Desde la Cooperativa Catypsa se ejecuta el proyecto de restauración ecológica, junto a 30 familias campesinas de las veredas La Argentina, Morro Bello, La Marina, San Antonio, Cristalina y la Libertad, y con el auspicio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), donde sembrarán en 40 hectáreas 17.200 plántulas, con el propósito de restaurar las zonas de operación turística.
María del Mar Paz, ingeniera forestal de profesión y encargada técnica del proyecto de restauración ecológica indica que “en seis veredas del municipio de Mesetas, Meta, el Ministerio de Ambiente, junto con el PNUD han querido hacer una inversión cuyo objetivo es hacer conexión entre los rodales o áreas de bosques que existen en la región y al tiempo beneficiando también a las familias con unos incentivos, como la asistencia técnica, entrega de plántulas, abonos, insumos para el aislamiento de las áreas que vamos a restaurar y aporte en mano de obra”.
“La idea, además de crear conciencia de conservación en propios y turistas, es que también se generen unos activos ambientales en cuanto al enriquecimiento de las zonas que están promovidas en el ámbito turístico, una forma de promover la economía verde en estas 30 familias, así como crear corredores y de alimentación para la avifauna”, puntualiza la ingeniera.
Las plántulas para el proyecto son nativas de la zona y producidas por la Cooperativa Catypsa, donde están vinculados 70 campesinos y 30 firmantes del acuerdo de paz, el material vegetal no todo es maderable, algunas especies son para producir frutos, conservación de los suelos, conservación del recurso agua y otras servirán en el futuro de aprovisionamiento responsable tanto de leña como de madera para las familias.
“Esta iniciativa la estamos conformando 30 gestores del cambio, del sector La Argentina, donde la idea es que haya turismo y naturaleza, es así como cada campesino ha aportado de sus predios más de una hectárea de tierra para contribuir a la restauración ecológica, a volver a conectar estos bosques y al tiempo para mantener las fuentes hídricas intactas, multiplicándolas”, señala Marcos Suárez, experto local del proyecto.
Por su parte la Corporación Corpotucan, integrada por campesinos resilientes, en el Cerro del Indio Acostado, vereda Morro Bello, también están vinculados a esta iniciativa de restauración ecológica, donde hacen eco-turismo comunitario, siembran árboles y visibilizan de forma responsable estos paraísos ocultos.
“Nosotros somos una corporación turística de campesinos de la Sierra de la Macarena del Cerro del Indio Acostado, en este lugar y por fortuna tenemos flora, fauna y fuentes hídricas, donde de forma responsable con el ecosistema venimos desarrollando el Eco-Turismo Comunitario, algunos estamos dentro de las líneas del transporte, la guianza, hospedaje y la alimentación”, dice Favier Otálvaro, pionero del mirador del Amor, un lugar mágico en el pico de este cerro.
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“Con el programa corredores de paz liderado por el PNUD le estamos apostando a dos rutas, el sendero del Abrigo Ancestral y el sendero Valle de los Abarcos, también tenemos un acuerdo de conservación firmado con Parque Nacional Natural, y la idea es trabajar fuertemente en la reforestación de toda esta zona”, concluyó Otálvaro.
El mirador del amor, por su altura es un lugar donde se puede apreciar a la lejanía la Amazonía, la Orinoquía y la región Andina, es un lugar mágico con una vista impresionante, lleno de tranquilidad, donde las nubes se abrazan con sus montañas, las aves cantan desde los primeros rayos del sol que despunta en la llanura y donde los campesinos alistan sus herramientas para seguir su misión de sembrar árboles para la vida.