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San Agustín: arqueología y… ¡Descenso por el Estrecho del Magdalena!

Detrás de un nuevo emprendimiento que impulsa los deportes de aventura en el río Magdalena en el sur del Huila está un campesino enamorado de la exuberante naturaleza del macizo colombiano.
Rafael Trujillo

“Aparte de la zona arqueológica de San Agustín, ¿por qué no mostramos también este río tan lindo, que tiene paisajes tan hermosos y para practicar deportes de aventura como el rafting, sobre todo si viene acá tanta gente, en especial extranjeros?”

La pregunta le comenzó a sonar con insistencia en la cabeza a César Luna Claros, quien desde niño conocía como a su mano las corrientes del Magdalena, el río que recién salido del páramo desciende en el sur del Huila en medio de cañones y enormes paredes de roca y altas montañas.

Y se repetía: “¿Por qué no mostramos al mundo este paraíso? Que la gente baje al río, lo conozca y lo disfrute”.

La historia que hizo plantear estos interrogantes surgió cerca de 20 años atrás. César Luna era apenas “un simple campesino vecino del río”, como él mismo se define. Le gustaba nadar y disfrutar de la naturaleza, y también ocasionalmente servía de salvavidas.


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César Luna

Entonces llegaron a San Agustín -cuna de la cultura arqueológica más importante del país- unos instructores de deportes de aventura. César, que jamás había visto equipos para practicar esos deportes, resultó ser uno de los pocos seleccionados entre los 75 aspirantes al curso.

Y eso que no lo iban a incluir porque no tenía estudios académicos -uno de los requisitos-. “Hágale. Si quiere aprender, aprenda, pero no lo podemos certificar”, recuerda que le dijeron.

Aunque comenzaron los ejercicios en piscina, César pensó: “algún día nos veremos en el río”. En efecto, pudieron más sus conocimientos de las complejas corrientes del Magdalena. Logró entonces hacer parte de una naciente empresa de deportes de aventura que luego se consolidó casi alrededor de esa fortaleza suya para lanzarse una y otra vez al agua.

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Los deportes en medio de intensas corrientes permiten una cercanía muy fuerte a la naturaleza

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Hoy, casi dos décadas después, lidera su propio emprendimiento: no solo busca llevar visitantes de todas las edades en una balsa inflable o en una canoa por las correntosas aguas en el Estrecho, un escenario hasta hace poco impensado para estos deportes, sino que lidera acciones de conciencia y protección ambiental y promueve el turismo hacia el conocimiento del Macizo Colombiano, el corazón fluvial del país.

César Luna es guía de rafting y kayakero de seguridad. El rafting (expresión inglesa que traduce “canotaje”; de hecho la palabra raft traduce “balsa”) consiste en bajar por las corrientes de un río a bordo de una balsa inflable con capacidad para seis a ocho personas, cada una de las cuales lleva un remo. La embarcación lleva un guía que sirve de timonel y orienta a los participantes.

El kayak es una embarcación individual o colectiva construida en fibra sintética de alta resistencia que se mueve también en aguas correntosas o tranquilas, y para cuyo desplazamiento se usan remos.

Cualquier persona puede disfrutar porque se puede navegar por aguas tranquilas, intermedias o fuertes. “Pueden ir desde niños de 8 años en adelante, y la edad límite no existe, si la persona está en buena condición. Tuvimos incluso una persona de 83 años”, señala César Luna.

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Una opción muy emotiva permite el descenso en una balsa inflable que lleva un guía y medidas de seguridad.

Todos los participantes reciben una explicación previa a la actividad y qué hacer en caso de caer al agua. Igual, recuerda, “todos los participantes llevan su equipo de seguridad”.

En la medida en que aumenta la dificultad o la fuerza del agua, se exige “mejor condición física y una mayor capacidad de reacción”.

Quien quiera practicar esta divertida aventura podrá decidir si escoge aguas tranquilas, que es para toda edad en un recorrido de 11 kilómetros desde el puente de Isnos al puente Versalles.

Un recorrido más fuerte -y emocionante- de tres horas y media inicia en el puente sobre el río Mulales y termina en El Estrecho, cuya condición y dificultad varían según la corriente del Magdalena.

Y hay más opciones: un día completo de recorrido que inicia en el puente de Isnos, con muy variados niveles de dificultad, y para los más aventureros un itinerario de dos días que incluye acampada en medio de la naturaleza.

“Esto es un paraíso muy bonito que tenemos para conocerlo y disfrutarlo. San Agustín tiene un increíble Parque Arqueológico, y también es el río Magdalena, muy limpio y frío en este trayecto, en el corazón del macizo colombiano”, concluye César Luna.

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