Gran parte de la vida de la periodista y escritora Carolina Jaramillo Seligmann ha girado en torno a un balón de fútbol. En sus primeros años, la pelota fue el juguete favorito con el que se divertía con sus amigos; en su preadolescencia fue el tema de conversación con el que “descrestaba” a los amigos de su papá; en el colegio, fue el detonante que le hizo cuestionarse por qué le decían el fútbol era cosa de hombres; en su etapa universitaria, fue el “pretexto perfecto” para escribir sobre deportes en el periódico de la alma mater- siendo la primera mujer en hacerlo-, y para realizar posteriormente un máster en periodismo deportivo en España.
En su vida profesional, el balón ha sido incentivo para desarrollarse como investigadora, generadora de contenidos y estratega de comunicaciones en el campo del marketing deportivo, y la inspiración para escribir, hasta ahora, dos libros: ‘Fútbol en Colombia’, publicado en el 2007, y más recientemente, ‘Balón de cristal, una historia del fútbol femenino en Colombia’, un texto que surge de la necesidad de la autora de contar esa parte de la historia del balompié nacional que no se ha hablado mucho y que menos visibilidad ha tenido.
“Cuando comencé a trabajar con deportistas conocí a varias jugadoras, y empecé a entender un poco más cómo era la estructura y la situación del fútbol femenino, a comprender el contexto mundial, a ver la falta de apoyo y cómo era bloqueado no solo en el país sino en el mundo, y así fui haciendo 'zoom' hasta llegar a Colombia para tratar de conocer quiénes fueron las pioneras que labraron este camino hasta acercarme a las jugadoras actuales”, comenta Jaramillo.
Primer tiempo
Así en medio de arduas investigaciones, revisión de las pocas noticias, literatura, videos, charlas, y a través de entrevistas con jugadoras le fue dando forma a su ‘Balón de cristal’, “una deuda pendiente que yo tenía con el fútbol después de mi primer libro, una deuda con esa generación, la de ‘Chicas Superpoderosas’, que puso al balompié colombiano jugado por mujeres en la retina del gente, para de ahí en adelante contar lo que ha pasado con la supuesta profesionalización, y tratar de dar un contexto de lo que pasa actualmente ”, señala Carolina.
El libro cuenta parte de esa historia propia de una niña a la que de alguna manera se le cuestionaba el incursionar en terrenos que solo eran para hombres. “Para mí, fue un poco extraño al comienzo, no entendía (y aún muchas veces no entiendo) las razones sociológicas, antropológicas de ese prejuicio, y siento, inclusive después de haber escrito el libro, que hay hombres que creen que el fútbol fue algo que nació con ellos, que les pertenece solo a ellos y que sienten como una amenaza el hecho de que las mujeres intenten entrar”, explica Jaramillo.
El texto comienza contando algunas curiosidades que sucedían por ejemplo en Inglaterra, donde después de la Primera Guerra Mundial, la Federación Inglesa de fútbol se percata de que el fútbol femenino ha tomado un gran auge mientras los hombres estaban en la guerra, y que la gente empieza a interesarse más en ellas y decide bloquearlas por temor y sale un grupo de médicos eruditos, altos académicos, a decir que el fútbol es peligroso para la salud de la mujer, que incluso las puede dejar infértiles, lo que era publicado en los periódicos para bloquear el fútbol femenino, y otras historias que sucedieron sobre todo en Europa a finales del siglo XIX e inicios del XX.
“Luego vienen las historias del fútbol colombiano contadas por sus protagonistas, pioneras como Myriam Guerrero, Amparo Maldonado, Liliana Zapata quienes empiezan a abrir el camino, y cómo ellas se convirtieron en esas maestras hasta llegar a una generación que tiene más de 30 jugadoras en las mejores ligas del mundo, incluida la mejor jugadora latinoamericana en España que es Leicy Santos”, indica Carolina.
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Rompiendo el cristal
La escritora entrevista a más de 40 futbolistas en charlas informales con las que trata de reconstruir las historias del fútbol femenino a través de las vivencias y experiencias de mujeres que sin importar el qué dirán, han luchado en un entorno marcadamente masculino y renunciado a muchas cosas por hacer lo que más les apasiona que es jugar al fútbol.
“Uno de los relatos que más me gusta es el de Leicy Santos, que aparte de ser una maravillosa persona, tiene una historia muy bonita. Ella es de Lorica, Córdoba, de una familia muy humilde de pescadores, que empieza a jugar fútbol muy chiquita con su hermano. Un ojeador y amigo de la familia la ve y le dice que vaya a probarse a Bogotá, toda la familia se traslada a la ciudad para apoyarla, teniendo que pasar dificultades económicas, las cuales va superando hasta convertirse en referente del Atlético de Madrid femenino, jugando en las principales competencias europeas, es una historia muy emotiva”, cuenta Jaramillo.
La autora destaca, asimismo, referentes como Natalia Gaitán con importante participación en el fútbol de España; a Daniela Montoya, figura del Junior de Barranquilla y campeona de la liga del año anterior con el Deportivo Cali; a Catalina Usme, máxima goleadora de la Copa Libertadores femenina en 2020; a Isabela Echeverri; Yoreli Rincón; Lady Andrade; entre otras, muchas de ellas inclusive con títulos universitarios y manejo de otros idiomas.
En Colombia, resalta Carolina, “tenemos muchas jugadoras muy representativas, eso ha hecho incluso que las niñas las vean como un ejemplo a seguir, y se planteen la posibilidad de jugar fútbol como una alternativa de vida. Eso empieza a cambiar la narrativa y la forma en que la gente percibe a las mujeres que juegan fútbol”.
‘Balón de cristal, una historia del fútbol femenino’ sin duda también se convierte en un referente, en un documento necesario no solo para conocer estas historias sino como una forma de visibilizar el fútbol femenino, el empoderamiento de la mujer y como una forma de cimentar la equidad en el fútbol.
Es un título que tiene muchas connotaciones para la autora, pero que hace relación principalmente a dos temas, según explica Jaramillo: “al término ‘techo de cristal’ del que tanto se habla, que es ese techo invisible que de alguna forma tenemos las mujeres para llegar a determinados lugares, y en el fútbol hay un techo de cristal que se ha ido rompiendo, pero que continúa; y también un balón de cristal es un balón al tiempo duro pero frágil. Yo quise hacer esa analogía de que si bien Colombia tiene tremendas jugadoras reconocidas en el mundo, el fútbol femenino es aún muy frágil, está sostenido por hilos y todavía le falta mucho para ser lo suficientemente robusto y fuerte como sería un balón de cuero”.