Hechos que hace 38 años marcaron a Tumaco, tras la visita de su santidad Juan Pablo II
Muchos fueron los hechos que hace 38 años marcaron en los habitantes del municipio de Tumaco la primera y única visita de su santidad Juan Pablo II y que ahora, recuerdan con mucha añoranza en esta población del puerto marítimo nariñense.
Para empezar este relato, Alex Córdoba un curtido periodista de la costa pacífica quien en 1986 se constituyó en el tumaqueño de la sociedad civil más cercano al Sumo Pontífice, recuerda que aquella inolvidable experiencia que vivió a lado del papa Karol Wojtyla; empezó cuando trabajaba en la emisora Radio Mira.
Entre marzo y abril de ese entonces, ingresó a dicho medio de comunicación en reemplazo de su colega Fernando Pinzón con el propósito de asumir la producción del noticiero que de lunes a viernes se emitía a partir de la 1:00 de la tarde.
Cuando salía de su casa que estaba ubicada en el barrio Prado Mar, le llamó la atención el ensordecedor sonido de varios aviones que de manera insistente surcaban los cielos de la región. Movido por la curiosidad, Alex encendió a toda prisa su vieja motocicleta y se dirigió hasta el aeropuerto La Florida.
Cuando llegó a la terminal aérea quedó asombrado al mirar que de uno de los aviones bajó una incalculable cantidad de obispos. Al traer a su memoria esa imagen, exclama que era la cosa más impresionante que había visto en toda su vida.
Una vez se percató que los altos religiosos se dirigieron hasta el Batallón de Infantería de Marina, regresó a su casa y cuando terminó el almuerzo se dirigió hasta la entrada principal de dicha unidad militar. Después de tanto esperar, los obispos salieron pasadas las 3:30 de la tarde y no quisieron dar la entrevista que Alex con tanto esmero e insistencia esperaba.
Después de esa negativa actitud, los religiosos abordaron a toda prisa un bus y cuando arrancó, Alex lo siguió en su motocicleta. Cuando llegaron al aeropuerto y estaban a punto de subir a uno de los aviones, Alex observó al nuncio apostólico, monseñor; Ángelo Acerbi quien el 27 de febrero de 1980 estuvo cautivo tras el asalto a la sede de la embajada de República Dominicana en la ciudad de Bogotá, por un comando del entonces M-19.
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Posteriormente se abalanzó sobre el grupo de obispos y con una grabadora de esas grandotas le dijo a monseñor Ángelo que le dé la noticia su vida. Fue entonces cuando al término de la entrevista, el nuncio apostólico le expresó que vaya y divulgue insistentemente que Tumaco iba a ser visitado por el papa Juan Pablo II.
Una vez se despidió de Monseñor, se fue inmediatamente hasta la emisora y grabó una fanfarria especial que decía ‘extra’, ‘extra’, ‘extra’, la cual la hacia sonar cada vez que emitía la noticia que anunciaba la visita del alto jerarca de la iglesia católica.
Pese a que la noticia sonaba con la voz del nuncio apostólico, la mayoría de oyentes le decía a Alex que era mentira. Unas semanas después, la nunciatura confirmó que en junio de aquel año la visita de Juan Pablo II se haría en Tumaco, territorio en el que todavía se ejercían diversas labores pastorales y misionales.
En el marco de dicha decisión también estuvo el municipio de Buenaventura el cual al igual que Tumaco, en aquel tiempo ésta costera población de Nariño presentaba las mismas condiciones de precariedad económica.
“Arrancó embelleciendo de Tumaco”
Después de que se oficializó la visita del Sumo Pontífice, recordó también aquellos momentos en que él, junto a otras personalidades dieron inicio al embellecimiento estructural de Tumaco. En aquel tiempo don Ernesto Káiser quien fungía como alcalde llegó al taller de Alex Córdoba en compañía del obispo de la Diócesis de Tumaco; monseñor Miguel Ángel Lecumberri.
Cuando ingresaron a su modesto lugar de trabajo, le dijeron que tenía un gran compromiso con la población y que por favor dejara a un lado sus actividades diarias por 4 meses para que se dedicara a la organización del evento. Dicho eso, fue nombrado secretario general de la visita papal.
Así fue como empezaron a preparar los desfiles, a pintar los postes y las casas de las vías por donde se había previsto hacer el recorrido del Papa. En esa titánica labor se pintaron de blanco y amarillo más de 200 postes, con dichas tonalidades que en sí representaron la bandera del Vaticano.
Los festones que se pusieron de lado a lado de las calles eran de colores alusivos a las banderas de Tumaco y del departamento de Nariño. Para complementar esas labores de embellecimiento, recuerda que Pintuco donó 4.000 galones de pintura.
Para evitar aglomeraciones en la entrega de los galones, decidió que lo mejor era repartir la pintura en horas de la madrugada. Por eso entre la 1:00 y 2:00 de la mañana, estacionaba a un lado de las vías un camioncito en el que transportaba los galones de pintura.
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Una vez descendía del automotor, golpeada las puertas de las viviendas para que sus residentes salieran a recibir los galones. Él mismo se encargaba de distribuir las tonalidades, con el propósito de que los colores no se repitieran en las fachadas de las casas vecinas.
Cuando los jefes de hogar recibían los galones, las brochas y el thinner, Alex les insistía diciendo que frente a sus casas iba a pasar el Papa Juan Pablo II y por eso debían pintar sus viviendas. En el desarrollo de su jornada, a la vez que les agradecía por la acogida, se disculpaba por haberlos hecho levantar a esa hora de la madrugada.
Ese fue un trabajo de largo aliento que también incluyó a aquellas señoras que se encargaron de elaborar los festones. Para que esa tarea rindiera, recuerda que las madres de familia dividieron labores, es decir mientras unas desenrollaban la piola, otras recortaban el plástico y lo pegaban con colbón.
Faltando 5 días para la visita papal, aceleraron las labores encomendadas y por eso se quedaban desarrollando sus actividades hasta la 1:00 de la madrugada. Cuando las tareas se iban concretando, el comité organizador iba contratando a varios jóvenes para que templaran los festones en los postes.
Paralelas a esas labores, comenzó el adoquinamiento de la vía por donde iba a pasar el papamóvil, cuyo recorrido estaba previsto iniciar en el aeropuerto para luego tomar la avenida La Playa, posteriormente arribar hasta el sector de El Pindo para llegar hasta el entonces parque San Judas.
Además se ubicaron 10 puntos de hidratación que consistían en canecas suministradoras de agua. Y para sombro de muchos, esa fue la primera vez que llegó a Tumaco agua en bolsa, la cual Alex recuerda que fue donada por gaseosas Postobon.
Sobre la parte lateral de la cancha San Judas se construyó una pared falsa de 4 metros de alto por 12 metros de largo. Esa estructura servía de cortina para evacuar al Papa en el caso de que se hubiese presentado una emergencia.
Para dicha visita no se omitió ningún detalle, hasta en el hospital San Andrés de Tumaco se disponía de sangre alusiva al RH del Sumo Pontifice. De igual manera, se ubicó a una monja y a un militar que tenían el mismo tipo de sangre del Papa.
En el centro asistencial, les fue acondicionada una sala de donación desde la cual la religiosa y el soldado miraron por televisión la visita de Juan Pablo II.
De un depósito de madera, la delegación liderada por Alex recibió la donación de varios troncos, los cuales fueron muy bien cortados a una altura de 50 centímetros. Para que los 600 religiosos que se iban a sentar cerca al Papa las butacas artesanales fueron decoradas con coloridos cojines que fueron elaborados por monjas de las diferentes comunidades religiosas de Pasto, Túquerres e Ipiales.
En el marco de esos actos de fe, los devotos acondicionaron como papamóvil a la única camioneta con platón que en ese entonces circulaba por las calles de Tumaco. Para que el Sumo Pontífice tuviera de donde sujetarse, se instaló un tuvo de hierro el cual estaba forrado en espuma y cubierto con terciopelo morado.
‘Llegó el esperado día’
Luego de tanto ajetreo, por fin llegó el 4 de julio, fecha en la que desde tempranas horas de la mañana las multitudes se congregaron en el parque San Judas para escuchar al Sumo Pontífice.
Las caravanas vehiculares que desde la víspera arribaron desde Ipiales, Túquerres, Imues y Pasto entre otros municipios de la región pernoctaron en las playas de El Morro y a las 5:00 de la madrugada, los devotos abordaron las chivas o carros escalera para dirigirse hasta la cancha San Judas, donde mestizos, indígenas y afrodescendientes se alistaron para entregar sus más humildes ofrendas.
Una vez arrancó el desfile, en el papamóvil, el Papa iba en el centro de la parte trasera de la camioneta y a los lados Ángelo Acerbi y Miguel Ángel Lecumberri. Para soportar los más de 30 grados celsius de temperatura, Juan Pablo II llevaba puesto un sombrero, pero llegando al puente del medio parece que se descolgó una de las cuerdas que sostenía unas banderas y le pegó al sombrero, afortunadamente ese hecho no pasó a mayores.
El papamóvil transitaba a 30 kilómetros por hora y la línea de honor que era la encargada de darle la bienvenida estaba conformada por 7 personas entre ellas el Ministro de Defensa, el Obispo de la Diócesis de Pasto, el presidente del Concejo de Tumaco y 2 monjas que siempre estaban en las visitas papales.
Estando en la cancha San Judas y luego de varias intervenciones, el Papa rompió el protocolo y se dirigió hasta 2 humildes viviendas. Allí una vez bendigo a sus habitantes les regaló unos cuantos dólares.
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Después de unos minutos regresó al templete, representantes de los pueblos indígenas Awá del municipio de Ricaurte (Nariño) y Kamëntšá Biyá de Sibundoy (Putumayo) le entregaron sus ofrendas.
Cuando el Papa terminó su intervención bendijo a Tumaco y a todos los asistentes que estaban a su alrededor. Su arribo al aeropuerto se produjo pasadas las 10:00 de la mañana y cuando la comisión organizadora regresó al parque San Judas, se percató de que no estaban los butacos artesanales de madera, pues algunos de los más de 20.000 asistentes se los habían llevado como reliquia.
Ese día, la aeronave en la que iba el Sumo Pontífice despegó cerca a las 11:00 de la mañana. Durante los 160 días que Alex estuvo al frente de la visita papal, indicó que a Tumaco lo visitó 5 veces el entonces presidente de Colombia Belisario Betancur Cuartas.
A la visita papal realizada en Tumaco, también asistieron indígenas del pueblo Kamëntšá Biyá del alto Putumayo.
En su visita, su santidad Juan Pablo Segundo demostró su bondad por las familias más humildes de Tumaco.