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Pasto: la teoría del Big Band

La ciudad de Pasto, que en medio de la agitada vida colombiana de hoy lleva a cabo con los mejores resultados la tercera edición del  PastoJazz 2013, rubricó anoche la denominación de "Ciudad Sorpresa" cuando sobre las siete y treinta minutos de la noche abrió el telón del Teatro imperial para que los 40 jóvenes, niños y niñas que conforman lNEM Jazz Ensamble entregaran a sus conciudadanos un concierto impecable, preciso y alegre.
Siempre que aparece en escena una orquesta con este formato, que recuerda el esplendor de los salones que vieron triunfar a figuras de la talla de Tommy D"Orsay, Duke Ellington y Glenn Miller entre varios, se dibuja en la memoria del público la gracia, la elegancia y el romance de épocas pasadas que se llenaron de música con el sonido envolvente de trompetas, trombones, saxofones y una batería básica desde donde generalmente un director solista daba forma concreta a un repertorio en el que se recuerdan canciones como String of Pearls, In the Mood y la lírica Serenata a la luz de la luna.
La Big Band que hoy tiene Pasto no es inferior a estas características: El Maestro Albeiro Quiroz Monroy se empeñó en que sus discípulos se acercaran a este universo de un jazz elegante y para ellos realizó un dispendioso montaje de obras que se remontan a los albores del jazz en las calles míticas y pecaminosas de Soryville en New Orleans, a la era del swing propiamente dicho para dar ese sonido monumental de los vientos a una versión del "My Way" que hizo grande Sinatra para justificar su existencia; todo lo anterior matizado con dos obras de compositores colombianos y un Grand Finale latino con "Tequila", que ha resistido versiones en todos los estilos.
Pasto es, sin duda alguna, una ciudad musical como pocas en Colombia y la sola presencia de cuarenta muchachos, plenos de vigor, sentados frente a sus atriles, son el mejor augurio para el calor de una ciudad y para la justificación de un festival como PastoJazz.

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