Por: Angélica Blanco Ríos - Radio Nacional Bucaramanga
Un impulso, solo eso bastó para que Yesid Álvarez Cáceres se convirtiera en el mejor parapentista de Colombia, el cuarto de los países panamericanos y el número 110 de todo el planeta, según el ranking de la Federación Aeronáutica Internacional (FAI).
Álvarez Cáceres tiene 21 años de edad, es del municipio de Piedecuesta y aunque es el actual campeón de parapente, su meta es ambiciosa: busca ganar la Copa del Mundo que se celebrará del próximo 28 de octubre al 4 de noviembre, en Guayaquil (Ecuador).
Allí, desde el cielo, sueña con dedicarle ese triunfo a la fuente de su inspiración: Humberto Álvarez Suárez, su tío, más conocido como ‘Jimmy’ Álvarez, quien siendo parapentista profesional y el mejor del país en el 2008, una mañana de octubre del 2009, despegó su vuelo en el segundo cañón más grande del mundo, el del Chicamocha, pero no regresó.
Sin embargo, le devolvió las ganas de vivir a Yesid. Es por eso que dos años después, en 2011, emprendió un vuelo en Santander con el propósito de mejorar su técnica y desde entonces no ha parado.
Cada mañana el azul del cielo del nororiente colombiano es su color favorito, pero también es testigo todos los días, del esfuerzo de este joven que busca subir un escalón más y sumar kilómetros de experiencia, cargando los 23 kilos de su parapente y dejando volar su imaginación.
“Cada vez que cierro los ojos me imagino cómo debo volar, qué técnica tengo que usar y recuerdo por qué me gusta este deporte. Siento que lo llevo, no solo en la sangre, sino en el alma”, dice Yesid.
Él creció viendo volar a dos de sus tíos, recibió el apoyo de su mamá, sus abuelos y amigos. Además, trabaja en un voladero ubicado en el municipio de Mesa de los Santos, alterna su tiempo como instructor de vuelo y dicta cursos en varios lugares del país.
Su trayectoria, aunque corta, ha estado llena de competencias que lo han hecho crecer, tal y como la última a la que asistió, esta fue en el paraíso del vuelo colombiano, Roldanillo (Valle del Cauca) en 2016. Allí compitió con 140 pilotos de 35 países y se ubicó como el primero a nivel nacional y segundo en la categoría ‘Open’ profesional panamericano.
Sin embargo, con gracia, recuerda una de las anécdotas de cuando era principiante y tardó en llegar a una meta más de seis horas, tiempo que no se le pasa por la mente con el nivel que tiene en la actualidad.
Por ahora, sus días empiezan y terminan volando. Él cuenta que acrobacias como el péndulo y otras tantas que están en su lista de favoritas lo hacen pensar en su única ilusión. “Pisar las huellas de mi tío y de todos los profesionales que cada día me impulsan a ser mejor”, concluye el deportista, que a su vez habla de la necesidad de apoyo a este deporte en la región, por la importancia que cada día recobra como impulso al turismo.