Ríos de aguas cristalinas, cascadas monumentales, aves y mariposas de mil colores, sonidos del viento surcar en medio de las montañas y recorridos por las tradiciones gastronómicas ancestrales de los territorios, son parte de los atractivos turísticos del Valle, que fueron opacados por el conflicto armado, pero que, gracias a la firma del Acuerdo de paz, hoy son paisajes mágicos al acceso de los visitantes.
Las cifras evidencian que esta nueva apuesta de turismo de paz en el Valle está en constante crecimiento, según el informe del Sistema de Información Turística (SITUR) en el 2022, en este departamento se recibieron a 7.386.472 turistas, dejando ingresos por más de 7 billones de pesos, incrementando las ganancias del sector en un 87% con respecto al 2021.
Además, se reportó que los lugares preferidos por los visitantes están en las zonas rurales de ciudades como Cali, Buenaventura, Calima el Darién, Buga, Palmira, Tuluá y Ansermanuevo.
Destinos de paz, la ruta planteada desde la academia
En este sentido, el profesor Germán Morales Zúñiga, creador programa de la Universidad Autónoma de Occidente ‘Destinos de Paz’, menciona que los turistas vienen a conocer esos “Paraísos escondidos, la Colombia profunda, los páramos, ríos, senderos, que después de la desmovilización se encuentran al acceso de las personas, los paraísos escondidos que hoy pueden ser visitados y conocidos, a los que antes no podíamos ir y que en el turismo de naturaleza también brinda como una oportunidad de progreso”
Y es que ‘Destinos de Paz como lo describe el profesor Germán es esa apuesta que, desde la academia, “Surge a raíz de la firma del Acuerdo, como un ejercicio participativo, de construcción de paz asociado a los negocios verdes, como oportunidad de desarrollo local para las comunidades que sufrieron el conflicto”.
Esta apuesta involucra 13 localidades con una sentida participación comunitaria, donde se reivindica la vida en el campo, el encuentro con los sueños, los diálogos de saberes y el valor que tiene la conservación de los territorios, desarrollado en medio de hermosos paisajes, entre fincas agrícolas y con la calidez de los campesinos, especialmente en el Páramo Tenerife, Corredor Nima y el Corredor del Cañón del Rio Amaime, en Palmira; el Páramo La Domínguez, en El Cerrito; las verdes montañas del municipio de El Águila al norte del Valle; el senderismo en el corregimiento de la Diana en Florida, Peñas Blancas y Río Bravo en Restrepo, las zonas rurales de Pradera, Pance Alto y la Cali rural y en el municipio de Calima. Allí se involucran organizaciones sociales, ambientales e internacionales.
Tatabro mágico
El turismo para algunas comunidades ha significado el resurgir de sus territorios después de sufrir las consecuencias del conflicto, la pobreza y la falta de oportunidades. Nayibe Ángulo López, una cocinera tradicional de pacífico y lidera la Corporación Social, Ambiental, Ecológica y Turística (COSETUR) decidió apostarle al turismo como parte del arraigo a su territorio y el respeto por las tradiciones ancestrales.
Nayibe comenta que la idea de hacer turismo “nació porque los cultivos de chontaduro, que eran nuestro sustento desaparecieron del territorio por una plaga. Según la comunidad, derivada de la fumigación con glifosato, por eso los jóvenes empezaron a migrar a las grandes ciudades para buscar mejores oportunidades,
Vimos en nuestra hermosa tierra la oportunidad de hacer turismo para la conservación del medio ambiente, además, como excusa para quedarnos en el territorio y rescatar nuestra cultura, asociada a la cocina tradicional”
Y es que por los senderos de la vereda Tatabro, ubicada en el corregimiento 8, del Consejo Comunitario Llano Bajo, de Buenaventura, Valle, corren ríos con aguas de cristal, están las cascadas Huevos de Dragón y Del Amor.
También nacen los insumos para la preparación de los deliciosos platos de la cocina tradicional del Pacífico, porque “queremos que el visitante siga comiéndose el territorio, pues el 85% de las preparaciones que ponemos en la mesa están representado por productos agrícolas y pesqueros de nuestra tierra, queremos que los visitantes consumen el saber, el trabajo de las mujeres, la herencia de nuestros antepasados”, aclara Nayibe.
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En sus recorridos está la experiencia de disfrutar la naturaleza acompañada de la mejor gastronomía de Colombia, porque después de gozar de un recorrido por el río Anchicayá, un relajante baño en aguas cristalinas y una buena caminata, no hay paladar que se resista a un pescado en salsa de borojó, arroz con pringamoza, sopa de papa china, encocao en muchilla y las bebidas tradicionales como el arrechón de papachina, crema de noni y por supuesto llevar a casa alguna de las botellas curadas para purificar la sangre y limpiar la matriz.
Para esta cocinera tradicional, cuyo territorio ha sido víctima de estigmatización y falta de oportunidades, la paz les ha permitido afianzar sus tradiciones y amor por el territorio, además de capacitarse y capacitar en conservación del medio ambiente para la práctica de un turismo sostenible.
Del conflicto armado al turismo
Halcones, Valle, es otra de las ofertas turísticas que emergen de la paz. Su líder, Edwin Alonso Lasso, quien es un operador de turismo de la cuenca Anchicayá y persona en proceso de reintegración, trabaja con jóvenes y niños “para que empiecen a conectar con el medio ambiente, porque es el futuro de ellos que, además, aprendan a armar proyectos de turismo y de avistamiento de aves, es la forma de aportar paz de este país”.
Además, para Edwin “el turismo aporta a la paz del territorio dando oportunidades, llevando la economía a la juventud y la niñez, para que sepan que no se necesita coger un conflicto para progresar, sino que el camino es emprendiendo”
Y como no decirlo en otras palabras cuando se tiene a disposición en la vereda El Digua, del corregimiento El Queremal en Dagua, recorridos que parecen un espejismo, con paisajes llenos de los sonidos de flora y fauna de este lugar, donde se pueden avistar aves de mil colores, reptiles y mamíferos, desembocando a la chorrera El Manto de la Virgen, con 95 metros, la convierte en la más alta del Valle y es sitio sagrado de Los Diguas, relatan Edwin “que de este lugar se sacó la virgen de los remedios que estaba ubicada ahí y que ahora está en la iglesia de la Merced en Cali”
Edwin menciona que el auge del turismo de paz ha permitido ampliar los recorridos por el Río Anchicayá, ahora con el Sendero de la Sirena, que cuenta con un charco cristalino de 9 metros de profundidad, todo ello fruto del trabajo cooperativo, el que se debe “hacer en comunidad, trabajar Juntos, los que en algún día tuvieron conflicto, pero el respeto a las ideas y la sana convivencia ha hecho que se aporte a la paz”.
En ANATO 2023 se destacó que el Valle del Cauca es uno de los departamentos con mayor crecimiento turístico en el país, con ofertas turísticas en el área cultural como el festival bandola, Mundial de Salsa, festival Petronio Álvarez; deportiva natural lago Calima y Roldanillo; turismo de naturaleza avistamiento de aves, mariposas, ballenas jorobadas, ríos cascadas, manglares, páramos; turismo de salud y bienestar enfocados en los centros de atención estética; Pueblos Mágicos en los municipios del norte del Valle y proyectos etnoturísticos impulsados por Organización Regional Indígena del Valle para visitas a las comunidades, sus artesanías y cultura ancestral.
Otras apuestas turísticas por la paz lideradas en el Valle son; el Sendero del Canto del Agua, liderada por mujeres del Arenillo, Palmira, quienes son sujeto de reparación colectiva; el recorrido turístico de Florida – La Diana – El Líbano, municipio PDET donde están los kingos y la finca Villa Estella, corredor turístico de Lomitas en el municipio PDET de Pradera.
Todos ellos son muestra de un nuevo florecer del campo, de la ruralidad, del Valle que un día estuvo oculto, pero que hoy, fruto del acuerdo de paz, son paraísos al alcance, eso sí garantizando el equilibrio ambiental de los territorios.