El 14 de julio de 1811 vio la luz el primer ejemplar de La Bagatela, el periódico que fundó Antonio Nariño. Casi un año exacto antes, él se encontraba arrestado en Cartagena, cumpliendo un periodo más de encarcelamiento, de los muchos que soportó como consecuencia de la traducción e impresión de los Derechos del hombre y el ciudadano, en 1793.
Unas semanas después de que el pueblo gritara independencia, Nariño fue liberado y no tardó mucho en esgrimir su mejor arma: las palabras. Él creía en la libertad como un valor absoluto y en la importancia de un gobierno central, como la alternativa para evitar el caos de la reciente independencia y el mecanismo para impedir una reconquista. Por estas razones invirtió todo su empeño en convencer a los conciudadanos y, para tal fin, creo La Bagatela.
Este era un periódico que tenía como uno de sus principales objetivos reiterar las razones por las que se daba un grito de independencia y por qué este era absolutamente legítimo. Muchos artículos trataban de mostrar el horror de volver a un modelo colonialista y esclavista, al que se regresaría si no se tomaban las decisiones adecuadas.
Este sentido premonitorio de Nariño se debía, en gran medida, al conocimiento que tenía sobre los movimientos políticos en Europa. Al estudiar las relaciones entre los imperios que caían y los que surgían, pudo prever que España respondería a los ímpetus independentistas con fuerzas desmedidas. Entonces uno de los objetivos de La Bagatela fue formar en los lectores un sentido crítico sobre la realidad que estaban viviendo, pero también sobre los estragos de la que podría venir.
Y aunque este objetivo no se disimulaba en La Bagatela, las páginas materializaban las reflexiones con formas poco convencionales. Sin reserva, Nariño se valió del género epistolar para que los lectores entraran en una relación más cercana con sus ideas. De allí aparecieron las famosas cartas de "El Filósofo sensible a una Dama su amiga" y las cartas entre el autor de La Bagatela y su amigo. Valiéndose de este recurso, Nariño compartía sus reflexiones y abría la puerta al diálogo sobre la realidad nacional, al tiempo que generaba en los lectores una curiosidad por cómo terminarían las conversaciones.
Así, cargada de pensamientos y recursos retóricos, La Bagatela se convirtió en un espacio para pensar al país que empezaba a labrar sus destinos. Su último número se publicó el 12 de abril de 1812 y termina con estas palabras:
Resumen del efímero que repetimos con gusto
Los eternos y bien conocidos enemigos de nuestra libertad se lisonjean cada día más con que hemos de ser reconquistados, y no pueden disimular el gozo que les causa esta esperanza. Lo manifiestan de todos modos y tienen el atrevimiento de decirlo. Lo peor para nosotros es que no carecen de fundamentos sus esperanzas; pues observaron la división, que se aumenta por momentos, y son testigos de nuestro abandono y criminal confianza. Abramos, pues los ojos, y frustremos los designios de nuestros enemigos tanto interiores como exteriores. Únanse las provincias para defenderse, sin reducir unas a la dependencia de otras, y seremos invencibles y felices.