Las hermanas Casas, doctoras de los muñecos de la infancia
La idea de crear esta clínica surgió gracias a los padres de las hermanas Casas Reyes, quienes eran amigos cercanos de Jorge y Segundo Bernal, fundadores de la Fábrica Nacional de Muñecos.
Cada año, cientos de muñecos pasan por la Clínica de Muñecos Casas Reyes en un proceso de sanación único y especial. Es un lugar donde no son las hadas madrinas las que dotan de corazón de fantasía a estos objetos queridos, sino las hermanas Casas, las doctoras que curan a estos entrañables compañeros. Esto recuerda la canción de Pinocho que llegó “al viejo hospital de los muñecos, malherido porque un espantapájaros bandido lo sorprendió dormido y lo atacó”.
Gladys, María Mercedes y Clara Inés han mantenido con gran mística y amor este negocio desde su inicio en 1978. Inicialmente, la clínica estaba ubicada junto a la clínica infantil de Colsubsidio en Chapinero. Sin embargo, en 2009, debido a problemas de seguridad en la zona, tuvieron que trasladarse al sector de Palermo, frente a otra clínica.
"Nuestra labor es dar vida a seres aparentemente inanimados, pero que tienen sentimientos transmitidos por sus dueños. Estos muñecos traen consigo recuerdos significativos, desde el día en que fueron regalados en el nacimiento, la primera comunión o el primer noviazgo. Son muchos los recuerdos que estos pacientes nos confían aquí en la clínica", afirma Gladys Casas.
Lo curioso de este negocio es que las hermanas tratan a los muñecos como a pacientes reales. Cuando un cliente los lleva para reparar los ojos, ellas sugieren que necesitan un tratamiento oftalmológico. Si tienen una pierna rota, les diagnostican la necesidad de un trasplante de cadera. Problemas en sus componentes internos indican la necesidad de un tratamiento cardiológico.
"Cuando el cuerpito es de tela, decimos que las vías digestivas están afectadas. Los muñecos de felpa, como ositos, perros y gatos, son especialmente apreciados por sus dueños. Estos pacientes también pasan por cuidados intensivos, intermedios y paliativos para garantizar su completa recuperación después de la hospitalización. Esa es la esencia de la clínica de muñecos, nuestra misión, y somos muy felices realizando esta actividad", destaca Gladys.
La idea de crear esta clínica surgió gracias a los padres de las hermanas Casas Reyes, quienes eran amigos cercanos de Jorge y Segundo Bernal, fundadores de la Fábrica Nacional de Muñecos.
"Nosotras crecimos entre muñecos, y la gente siempre nos asoció con ellos, a pesar de que cada una tenía sus propias actividades. Comenzaron a buscarnos para que mi mamá hiciera un vestidito o para que mi hermano reparara algún cablecito que se hubiera desconectado. Así, sin proponérnoslo, la casa se fue llenando de muñecos de diferentes personas, y así nació este negocio", relata.
Gladys también menciona que el mundo de los muñecos ha experimentado muchos cambios desde el cierre de la Fábrica Nacional de Muñecos. Esta fábrica producía muñecos finos y hermosos con moldes importados y excelentes materiales. Sin embargo, con la apertura económica durante el gobierno del presidente César Gaviria, empezaron a llegar al país muñecos chinos, más baratos y feos.
"Los muñecos que fabricaron, como los Ricardos y Angelinos, aún se conservan. Lo mismo sucede con las muñecas importadas de España e Italia, que siguen siendo relevantes porque la gente que las aprecia no las desecha y desea restaurarlas. Aunque hay muchos muñecos modernos, no dan la talla con los de antaño. La Barbie seguirá siendo la reina sin competencia. Recibimos muchas de ellas aquí", comenta Gladys.
La mayoría de los muñecos que llegan a la clínica presentan problemas en los ojos, según las hermanas. Entonces las hermanas le hacen “la historia clínica” para mirar que otros tratamientos de salud necesitan. Han tenido dificultades para obtener ojos artificiales porque la persona que los importaba dejó de hacerlo.
"Después de este paso, viene el embellecimiento, donde se hace el peinado, se pintan las mejillas, se maquillan las uñas y se atienden otros detalles. Luego sigue la parte del vestuario y el calzado, que es manejada por mi hermana María Mercedes, experta en confección. También contamos con un buen surtido de zapatos importados de Estados Unidos, ya que en el país no se consiguen zapaticos bonitos para muñecas", explica Gladys.
Luis Fernando Casas, hermano de las tres "doctoras de muñecos", desempeñó un papel crucial en el establecimiento de este negocio. Después, en 1987, se independizó y abrió su propia clínica en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde trabajó durante varios años. En 2019, Luis Fernando falleció, pero su cuñada Ana Inés continuó con la clínica, ya que también se encariñó con este oficio.
“Nosotras a veces necesitamos algunas cosas como pelucas, zapaticos, material fino, entonces Ana Inés nos las envía. También, cuando ella requiere algo, como, por ejemplo, un paño de peluche, nosotras se lo conseguimos”, recalca Gladys.
Por la clínica han pasado diferentes tipos de muñecos: Chuckys, Annabelles, Popeyes, Panteras Rosas, Mafaldas, Patos Donalds y Jordanos, entre otros. Los muñecos de felpa son los pacientes más asiduos a la clínica. Esto se debe, según Gladys, a que ellos crean un vínculo muy estrecho con los niños. También llegan muchos muñecos extranjeros y antiguos, como las muñecas de porcelana de la Segunda Guerra Mundial.
Las hermanas Reyes, en algunos momentos, han pensado en renunciar a este oficio; sin embargo, por el amor que le tienen a estos personajes, continúan sanando a sus pacientes. En la época de la pandemia, pensaron que este virus iba a afectar al negocio. Pero sucedió todo lo contrario. Se incrementó la atención de los muñecos porque la gente en casa se puso a arreglar los closets y el cuarto de San Alejo, y se reencontraron con estos queridos amigos olvidados en esos lugares.
También reconocen que algún día tendrán que dejar el negocio en manos de alguien que tenga ese sentimiento con los muñecos. Ya tienen pensado legar esa labor a dos de sus ahijados (sus hijos no quieren heredarlo), quienes ya han trabajado con ellas y tienen otro negocio similar.
"Al reparar costuras abiertas, devolver la suavidad a pieles marchitas o vestidos raídos y reponer el brillo al pelo gastado, también devolvemos alegría a tus recuerdos, dejando tus muñecos como eran cuando los viste por primera vez. Lo más bonito de esta labor es ver la cara de satisfacción de la persona a la que le entregamos su muñeco recuperado", concluye Gladys Casas Reyes.