Por: María Camila Sánchez
En los últimos días decenas de noticias han llenado la agenda mediática sobre los avances de la posible vacuna contra el Covid-19. Según la Organización Mundial de la Salud son más de 100 las pruebas que se adelantan en el mundo, pero algunas de ellas se abren camino en su última fase para comprobar su eficacia y seguridad, no obstante, Rusia anunció su primera vacuna sin haber culminado las pruebas que confirmen su calidad. ¿De qué se está hablando y para qué se requieren las pruebas?
De acuerdo con la OMS una vacuna es la “preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos” que protegerán al cuerpo de determinadas enfermedades.
En Contacto Directo, el doctor Jorge Alberto Cortés, médico internista, infectólogo, miembro de la Asociación Colombiana de Medicina Interna y profesor de la Universidad Nacional de Colombia explicó que las vacunas tienen las mismas fases de desarrollo que cualquier otro medicamento, que se deba utilizar en seres humanos en la práctica médica cotidiana y que sus fases tienen propósitos precisos para hallar su eficacia.
“Hay unos experimentos preclínicos a veces en animales o en cultivos in vitro que definen cuáles son esas vacunas candidatas y las estrategias que se van a plantear. Posteriormente entra a las fases de investigación clínica”, dijo.
¿Cuáles son y qué buscan las fases clínicas de evaluación de una vacuna?
Son tres fases y cada una tiene un objetivo en particular.
La primera fase busca identificar la seguridad de una vacuna siendo probada en un número muy pequeño de animales o personas, en quienes se mide la dosis. “Si se han hecho estudios en las fases previas con animales se identifica cuál es la dosis con la que se podría producir el fallecimiento de este animal, de esta manera se reduce de forma considerable y se empiezan a hacer nuevos experimentos”, indicó Cortés.
La segunda fase amplía el número de individuos involucrados, quienes pueden padecer previamente la enfermedad o estar sanos. En esta fase se analiza cómo toleran los cuerpos esta vacuna y lo que se conoce como la ‘prueba del concepto’, la cual consiste en poner una vacuna y que esta genere la respuesta inmunológica esperada. “Esas respuestas se pueden medir de muchas formas, pero particularmente se hace a través de la cantidad de anticuerpos que se producen (mecanismos de defensa) en contraste con la cantidad de células que son capaces de responder a esta vacuna, el cual es un proceso más complejo”, señaló.
En esta segunda fase además se define la dosis precisa y, de superar esta etapa, “veremos que una vacuna es segura en individuos sanos o con algún tipo de enfermedad”.
La tercera fase es la que intenta probar en una población muy grande posibles efectos secundarios y ratificar su seguridad y eficacia. En esta etapa “no solamente se analiza la respuesta inmunológica que se ha buscado, sino que se evalúa si esos individuos enfrentados al patógeno son protegidos o no”.
En la última fase, los estudios son aleatorizados ya que el grupo de voluntarios en quienes se aplica esta prueba se divide en dos: un grupo recibe la vacuna y otro grupo recibe un placebo que en realidad no contiene la vacuna. “Usualmente estos individuos no saben a qué grupo pertenecen y hacen sus actividades comunes y corrientes y se va midiendo la respuesta a los meses posteriores”, aclaró Cortés.
“Los resultados de la tercera fase dirán si es o no efectiva y se confirmará su seguridad”, explicó el especialista.
¿Puede Colombia producir una vacuna contra el Covid-19?
Países como Brasil han ofrecido a su población como voluntaria, para participar de las pruebas de múltiples farmacéuticas que se la juegan para producir su propia vacuna ya que, en la última fase “se necesitan muchas personas que no hayan tenido la enfermedad y a personas que estén en riesgo de tener la enfermedad”.
Brasil, a diferencia de lo que sucede en Inglaterra y España, tiene un número de contagios mucho más elevado que en otras partes del mundo, lo que hace a la nación un candidato perfecto en América Latina al estar en el pico pandémico. “Los países latinoamericanos son buenos candidatos para hacer esas pruebas de fase tres de la vacuna, porque está pasando todavía la primera parte de la pandemia y si llega a funcionar, tendrán cómo demostrar de forma más fácil que la vacuna sirve”, explicó Cortés.
De acuerdo con el doctor, Brasil, Argentina, Chile y Colombia son los países que tienen más adelantos en investigación y mayor número de compañías que vienen desarrollando proyectos de investigación para vacunas o medicamentos. Esto los hace candidatos idóneos para las grandes farmacéuticas y centros de investigación en el mundo, porque poseen una infraestructura suficiente para replicar las vacunas que se producen en el exterior y distribuirlas de forma local.
“Una vez tengamos una vacuna, la producción local se puede adelantar porque la tecnología no es nada compleja. Vale la pena recordar que el Instituto Nacional de Salud nació, entre otras razones, tras la producción de la vacuna contra la fiebre amarilla. Desde entonces la tecnología ha avanzado y a las compañías les interesa tener subsidiarias que produzcan sus vacunas a bajo costo”, indicó Cortés al añadir que los costos de producción en países como Colombia podrían verse reducidos en comparación con los costos originales de países como el Reino Unido o Estados Unidos.
“Poner una planta de producción en los países de América Latina les vendría más rentable y así su vacuna se pueda distribuir en el mercado regional. Eso le permitiría a la compañía farmacéutica garantizar una cadena de suministro de su vacuna y las compañías latinoamericanas están capacitadas para esta tarea”, señaló.
Siendo así, para Colombia se abre una interesante posibilidad para producir una vacuna contra el Covid-19 a través del traspaso o el acuerdo que llegase a alcanzar con compañías que vienen adelantando estos experimentos. “Esta posibilidad aparece nuevamente porque los países reconocen la necesidad de desarrollar capacidad industrial que les permita implementar tecnología, que requiere de buenas prácticas de manufactura y que representarán costos más bajos en América Latina”, concluyó el doctor Jorge Alberto Cortés.