Inmersos en las redes 24 horas, absorbiendo “noticias” de toda clase, tendemos a olvidar a los periodistas y su papel crucial en la formación de la opinión.
Es que el periodismo nace como parte decisiva del combate político: contra el absolutismo, contra la omnipotencia de la Iglesia, contra la superstición, contra el poder: libelos, panfletos, hojas sueltas y finalmente periódicos. En Colombia, después de la Gaceta de Santafé (1785), el 9 de febrero de 1791 fue fundado el ‘Papel periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, que alcanzó los 265 números y estuvo dirigido por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez. En 1811, Antonio Nariño, quien en 1794 había traducido al español la ‘Declaración de los derechos del hombre’, escritos en el marco de la Revolución francesa, publicó el periódico La Bagatela, de análisis y crítica política.
En el siglo XIX los periódicos fueron la expresión de facciones políticas y esta tendencia no se perdió del todo en el siglo XX, durante el cual el liberalismo y el conservatismo abanderaron la prensa. A lo largo de la historia, los periódicos de mayor influencia en el país han sido El Tiempo y El Espectador, ambos liberales. El primero, fundado en 1911 por la familia Santos. El segundo, fundado en 1887; en tiempos de Pablo Escobar, Don Guillermo Cano, su director, fue asesinado en 1986.
Por su parte, La República nació como un medio conservador, igual que el Colombiano de Medellín. A partir de finales la década del 1920 apareció la radio, que para gran parte de la población fue la principal fuente de información y, en 1954, llegó la televisión que contó con emisiones periodísticas memorables. Con los nuevos tiempos, el desarrollo tecnológico y la enorme competencia, la prensa escrita se fue diversificando, entró a usar más color, más fotos, más infografías. Así mismo, con la aparición de los medios digitales, la prensa alternativa se desarrolló rápidamente y hoy cuenta con un público fiel y numeroso.
Colombia ha tenido periodismo de investigación, gran reportería y crónica, que desarrollaron con mucha maestría Gabriel García Márquez, Germán Castro Caicedo o Alfredo Molano, entre muchos otros. Varios de los grandes periodistas vienen de la política, de las ciencias sociales o de la literatura. Ese oficio de profundidad se sostiene y, a la vez, se enfrenta con el modelo actual de mercado en el que también el periodismo también es una mercancía que se concentra en el inmediatismo los llamados temas light. Como lo plantea Kapuscinski: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”.
Hay que resaltar la labor poco reconocida de los periodistas en las regiones, luchando contra los poderes corruptos y la prepotencia de los grupos armados. Estos son los más amenazados y se cuentan entre los periodistas asesinados, como Orlando Sierra en Manizales. Además de los asesinatos, también se los quiere judicializar por sus labores de denuncia. Y la denuncia, a pesar de todos los obstáculos, es hoy uno de los grandes logros del periodismo que ha revelado grandes negocios turbios en el sector público y en el sector privado, atropellos y falsas imputaciones.
Desde la década de 1930 se enseña periodismo en Colombia. La Universidad Javeriana creó en 1936 la primera escuela de periodismo que se volvió carrera de Comunicación Social en 1949.
Hoy la mayoría de las universidades ofrecen la carrera de Comunicación Social, donde el periodismo es una opción. Pero, como lo observa Patricia Lozano, presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá, C.P.B “esa facilidad que le procura al periodista el uso de las nuevas tecnologías como el internet, el computador, lo ha confinado a las pantallas, y en muchos casos, se ha perdido el contacto con la realidad de la calle, del medio rural, de la cotidianidad”. Pero con la persistencia y la valentía, el periodismo sobrevive hoy, mostrando, como lo dice el gran novelista Albert Camus, quien también lo ejerció, “es el oficio más bello”.