John Fredy Sánchez Cruz – Sancho, prensa Grupo Semillas.
John Fredy Nagles
Con recursos cercanos a los 716 millones de pesos, 117 familias de los resguardos indígenas de Palma Alta y Tamirco, de Natagaima, e Hilarquito, de Coyaima, en el sur del Tolima, iniciaron sus proyectos productivos con la particularidad de que son autoabastecidos eléctricamente con sistemas de generación de energía fotovoltaica, es decir, con luz solar.
El proyecto fue denominado ‘Inclusión Energética, como motor de desarrollo centrado en la comunidad’ y tomó alrededor de tres años para su total implementación en las tres comunidades.
Jazmín Lorena Mora, coordinadora de la iniciativa, habla de los alcances que esto ha tenido en la comunidad indígena: “este proyecto tiene diferentes beneficios y uno de esos es el ambiental, porque ya las comunidades van a dejar de utilizar combustibles fósiles, por ejemplo, cuando usaban el sistema de bombeo con bomba de ACPM o con bomba de gasolina, ya no se va a requerir ese tipo de combustibles, sino que se van a utilizar energía solar. Entonces, ahí vamos a tener una disminución en la en las emisiones de gases efecto invernadero y, por ende, disminución de la huella de carbono”, explica Jazmín.
Y para avanzar en mayor independencia de las comunidades indígenas, el proyecto incluyó la capacitación técnica de 12 promotores comunitarios en diagnóstico energético, armonización de prácticas productivas al desafío energético, mantenimiento y reparación de equipos y partes de los sistemas de generación de energía fotovoltaica. Uno de ellos es Alexander Bautista Romero, integrante de la comunidad indígena Palma Alta, en Natagaima, quien asegura que este proyecto ha cambiado las maneras de ver la climatología de su municipio.
“En el resguardo Tamirco, por ejemplo, tenemos tres refrigeradores, bombillos y otros equipos, que los mueve 3000 W, pero acá contamos con una transformación de 6000 W, es decir, que tenemos energía de sobra. Ahí tenemos 20 paneles para tener el sistema refrigeración de 330 W cada uno. En sí son 6.600 W por hora y tenemos acá una radiación solar de cinco horas. Por eso decirnos que tenemos energía de sobra, ahí podemos mover un motor, podemos mover otro refrigerador más en la sede. Aquí hay comercios, aquí que la factura llega por un millón de pesos, es decir, si invertimos 20 millones, en 20 meses recomendamos la plata”, explica el líder indígena y ahora técnico en energías comunitarias.
Esta experiencia se articula a los procesos productivos que desarrollan previamente las comunidades indígenas, como la producción de pescado en Tamirco, producción de huevos criollos y carne de ovinos en Palma Alta y producción de ganado vacuno asociado a sistemas silvopastoriles y cultivos de pan coger en Hilarquito.
“En una de las comunidades, por ejemplo, se produce hielo para la conservación del pescado y también se hace para el choque térmico que debe tener el pescado para mantener su calidad. El choque térmico hace que el pescado sea de mejor calidad”, recalca el técnico Alexander.
La iniciativa ha tenido tanto impacto en la región que su experiencia y la de otras comunidades en el país fueron expuestas en el recinto de la Cámara de Representantes para dar elementos de análisis el debate sobre conversión energética.
“Fuimos invitados con otras organizaciones de Colombia a la Comisión Quinta de la Cámara con apoyo del representante Cristian Avendaño para presentarles este trabajo, que no solo se refiere a energía solar fotovoltaica, sino también a energía eólica, energía por biomasa y energía geotérmica, y decirles que sí se puede trabajar estos proyectos en comunidad, que las energías limpias son alcanzables a cualquier persona y cualquier comunidad”, resaltó la coordinadora del proyecto.
Por ahora, el proyecto ‘Inclusión Energética como motor de desarrollo centrado en la comunidad’ tiene como objeto potenciar los proyectos empresariales comunitarios de estos tres resguardos indígenas, pero a futuro se piensa “desescalar”, es decir, explica Jazmin, hacerlos más pequeños para que las familias puedan acceder a estos sistemas de forma cómoda económicamente. Para ello, la comunidad creó un sistema de acceso a crédito llamado Fondo Rotatorio Comunitario del sur del Tolima -Focost.
“En el Fondo tenemos cuatro líneas de crédito que son la agrícola, la pecuaria, la de transformación y la de tecnología y educación. Por medio de esta última línea se hará la réplica del proyecto de conversión energética fotovoltaica. Ya un compañero adquirió el crédito con el fondo para la creación aquí en el casco urbano de Natagaima, de un negocio de producción y venta de hielo a gran escala”, explicó Nubia Carmenza Colo Vargas, representante legal Cooperativa Multiactiva Coosaviunidos, entidad
Este proceso es promovido por la Escuela Agroecológica y Territorial ‘Manuel Quintín Lame’, del Grupo Semillas, y la Cooperativa Multiactiva Coosaviunidos, consolidándose como el proyecto piloto de energías alternativas en el departamento, gracias a recursos de agencias de cooperación internacional como Repic y FastenAktion, con el apoyo técnico de las empresas EBP, de Chile, y Corporación para la Energía y el Medio Ambiente – Corpoema, de Colombia.