El pasado 27 de marzo de 2023 se hizo oficial la debacle que venía arrastrando Metrolínea como Sistema Masivo de Transporte Público. Ese día, la Superintendencia de Transportes confirmó que la entidad entraría en proceso de liquidación, ya que no había logrado llegar a un acuerdo de pago con sus acreedores, a quienes les debía más de 300 mil millones de pesos.
En ese momento, analistas y expertos que estaban al tanto de la situación advirtieron que ni siquiera la venta de terrenos, autobuses y oficinas en masa sería suficiente para pagar la deuda.
Desde entonces, el tema de Metrolínea ha sido ampliamente discutido, hasta que recientemente el alcalde de Bucaramanga anunció que sanear el sistema de transporte masivo costaría más de un billón de pesos.
Cabe destacar que, según información del documento Conpes que estableció la inversión, "el sistema de vías y estaciones fue financiado en un 100% con fondos de entidades públicas, y el dinero invertido por el sector público fue de $494.985 millones". En otras palabras, poner en funcionamiento Metrolínea desde 2010 costó la mitad de lo que se necesita ahora para recuperarlo. Estos costos, sin embargo, no tienen en cuenta la actualización monetaria ni la inflación en una década de diferencia.
"Esperamos que esta sea una solución metropolitana y con la participación de todas las partes, como lo planteó el director nacional de planeación", pidió Juan Carlos Cárdenas, alcalde de Bucaramanga.
El anuncio sorpresivo se hizo durante una reciente reunión en la que estuvieron presentes el director nacional de planeación, representantes de los gremios económicos de Santander y los principales líderes políticos de todo el departamento.
Además, el próximo 17 de julio, la Mesa Directiva de Metrolínea deberá presentar al Ministerio de Transporte una propuesta integral para resolver la crisis financiera del Sistema Masivo de Transporte Público del Área Metropolitana de Bucaramanga.
Según Cárdenas, ya existe una primera idea sobre cómo financiar el transporte en el futuro. "Proponemos que el 70% de la tarifa sea aportada por los municipios y el 30% por el gobierno nacional, y en lo que respecta a la inversión en infraestructura física y vehículos, el gobierno nacional aportaría el 70% y los municipios el 30%", explicó.
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Esto se debe a que los $2.800 que actualmente cuesta cada pasaje son insuficientes para mantener en funcionamiento los 24 autobuses que aún circulan diariamente por las calles de la ciudad.
Aunque Metrolínea llegó a operar con más de 190 vehículos, entre articulados, padrones y alimentadores propios, desde hace un año más de 90 de ellos están abandonados en un terreno a las afueras de la ciudad, apilados unos sobre otros como si fuera un cementerio de chatarra, totalmente inutilizables.
"Esos cascarones ya no sirven. La agente liquidadora determinó que la tecnología de esos vehículos ya está obsoleta y que resulta más económico comprar uno nuevo que repararlos", recordó Juan Carlos Estrada, vocero de los trabajadores afiliados a un sindicato.
Este líder gremial cree que el anuncio del alcalde sobre la necesidad de un billón de pesos es más bien una preparación para que la decisión de liquidar la entidad se acepte el próximo 17 de julio. "Esa cantidad de dinero es inviable; es la misma cantidad que la nación destinó para aportar a todos los sistemas de transporte masivo del país, y nadie va a invertir esa cantidad en una empresa que debe más de 360 mil millones", explicó Estrada.
A pesar de que las autoridades del Área Metropolitana han intentado utilizar autobuses convencionales para suplir la falta de vehículos de Metrolínea en la ciudad, el intento ha sido en vano. A diario, miles de pasajeros tienen que esperar entre 20 y 30 minutos una ruta para poder salir de sus barrios y llegar a sus destinos.
Esta situación ha llevado al aumento del transporte público informal en Bucaramanga, que continúa creciendo y ha comenzado a generar disputas territoriales entre los miles de conductores de motocicletas. Varios videos ya han documentado discusiones, peleas e incluso un reciente asesinato que ocurrió durante un control en los 'terminalitos' informales.
Todo apunta a que la liquidación de Metrolínea es la solución inmediata e inevitable. Sin embargo, esto plantea la pregunta de qué sucederá con los casi 20 mil usuarios que utilizan este sistema a diario. Desde la alcaldía de Bucaramanga se ha advertido que la liquidación afectaría únicamente a la estructura empresarial, pero no a las rutas, y que el transporte continuará funcionando.
Lo cierto es que aún no se sabe hasta cuándo, y esto no se debe únicamente a la liquidación en sí, sino porque a diario los autobuses siguen averiándose y necesitan combustible. Además, las empresas que prestan estos servicios prefieren cerrar antes que seguir aumentando su déficit.