En el ADN de los caucanos la chirimía es una marca indeleble. Y lo es porque el sonido de la flauta, la tambora o las charrascas acompaña cada momento importante de la vida cotidiana de su gente. De ello, dan prueba sus habitantes que la tienen como banda sonora en reuniones sociales, bautizos, matrimonios, campañas políticas y, por supuesto, en las alegres fiestas patronales embebidas en guarapo o chicha de maíz.
Por eso, un grupo de investigadores con el apoyo de entes gubernamentales de la región, se dieron a la tarea -hace ya varios años-, de compenetrarse con las voces del territorio para tratar de establecer La Ruta de la Chirimía Caucana. Fueron hasta veredas y caseríos donde artistas campesinos salvaguardan, por cuenta propia, ese tesoro llamado chirimía.
“Este proyecto lo que busca es adelantar acciones tendientes a la identificación, el reconocimiento y establecimiento de un plan que proteja la chirimía del departamento y que ayude a que sea declarada como Patrimonio Inmaterial de la región, y posibilitar su inclusión en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación”, explicó Alex Andrés López, director del proyecto.
Pese a ser una notable evidencia de la riqueza musical caucana, la chirimía no figura, siquiera, en una ordenanza departamental que le dé un sitial de honor como elemento cultural relevante.
“Por eso lo que se ha buscado es fortalecer esta expresión musical porque acá encontramos, por ejemplo, chirimías urbanas, campesinas, indígenas y de comunidades negras. El escenario es muy amplio y por serlo merece el debido reconocimiento. Es más que necesario”, argumentó el investigador López.
La chirimía es identidad
“Siempre ha estado presente porque es tradición e identidad”, recalcó el maestro chirimero, Walter Felipe Meneses, uno de los hombres más reconocidos en este arte popular que, además, se especializa en fabricar instrumentos en un taller al que le puso “Chancaca”, en homenaje a un habitante de calle muy célebre en Popayán por tocar con maestría la flauta de carrizo.
Para el maestro Meneses se requiere con urgencia un mayor reconocimiento de la chirimía, no solo como elemento musical, sino como factor de relevancia cultural.
“Nuestra lucha es que se valore lo que representa la chirimía, así como a sus músicos. Y eso empieza creando espacios, escuelas, sedes y programas que refuercen el valor de la chirimía como esencia de nuestra raíz”, anotó.
Para el reconocido chirimero la tradición que conservan es trascendental porque no se trata “solo de proteger una herencia de generaciones pasadas, sino de cuidarla para futuros próximos. Por fortuna, hay jóvenes inquietos que quieren salvaguardar la chirimía, pero hace falta un mayor apoyo de los gobiernos de turno. Es una lucha diaria que se ha extendido por años”, recalcó.
“Es un patrimonio caucano”
Por su parte, Eduardo Sánchez, líder cultural en Popayán, enfatizó que la Ruta de la Chirimía Caucana es importante porque ayuda a visibilizar y entender por qué la chirimía “hace parte de casi todos los momentos importantes de los caucanos. Está en los espacios de integración comunitarios, en los movimientos de resistencia, e incluso en las festividades de los santos patronos de los pueblos del departamento”, indicó.
Al resaltar que el proyecto es esencial para alcanzar el reconocimiento de lo que simboliza hacer chirimía, Sánchez, que adicionalmente es periodista cultural, enfatizó que “hay, entonces, un patrimonio intrínseco de los caucanos como elemento natural de esta tradición. Por eso es muy importante seguir intentando lo que ha hecho la Ruta de la Chirimía Caucana, que es valorar este arte, así como a quienes lo siguen manteniendo vivo”, concluyó.
¿Qué es la chirimía caucana?
La chirimía caucana constituye un grupo de música tradicional que interpreta como instrumentos básicos la flauta y la tambora; dependiendo del lugar, la ejecución de instrumentos se amplía. A medida que el territorio va cambiando, se introducen más elementos musicales como la charrasca, redoblante, mates, maracas, caja, triángulo quijada de burro.
El camino de la Ruta
El proyecto se ha centrado en recorrer e identificar varios municipios caucanos en donde la chirimía mantiene una especial relevancia. Por eso, ha realizado estudios investigativos en Almaguer, La vega, Bolívar, Patía, Timbío, Cajibío, El Tambo, Piendamó, Morales, Silvia, Sotará, Puracé y Popayán.