La literatura es como un océano. No sólo es enorme por la cantidad y diversidad de obras que se producen, sino que también es profunda y misteriosa. Leer la página de un libro es abrir una ventanita que se asoma al complejo abismo de todo eso que está detrás de las palabras.
Quizás por esta razón leer es, a veces, también una invitación a detener la lectura, a dejar que las palabras se queden en la cabeza en una especie de cata, de deleite y descubrimiento de sabores ocultos.
Hago esta introducción porque así es la experiencia que propone la escritura de Cristian Alarcón, el escritor chileno, radicado en Argentina, que acaba de recibir el Premio Alfaguara de novela.
Sus orígenes como escritor están en el periodismo, en la fascinación por descubrir historias y contarlas. En ese camino fundó Anfibia, en 2012, la revista digital de crónicas y ensayos narrativos editada por la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). También, desde ese año, es líder del proyecto Cosecha Roja, una red de intercambio y formación de periodistas judiciales de América Latina que, en palabras de ellos, “funciona como un espacio de difusión del debate en torno a los Derechos Humanos”.
Guiado por este interés periodístico ha publicado dos libros que son un cruce delicado entre la ficción y la realidad: Cuando me muera quiero que me toquen cumbia y Si me querés, quereme transa.
En el primero, editado en 2003, cuenta la historia de Víctor Manuel “El Frente” Vital, un delincuente de 17 años de las villas de San Fernando que murió acribillado por la policía el 6 de febrero de 1999. Vital era una especie de Robin Hood que repartía entre los vecinos lo que robaba y, luego de su muerte, dio origen a la figura de un santo que es capaz, dicen los que creen en él, hasta de cambiar la dirección de las balas.
En Si me querés, quereme transa, publicado en 2010, Cristian Alarcón presenta las historias que se tejen cuando cinco clanes se disputan la distribución de cocaína en una villa bonaerense. En ese marco una mujer, Alcira, logra sobrevivir valiéndose de su astucia y su capacidad de mirar a los ojos, sin miedo, a la muerte. Así, el autor logra poner en escena una sociedad donde la violencia reina y nadie sabe qué destino le depara el mañana.
Ahora, Cristian Alarcón gana el Premio Alfaguara 2022 con El tercer paraíso. Este es un libro que nació en la pandemia producto de la escritura del ensayo Nuestro futuro, un texto en el que reflexiona, como el título lo indica, sobre el futuro de una sociedad que está viviendo todos los días el miedo a la muerte.
A partir de esta reflexión, Alarcón construyó la historia de un hombre que, producto de la pandemia y el aislamiento al que lo obligó, se retira a una cabaña en las afueras de Buenos Aires. En ese lugar ocupa su tiempo cultivando plantas y dedicado al estudio de la botánica y las grandes expediciones científicas del siglo XVIII. Entonces el libro usa las plantas como mecanismo para reconstruir el pasado. En palabras de Alarcón: las historias van y vienen “desde el niño marica y la violencia que atraviesa su clase, a la necesidad de narrar la construcción de un jardín”.