Algunos libros de historia relatan en sus páginas que hace varios siglos existió en la zona del Quindío un cacique llamado Calarcá. Era un hombre fuerte, de facciones duras que media casi 1,90 metros. Dicen que siempre se caracterizó por su seriedad y entrega a su pueblo. Pero se hizo famoso porque fue uno de los pocos a quien los españoles no pudieron dominar durante la Conquista. En Chaparral (Tolima) en su honor y por su histórica rebeldía, se construyó una estatua con sus rasgos físicos, representando la cultura viva en 11 comunidades indígenas Pijao.
Según la historiadora Rosa Triana de Chaparral, Calarcá luchó hasta su muerte convirtiéndose en símbolo de resistencia y lucha para las nuevas generaciones. «Porque los Pijaos fueron los indígenas que más resistencia hicieron al ejercito español, nunca pudieron ser dominados. Yo creo que aquí vendría de cajón la frase de Juan de Castellanos que dice: “muertos pueden ser, más no rendidos a condición de servir esclavos”».
La consigna de uno y otros era sacarlo del territorio, y en ese proceso entre abusos y atropellos se cometieron masacres y convirtieron al pueblo Pijao en los primeros desplazados de la época. Muchos vejámenes, destrucción, quema de fuertes, de ranchos, todo con el afán de los españoles de apoderarse del territorio. En Quindío era alabado como un poderoso guerrero que defendía su pueblo, pero más allá a escasos kilómetros de distancia en el Tolima, Calarcá es condenado por su “salvajismo”, este último motivo de muerte.
“El cacique Calarcá de los Pijaos, era enemigo acérrimo del cacique Coyaima quien, según algunos historiadores, ayudaba a los españoles y tenían una divergencia enorme. La enemistad entre el cacique Baltazar y el cacique Calarcá tiene un punto de encuentro. Una hermosa mujer española quien fuera la esposa del cacique Baltazar y con quien tuvo un hijo, y al parecer en un afán de venganza de celos, Calarcá secuestró al hijo de la española y el cacique Baltazar, enviándole muchos días después una bolsa con los huesos de su hijo. De ahí toma la venganza Baltazar y asesina con una lanza al cacique Calarcá”, relató Rosa Triana. Esta acción fue, para varios reseñadores de su historia, la que produjo su muerte ya que constituía una seria amenaza a las pretensiones del imperio español.
En 1886 se funda la ciudad de Calarcá, Quindío, en honor a su nombre, pero años más tarde terminando la década del 60 del siglo XX se hizo un reconocimiento a Calarcá, acuñando su imagen aguerrida en la moneda de 10 centavos hoy fuera de circulación, pero muy importante para aquella época. Él y los Pijaos hoy reseñan un ejemplo de lucha y de rebeldía.