Las ribazones de pescado en el río Arauca históricamente han sido todo un acontecimiento, es una época en que los pescadores dedican los días con sus noches a realizar sus interminables faenas de pesca, que pueden durar semanas completas, aunque no se pueden comparar con la época de abundancia en la región.
El cambio climático, la deforestación y los efectos de la exploración petrolera han causado la desaparición de muchos de los criaderos naturales de pescado, las lagunas y los esteros.
Esta situación, sumada a factores de seguridad en la región, motivó a que en Arauquita 32 pescadores decidieran asociarse para cultivar el pescado que ya no producen los ríos.
Oscar Llain es el representante legal de Asociación de pescadores, vendedores y productores de pescado – ACOPESCAR, y recuerda cómo llegó atraído por las bondades de los ríos araucanos.
“Yo llegué los 90, desde el César, donde pescaba a orillas del río Magdalena y del río Lebrija. Aquí había mucha abundancia, tanto que al pescado de cuero le quitaban la cabeza y la botaban al río porque nadie la compraba; es que los ríos eran muy caudalosos, muy profundos”, recuerda.
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Con la asociación buscan mejorar las condiciones de vida de sus familias, pues “ya la AUNAP nos dio una chalana recolectora de pescado y unas cavas, lo que queremos es unirnos para conseguir unas tierras para cultivar cachama y tilapia porque el río no nos está dando para sostener a nuestras familias”, añade Oscar.
La primera gran ribazón del año en el río Arauca ocurre antes del periodo de veda que inicia el primero de mayo en la Orinoquía colombiana. En 2022, Oscar y su grupo de amigos hicieron una faena titánica recorriendo el río por tres municipios, desde la capital araucana.
“Ese pescado ya no depende de los criaderos de aquí, la mayoría de pescado de esa subienda es el que viene desde Venezuela, del Guárico, pero es muy pequeño porque en un trayecto largo ya lo han sacado los venezolanos, cuando llega acá ya es muy poco”, explica Oscar.
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En los primeros años, durante una faena, alcanzaban a pescar hasta 800 kilos de pescado y, actualmente, en una labor de dos días solo les da unos 40 kilos que reparten entre todos los pescadores que soportaron la inclemencia de la jornada en el río.
“Si usted aprovecha, se forman corrales, que es cuando se reúnen unas 17 o 20 canoas y tiran todos juntos las atarrayas tratando de coger el pescado”, afirma Oscar.
Los pescadores consideran que asociarse les permitirá fortalecer el proyecto de piscicultura, con lo que evitarán exponerse a los peligros que hoy en día supone el conflicto armado que se vive en la frontera colombo - venezolana. Una tarea que no les será difícil, pues siempre han trabajado en equipo, en comunidad, solo que ahora están asociados legalmente para cumplir sus objetivos.
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