En Sevilla, Valle del Cauca, mujeres víctimas del conflicto armado se unieron para construir paz y trabajar por la restitución de tierras. El municipio de Sevilla está ubicado a 1.612 metros sobre el nivel del mar en la cordillera central que recorre el Valle del Cauca, lo que la hace merecedora de ser llamada el Balcón del Valle, y ostenta el título de capital cafetera de Colombia, por producir al año 1.200.000 sacos de café, esto es, cerca del 11% de la cosecha colombiana.
Pero hasta la cumbre de este próspero y colorido municipio llegó el conflicto armado que, según datos del Registro Único de Víctimas, dejó a su paso a 7.162 personas afectadas, entre ellas Luz Helena García, una mujer y lideresa campesina que vivía de cultivar la tierra, de la que los violentos la desplazaron y despojaron.
Por ello se vistió de valor y en juntanza de 75 mujeres y familias víctimas del conflicto, se constituyó, en el 2006, la Asociación de Desplazados de Sevilla, ASODESE.
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“Esta asociación se creó para visibilizar la vulneración de los derechos en salud, educación y vivienda de las víctimas campesinas, para reclamar acceso a las tierras que nos quitaron, y hacer ver que la gran mayoría de tierras productivas las tienen los mismos latifundistas, por ello, la mayoría de muertes de nuestros líderes y lideresas campesinos y campesinas han sido por el acceso a la tierra” expresó Luz Helena García.
El día a día de las familias víctimas, durante un año, fue tocar puertas que no se abrieron, pero no desistieron en su lucha, hasta que en el 2007 cosecharon su primera conquista.
“Fue el primer proyecto que se logró sacar adelante, queríamos volver a tener techo propio para brindar estabilidad económica y emocional a los que ya no la tenían por culpa del conflicto y a través de un proyecto de vivienda articulado por el SENA y FONVIVIENDA, para la compra de viviendas nuevas y usadas, las familias de nuestra asociación cumplieron ese sueño” explicó Luz Helena.
Y según comentó la lideresa, desde este año empezaron el camino para recoger frutos, no solo para las víctimas, sino para las mujeres rurales, que antes no habían recibido apoyo, representado en proyectos porcícolas, recursos e insumos para el cultivo de guayaba, plátano y banano para el procesamiento y transformación de sus derivados, que hoy comercializan.
Sin embargo, la violencia seguía presente en Sevilla y Luz Helena y varias lideresas la sufrieron otra vez a través de amenazas e intimidaciones y por ello la Asociación tuvo que detener su labor por varios años.
Y solo hasta el año 2023, decidieron eludir el pasado y el temor, transformando a ASODESE a Constructores de Paz, “Realizamos nuestra primera asamblea y pasamos de ser 30 miembros a 120, y en pocos días, llegamos a 342 personas unidas por un mismo propósito, reclamar tierras. Enviamos nuestra primera solicitud formal y la SAE respondió rápidamente, ofreciéndonos un predio de 111 hectáreas. Sin embargo, tuvimos que declinar este ofrecimiento, ya que la mayor parte del terreno era una zona protegida, además de estar en un área controlada por grupos ilegales” comentó Luz Amparo Montes, representante legal de Asociación Constructores de Paz, mujer que también es víctima del Conflicto.
En esta nueva etapa y ya fortalecidas consiguieron el respaldo de entidades como FENSUAGRO, el Ministerio del Interior, la ONU, la Universidad del Valle y la Agencia Nacional de Tierras, con lo cual lograron que se aprobara la propuesta para la solicitud de un poco más de mil hectáreas, destinadas a dos asociaciones, que por ahora está frenado por intereses de unos poderosos, recalcó Luz Amparo.
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Además de la lucha por los derechos a la tierra, la Asociación de mujeres, hombres, campesinos y víctimas Constructores de Paz, se han dedicado a sanar las heridas del conflicto armado y la desigualdad de género, a través de talleres, charlas y seminarios sobre superación personal y reconciliación, promoviendo el bienestar emocional de nuestros miembros.
“También, junto al SENA trabajamos para brindar conocimientos y habilidades que mejoren la calidad de vida de nuestra comunidad. También cuidamos de nuestros mayores, ofreciéndoles alimentos, cortes de cabello y atención personal” dice Luz Amparo
Pero uno de los actos más significativos que en Sevilla y el Valle del Cauca no se había desarrollado, era darles memoria a las víctimas de feminicidio en la ruralidad, una tarea que, en moto, a lomo de caballo y atravesando ríos, empezaron Luz Amparo y Luz Helena.
“La colcha de la memoria es de mujeres víctimas campesinas que han sido asesinadas en la parte alta de Sevilla, y nosotras quisimos tenerlas en la memoria, porque se dice que no se muere quien muere sino quien se olvida, y nosotras como mujeres seguimos hablando por las que ya callaron”, dice con serenidad y respeto Luz Helena.
Estas lideresas son conscientes que queda mucho camino por recorrer en el ánimo de reparar, sanar y restituir a las víctimas del conflicto en Sevilla, el Valle y Colombia, con su historia quieren demostrar que la unión, la persistencia y la fe pueden abrir caminos, para construir un futuro digno y en paz, no solo para esta, sino para todas las generaciones que vienen detrás.