radio. ¡Que no me fueran a tocar ni una emisora, ni una consola ni nada! Ellos hacían sus manifestaciones, sus cosas, entraban en paro y la directora de la Radio esa noche dormía en la emisora. Él lo sabía y me respetaba mucho.
Ya retirada de la Radio Nacional, en 2004, me llamaron y me dijeron, “¿usted sabe que Enrique Urrea murió?” Entonces fui a su entierro con todos mis compañeros de la Radio y todos los de Inravisión. Para mí fue muy triste. Nunca supe de la liquidación de Inravisión (Octubre de 2004), yo ya estaba lejos. Pero fue muy triste para mí, verlos a todos que ya no eran parte de la Radio, la gran mayoría, que los habían liquidado, me imagino que bien, nunca supe cómo fue esa liquidación, y asistir al entierro de Enrique Urrea, que así tu no te hubieras entendido con él, fue un hombre que se dedicó a hacer valer su sindicato, como cualquier presidente de sindicato. Máximo un sindicato como Acotv que estaba protegido por la Constitución. Es el único sindicato que aparecía en la Constitución. Entonces pues eso era una cosa sería, ¿no?
Acotv, sindicato establecido en 1957, fue muy activo y sus intervenciones causaron gran impacto en la opinión pública al estar de por medio los medios de comunicación.
El final de su administración
A.M: Yo finalicé mi labor con la Radio Nacional en septiembre de 2001. Por una parte, tenía que regresar a Estados Unidos. Llevaba casi cinco años acá y, en principio, la propuesta de dirección había sido por un año. Entonces ya, finalmente dije “me voy”. A mí me ratificaron, pero yo pensé que era el momento de dejar la dirección a otra persona. Estaba Sylvia Motta quien dirigía la Frecuencia Joven, 99.1 y era un buen prospecto. Las cosas hay que renovarlas. Hay que renovarse, los institutos y las radios y todas las entidades tienen que renovarse. Entonces me fui.