El 5 de julio de 1966, la ciudad de Medellín se conmocionó tras la noticia de un accidente de tránsito ocurrido en la avenida Carabobo, a la altura de una famosa cacharrería llamada La Campana. Allí, aparentemente por una falla en los frenos, un bus se precipitó contra un hombre de 36 años, identificado como Gerardo Antonio Vinasco Tamayo, oriundo de La Unión, Valle del Cauca.
Lo que no se supo sino unas horas después es que, bajo ese nombre de pila, se encontraba un bolerista y cantante tropical con una carrera en ciernes, bautizado para la posteridad como Raúl López. Con ese nuevo nombre, el vallecaucano había logrado ganarse un reconocimiento por temas como “Loca ansiedad”, “Quiero la verdad”, “Hay que saber perder” y, sobre todo, un recordado tema a ritmo de baión, dulce y acompasado llamado “Juanita bonita”, adjudicado normalmente a Edmundo Arias pero de probada autoría italiana, a nombre de Piero Rodano.
Raúl López nació el 19 de agosto de 1929. Antes de irse a residir a Medellín, capital de las grabaciones y de las orquestas de carácter tropical hasta ese entonces, había trabajado como profesor en Cali, llegándose a presentar como cantante en lugares como el Club Campestre y el Club San Fernando.
A la capital de la montaña viajó para cumplir sus sueños de cantor, en un camino que inició como aficionado en las emisoras locales. Cuentan que López, como muchos otros cantantes en busca de una oportunidad, había buscado alojamiento en un lugar llamado Restaurante Latino, en Carabobo, cerca de las Empresas Públicas, en el sector donde también vivía uno de los directores de orquesta más afamados en la ciudad: el tulueño Edmundo Arias. Colegas de López en el canto como José María Peñaranda, Nono Narváez, Óscar Agudelo, Julio Erazo, Noel Petro y Bobby Ruiz también residieron en ese lugar, y aprovecharon esa cercanía física con el popular “Cabeza’e Nido” o “Cabecenido” Arias para ganarse una primera oportunidad en las grabaciones.
Finalmente, en 1956, López recibe la posta para llegar al disco, y se estrena con varios registros en 78 RPM lanzados por el sello Metrópoli. “Juanita bonita”, uno de ellos, empieza a catapultar su nombre al estrellato local. No faltaron las críticas de quienes vieron en la voz del vallecaucano la de un imitador más de Daniel Santos, aunque en realidad se trataba de un integrante más de toda una escuela del canto antillano de la que también fueron alumnos colombianos como Tito Cortés y Tony del Mar.
En su breve paso por el mundo, Raúl López dejó grabadas unas 130 canciones, casi todas ellas a ritmo de bolero entre las que además se cuentan “Cuándo vuelves”, “La diosa idolatrada”, “Qué te han dicho de mí”, “Ríete de mí”, “La última noche”, “Errante de un amor”, “Juana vende el pan” y “Alumbra estrella”. Buena parte de esas grabaciones las realizó acompañado por la orquesta de Edmundo Arias y por la de su hermano, Ricaurte Arias. También llegó a los surcos acompañado por agrupaciones como el conjunto de Enrique Aguilar, Los Trotamundos, la Sonora Cabecenido de Edmundo Arias, la Orquesta Sonolux y la orquesta de Julio García.
Una de las grabaciones que dejó Raúl López con el conjunto de Ricaurte Arias fue una guaracha titulada “La cumparsa”, cuya letra parecía adelantarse a su trágico final: “el muerto era un famoso rumbero de profesión / que en cuanto oyó la conga, con ella empezó a rumbear”.
El 19 de agosto conmemoramos los 95 años del natalicio de Raúl López, una promesa trunca de la canción en Colombia. Por eso es nuestra Artista de la Semana.