Serie: Colombianos en días de pandemia. Capítulo 4.
“Nuestro pueblo en Colombia, contaba con 4.858 integrantes, pero según el último censo que hizo el Dane en el 2018, solo quedamos 2.700. Unos abandonaron el país; otros, están buscando el sustento cuando vienen a censarnos, así que en definitiva no hay una cifra exacta”.
Es Ana Dalila Gómez, miembro del pueblo Rrom o gitano, el cual constituye el 0,01 por ciento de la población nacional. Una cultura que tiene sus cimientos según algunos miembros de la comunidad y otros indican que provienen de las 12 casas de Israel y que generó migraciones de romaníes a Colombia hace 500 años.
Asegura que han superado muchas batallas que incluyen desplazamientos forzados a causa del conflicto armado, confinamientos, segregación y rechazo social. Por ser un pueblo identitario con fuertes fronteras étnicas, lograron ser reconocidos como minorías en el país y bajo el decreto 2340 del año 2015, el cual creo la dirección de Asuntos Étnicos, Rrom y Minorías a través el Ministerio del Interior, donde se les otorgaron derechos como población vulnerable.
Esos intentos por ser reconocidos, que datan desde su llegada al país, duraron años sin tener efecto hasta que en la década de los 90, en medio de manifestaciones y protestas, se dio origen al Proceso Organizativo del Pueblo Rrom de Colombia (PROROM) y la Unión Romaní.
Dalila explica que se caracterizan por ser una etnia fácilmente adaptable a las circunstancias: resistentes, amantes de la vida, la libertad y para quienes no existen fronteras pues viven del día a día, del comercio y de recorrer el mundo en busca experiencias. Pese a esto, se asentaron en 11‘kumpanias’ o comunidades, ubicadas en Bogotá, Norte de Santander, Tolima, Sampués (Sucre), Atlántico, Nariño, Cundinamarca, Antioquia, Santander, en Córdoba se ubican en los municipios de Sahagún y Chinú.
Y ahora viven una etapa de confinamiento producto de la emergencia sanitaria por Covid-19 que ha dejado entrever, según ella, que los derechos y necesidades de su pueblo no han sido prioridad para el Estado.
“Estamos como huérfanos. Las ayudas humanitarias han sido precarias, no hemos tenido apoyo para elementos de seguridad sanitaria y es que ni una botella de alcohol ha llegado a las kumpanias”, asegura.
“La situación se agrava” asegura el romaní Farid Gómez, representante de la kumpania de Bucaramanga, porque señala que el 98 por ciento de los gitanos son trabajadores informales y han sufrido los efectos de la parálisis económica en medio de la pandemia, dejando sin alternativas de subsistencia a su pueblo, que entre otras, no cuenta con reservas monetarias que les permitan subsistir.
“Nuestro sustento es la quiromancia o lectura de manos, la ornamentación, el comercio de productos, la venta de carros y de bestias, pero ahora nada de eso se puede hacer; entonces, ¿de qué vamos a vivir? Si a esto se suma que dentro de nuestra cultura nosotros no poseemos propiedades, el pueblo gitano vive en arriendo”, comenta.
La Dirección de Asuntos Indígenas, Rrom y Minorías contempla 17 funciones encaminadas a la atención de la población étnica: “Coordinar con las instituciones gubernamentales la elaboración, ejecución y seguimiento de las políticas públicas dirigidas a comunidades indígenas, minorías y Rrom y llevar el registro de los censos de población, autoridades tradicionales reconocidas por la respectiva comunidad y asociaciones del pueblo Rrom”.
El cumplimiento de la atención al pueblo gitano se ha trasladado a las alcaldías locales y gobernaciones y es así como Horacio Guerrero, subdirector de Asuntos Étnicos de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, reconoce que si bien se han entregado algunas ayudas alimentarias, hay insuficiencia de ayudas humanitarias para el pueblo gitano:
“Créame que hay momentos en los que se siente impotencia por la situación que están viviendo. Tienen razón en que es insuficiente la ayuda alimentaria, se les ha dado dos veces. Y por esto, se ha planteado que el pueblo Rrom sea incluído en el programa de ‘alojamiento solidario’, porque ellos viven en arriendo”, explica Guerrero.
El funcionario agrega que, con el acompañamiento de diversas entidades gubernamentales y distritales, ya se ha iniciado el estudio de una estrategia de reactivación económica, tras ser conscientes que “los ingresos del pueblo gitano están reducidos casi a cero, producto del apagón económico que ha tenido el país, además que su labor de subsistencia es informal”.
Sin embargo, hay situaciones de tipo cultural que para las autoridades distritales y nacionales no han sido fáciles de manejar. El pueblo gitano, desde el año 2004, pertenece al régimen subsidiado de salud y tienen atención garantizada, pero hacer visitas o tener acercamientos con mujeres y hombres por parte de personal médico, tiene ciertas restricciones.
“A una gitana no la puede atender personal de salud masculino y así mismo sucede con los hombres; no pueden ser atendidos por personal médico femenino, lo que en épocas de emergencia sanitaria y con escases de personal puede complicar su atención”, explica Horacio Guerrero.
Para estos casos, las alternativas están en mediar con una persona de una mayor jerarquía, es decir un adulto o consultar con su principal y propia autoridad los ‘Kriss Romaní’. Ellos autorizan o no muchas acciones al interior de las kumpanias.
Pero hablar con gitanos de confinamiento no solo abarca la pandemia o situaciones de seguridad. Dentro de su cultura, en una vivienda pueden pernoctar entre dos y cinco familias, lo que señala Farid, genera otros riesgos en medio de la emergencia por coronavirus:
“En este momento a Bucaramanga me llegaron 10 familias más a la kumpania, y por el aislamiento preventivo no he podido registrarlas y que queden censadas. Es decir, no habría tampoco ayudas para ellas del Gobierno porque no existen.”
Las quejas, riesgos y necesidades del pueblo Rrom son a nivel nacional. Sin embargo en Bogotá, al estar ubicados en la localidad de Kennedy al sur de la capital, la cual está en alerta naranja por propagación de Covid-19, la situación según la autoridad local es más delicada.
“Los gitanos allí están en mayor riesgo, así que es necesario implementar protocolos de protección al anterior de sus kumpanias y ya estamos abordando todos los temas de bioseguridad para apoyar su cuidado teniendo en cuenta que esta localidad es la más afectada de la capital por coronavirus”, explica la Subdirección de Asuntos Étnicos de la capital.
Han decidido respetar la cuarentena a toda costa y por esto resolvieron que sus hijos no volverán a estudiar, hasta que la situación no esté completamente normalizada, señala Dalila, al recordar que el pasado 8 de abril se conmemoró el Día Mundial del Pueblo Gitano.
Esa fecha se ha caracterizado por bailes al son del flamenco, rumba catalana, sevillanas y más, comida a base de cerdo y atuendos de gitanas envueltas en telas de ceda y color, y es ahí donde asegura Dalila, “el coronavirus trajo al pueblo Rrom una distancia que pesa y como todo por este tiempo, se celebró virtualmente”.
El pueblo Rrom, en voz de su representante nacional, hace un nuevo llamado al Gobierno para que se les proporcione opciones económicas y humanitarias que permitan solventar la crisis, pero ante todo, que apliquen con ellos también protocolos de bioseguridad, argumentando que “la salud es la felicidad del alma y un cuerpo sin salud nunca tendrá libertad”.
Escuche aquí el informe completo sobre la situación del pueblo gitano en medio de la pandemia por Covid-19: