El Museo de la Memoria, que se ubica en una antigua escuela del casco urbano del corregimiento El Placer, es un escenario de resignificación de la violencia y los daños que esta ocasionó al tejido social de los habitantes del Valle del Guamuez. Un espacio que recorre el tiempo a través de imágenes, pinturas, objetos y mensajes de quienes padecieron los rigores de la guerra.
En sus inicios el territorio del Placer, fue escenario de paz hasta que por los años 1980 la gente que llegó de otras regiones del país empezó a cultivar coca y con ello los grupos armados ilegales entraron a controlar la economía ilícita.
Los orígenes del museo se remontan al año 1996, cuando el padre Nelson Cruz Soler decidió recolectar piedras con figuras y olor particular para ser exhibidas en una sala de la parroquia. Luego con la llegada de las autodefensas el 7 de noviembre de 1999 y los enfrentamientos con las extintas Farc, el museo de Piedra, como se le conocía, fue espacio para guardar material bélico y prendas que el sacerdote encontraba a su paso por la zona rural del municipio. A este nuevo lugar le llamó: Galería Bélica.
En el año 2011, un grupo de mujeres docentes gestionaron ante el Centro de Memoria Histórica, el proyecto para elaborar el libro relacionado con la historia del Placer y con esa motivación, se retomó la iniciativa del padre Nelson, recopilaron los objetos abandonados y se eligió la escuela de primaria ubicada frente a la antigua estación del Policía, donde antiguamente se presentaban enfrentamientos entre las autodefensas y las Farc.
Hoy el Museo de la Memoria, es custodiado simbólicamente por un grupo de voluntarios de diez hombres y mujeres que trabajan para que la memoria siga viva en las nuevas generaciones de niños y jóvenes del territorio.
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Guardiana de la memoria
Maria Estela Guerrero Cuarán, de 66 años, tuvo 4 hijos, llegó en su infancia al Placer, fue enfermera, hoy se dedica a la agricultura y además se le conoce como la “Guardiana del Museo”. En su memoria guarda los recuerdos bonitos y dolorosos de su pueblo que expresa a través de los versos y poemas que compone para que a nadie le falle la memoria.
Relata que, con la llegada de la coca, la gente se fue armando para defender sus intereses. “Llegaron los grupos armados y todo se fue poniendo feo. Al inicio las Farc eran la ley en el pueblo y la comunidad le consultaba las quejas de la gente. Ellos paseaban libremente por las calles de la población como si fueran la ley” comenta María Estela.
Recuerda que el domingo 7 noviembre de 1999, todo cambió con la llegada de los paramilitares. Ese día todos estábamos en nuestras rutinas, algunos iban a misa, el comercio se mantenía igual, eran las nueve de la mañana y la población fue sorprendida con disparos.
“Llegó un camión lleno de paramilitares y a quienes se movían le disparaban, algunos intentaban huir y de una le disparaban. Ese día mataron a 11 personas de la población, dos de ellos eran inocentes de la comunidad. Desde ese día la gente en medio del miedo abandonó sus propiedades y se fue” relató.
Luego de la masacre, los paramilitares se fueron, pero volvieron a los dos días y se apoderaron de las mejores casas abandonadas y así iniciaron los enfrentamientos con las Farc.
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Pedagogía de memoria
El museo es un espacio para que los estudiantes puedan hacer memoria, para el aprendizaje de la historia y la creación de contenidos educativos que ayudan a la construcción de paz.
La escuela, donde se ubica el museo, fue escenario de enfrentamientos armados y en el año 2012 uno de los estudiantes murió como consecuencia de la detonación de un artefacto explosivo que cayó cerca de la infraestructura.
“Estamos sembrando en los jóvenes para que esto no termine, que sea un referente de la memoria en el municipio, en el departamento y en Colombia, en la frontera con Ecuador, desde acá estamos contando nuestra historia. Este es un trabajo que no tiene fin, estamos dejando un legado de pedagogía para nuestras futuras generaciones” comenta la profesora Alba Lucía Gelpud.
El antiguo espacio de la escuela José Asunción Silva, fue recuperado con esfuerzo de la comunidad y hoy es visitado por nativos y extranjeros que llegan a conocer la memoria del conflicto.
Actualmente, se cuenta con las siguientes salas: Sala Huellas del Conflicto, Sala de los Ausentes, Sala Historia Natural, Sala de Psicología, Sala Presente y Futuro, Sala Artes y Oficios y Sala múltiple. También hay espacio para realizar tejidos, leer y dialogar tranquilamente.
Apoyos a la iniciativa de Memoria
El Centro de Memoria fue el primer aportante a la iniciativa, luego la cooperación internacional junto a la Unidad de Restitución de Tierras. Con los aportes se ha logrado reconstruir la infraestructura física de la escuela donde se ubica el museo y actualmente recibe el apoyo de alcaldía local con una persona que hace la guianza a través de las salas.
“Si uno no hace memoria, se olvida y se sigue repitiendo el dolor que el conflicto nos dejó. Queremos aportarle a la paz haciendo memoria, no queremos que esto que vivimos se vuelva a repetir” precisó la docente.