La Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) dejó un trágico saldo de más de 10 millones de muertos. Y aunque el escenario de ese enfrentamiento estaba al otro lado del Atlántico, también tuvo repercusiones en nuestro país, pues nos convertimos en el destino de quienes buscaban refugio. Barranquilla era en ese entonces el principal puerto. La aviación y la radio fueron el resultado de la combinación de conocimientos que ocurrió entre barranquilleros y migrantes, especialmente alemanes, italianos y sirio libaneses; estos últimos ya venían llegando desde finales del siglo XIX.
La Voz de Barranquilla, primera emisora comercial del país, fue inaugurada el 8 de diciembre de 1929 con programación en vivo. Esta emisora, y las que se fueron creando en la Costa colombiana, conectó al país con fenómenos culturales y deportivos que ocurrían en el Caribe y Estados Unidos.
A la Voz de Barranquilla le siguieron otras, como Emisora del Atlántico, La Voz de la Patria, Emisoras Unidas. Estas y muchas otras más -no solo en Barranquilla, sino también en Cartagena- jugaron un papel importante en la divulgación de beisbol y del boxeo y de nacientes ritmos como el bolero, la guaracha, el son y, por supuesto, el jazz. Todos esos ritmos influyeron de manera definitiva en la formación de grupos musicales en Colombia.
Con la radio costeña, nuestro país se fue conectando con el mundo, a la vez que fue posible que nuestras fronteras se conectaran con el interior. La música, el boxeo, el béisbol y la narración deportiva tuvieron un desarrollo determinado por ese vínculo que pudo establecerse gracias a la radiodifusión. Distintos ritmos entraron y se quedaron para mezclarse y encontrar un estilo propio, con gran aceptación en el público. Las migraciones de alemanes, italianos y sirio libaneses contribuyeron a que se creara la radio, y luego esta permitió que llegaran ecos de gustos que provenían de los Estados Unidos o de países como Cuba.
El jazz nació a principios del siglo XX como una expresión cultural propia de las comunidades afroamericanas de Estados Unidos, que, sumergidos en un contexto de segregación y discriminación, hallaron en la música un canal artístico que conectó su condición social con su lucha por construir una identidad propia. Ese género ingresó también con mucha fuerza por la radio costeña y poco a poco permeó ritmos que orquestas locales, como la de Lucho Bermúdez, incorporaron con notable sutileza y elegancia.
El béisbol y el boxeo se transmitieron por radio en Cartagena y Barranquilla desde los primeros años de la década de 1930. Desde ese momento la narración deportiva empezó a ser un oficio, no solo en la Costa, sino en el interior del país. De hecho una de la peleas emblemáticas que se dieron en la capital fue aquella en la que el polémico Mamatoco (Francisco Pérez) se enfrentó a Bill Scott, en 1934. El narrador fue el costarricense Carlos Arturo Rueda C., quien más tarde sería una de las voces emblemáticas de la Vuelta a Colombia, competencia ciclística de gran tradición.
En el caso del béisbol hubo locutores que tuvieron mucha influencia como el argentino Buck Canel, que era una figura de la narración deportiva en Estados Unidos. En nuestro país, algunos de los nombres que sentaron importantes precedentes en este campo fueron Melanio Porto Ariza y Marcos Pérez Caicedo. Este último es recordado también por haber sido la poderosa voz de Repórter Esso.
Con el béisbol y el boxeo, la narración deportiva se volvió un oficio. Quienes optaron por él lograron asimilar y darle forma a la idiosincrasia de las audiencias para hacer de sus narraciones relatos graciosos, alegres, con la tensión propia de las buenas historias.
La radio costeña fue definitiva para la divulgación de la música y el deporte. Su papel es crucial en la historia de la radiodifusión en Colombia.