En la vereda La Victoria, municipio de Chachagüí, Nariño, una niña de nueve años ha convertido su historia en un símbolo de esperanza. Dayana, en situación de discapacidad, es la única estudiante de la escuela rural del lugar, un espacio que hasta hace poco parecía olvidado por todos, pero que hoy resplandece gracias a una iniciativa que une corazones: Pintando Sueños de Vida.
Un aula vacía, una estudiante y un sueño
Cuando Ingrid Cortés, gestora social del departamento de Nariño, conoció la escuela de Dayana, quedó impactada. "La institución estaba en abandono total, pero Dayana seguía allí, a pesar de las adversidades", comenta. Por su situación de discapacidad, la niña no pudo desplazarse a otras instituciones, como lo hicieron sus compañeros. Sin embargo, su hermana y la comunidad lucharon para que tuviera el derecho a recibir educación en su propia vereda.
Con solo una profesora y el apoyo de su madre, Dayana mantenía su rutina escolar en un edificio deteriorado, sin electricidad ni materiales adecuados. "Era una niña muy tímida, apenas hablaba. Estaba sola, sin amiguitos", recuerda su profesora, Melisa Portillo.
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Pintando sueños, construyendo oportunidades
La iniciativa Pintando Sueños de Vida, liderada por Ingrid Cortés, surgió en el marco de la celebración del Día del Niño con un propósito claro: embellecer escuelas rurales para darles un nuevo aire y motivar la permanencia de los estudiantes en entornos dignos. Desde abril de este año, se han pintado más de 60 instituciones educativas en 50 municipios de Nariño, movilizando a comunidades enteras para recuperar estos espacios esenciales.
Cuando el equipo llegó a La Victoria, la transformación fue inmediata. La profesora, padres y vecinos se unieron para limpiar y pintar la escuela. "Dayana comenzó a sonreír. La vi emocionada al elegir los colores de su escuela. Fue mágico", relata Ingrid Cortés. Los murales llenaron de vida las paredes y, con ellos, la esperanza de que más niños regresen.
Logros y retos para el futuro
Pintando Sueños de Vida ha logrado transformar 61 escuelas en zonas rurales, llevando no solo pintura, sino también materiales como computadores y mobiliario a más de 17 instituciones. Además, ha movilizado a comunidades completas para participar activamente en el mejoramiento de sus escuelas. Sin embargo, el reto para el próximo año es enorme: gestionar más recursos para continuar con estas labores, dotar de electricidad y servicios básicos a las instituciones más apartadas, y garantizar espacios recreativos y educativos para niños como Dayana, quienes enfrentan barreras adicionales.
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Una escuela que renace
El alcalde de Chachagüí se comprometió a dotar la escuela con electricidad, un paso crucial para que el próximo año más estudiantes puedan unirse. Además, la comunidad gestiona recursos para mejorar el entorno de Dayana, como un espacio seguro en su casa donde pueda moverse con libertad.
"Esto no solo es una escuela, es un símbolo de lucha y esperanza para esta vereda", señala Luz Marina López, hermana de Dayana. Agradecida, espera que la iniciativa continúe, no solo para embellecer las instalaciones, sino para que más niños tengan acceso a una educación digna.
Una sonrisa que inspira
Dayana no solo ha sido testigo de la transformación de su escuela, sino también del impacto que puede generar la unión de una comunidad. "Ahora veo a Dayana más feliz, más segura de sí misma. Sueña con tener amiguitos y aprender muchas cosas más", dice su profesora.
Hoy, el aula que parecía condenada al olvido es un ejemplo de que el cambio es posible. Dayana, con su sonrisa tímida pero poderosa, recuerda a todos que la educación es un derecho y que cada esfuerzo, por pequeño que parezca, vale la pena cuando se trata de pintar sueños.