“Las mujeres, como seres dadores de vida, estamos comprometidas con la conservación de los recursos naturales. En Tumaco somos conscientes que la contaminación no solo puede acabar con la existencia de las especies submarinas, sino también de los manglares, arbustos que sirven de albergue a un sinnúmero de aves silvestres y que lastimosamente esas plantas leñosas están en peligro de extinción”, dijo la lideresa ambiental Hilda Quiñones mientras observaba en las playas de El Bajito la escasa vegetación que rodea a ese lugar.
Para contrarrestar la destrucción de los manglares, la dirigente social recorre los barrios palafíticos en donde sensibiliza a más de 100 madres de familia que se dedican a la extracción de la piangua. Una vez instruye a las progenitoras sobre la importancia que tienen los mangles en el ciclo de vida de aquel molusco, las invita a sembrar un árbol por cada una de ellas.
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“Apadrinar un árbol es lo mejor que podemos hacer en Tumaco. Esa es la única manera de que la comunidad se apropie de los recursos naturales y proteja los manglares en la costa pacífica nariñense”, indicó la dirigente comunitaria.
Matilde Correa es otra tumaqueña que desde hace más de 10 años recorre las bocanas que desde San Andrés de Tumaco conducen a la isla de Bocagrande, para extraer de esos lugares todos los desechos que a cualquier hora del día o de la noche son arrojados desde la cabecera municipal y posteriormente arrastrados por las aguas del mar hasta los humedales costeros.
En un fin de semana, Matilde asegura que recolecta hasta cinco kilos de plástico e icopor, material que generalmente suele quedar atrapado entre las raíces del mangle rojo porque al nacer del tronco o de las ramas laterales caen al suelo y se fijan en él como si fuesen unos zancos.
Esa tarea que generalmente la hace solitariamente, suele ser apoyada por Olga Quiñonez y Graciela Cabezas, dos mujeres concheras de la región que desde el 2020 se percataron de la gran cantidad de bolsas plásticas y botellas de refrescos que reposaban sobre las raíces de los mangles.
“Preservar los ecosistemas marinos es obligación de todos, lastimosamente la mayoría de pescadores es indiferente o desconoce los beneficios ambientales que tienen los manglares y por eso se dedican a la descontrolada extracción de peces y moluscos. Por los diferentes medios de comunicación miramos que en el mundo, los océanos se están llenando de desechos y es hora que desde Tumaco recapacitemos y entendamos que la destrucción de estos ecosistemas incrementará los daños generados por el calentamiento global”, dijo al subrayar la importancia ambiental que tienen los manglares.
Las raíces de aquellos árboles se asientan en terreno pantanoso y además de ayudar a los mangles a fijarse y a sostenerse en los suelos pantanosos, sirven de refugio para los peces juveniles, esto les ayuda a alcanzar la madurez y mientras llega esa etapa, pernoctan en aquellos sitios para evadir a los depredadores.
“Mire que estos árboles ayudan también a conservar la cadena alimenticia, sin embargo, algunas personas persisten en su tala. Por fortuna los procesos para la restauración de los bosques de mangle están en su segunda fase y lo más importante es que son dirigidos por mujeres afrodescedientes, si bien es cierto en un 90% de esas labores participan concheras, los hombres también apoyan esas acciones ambientales con trabajo de fuerza”, afirmó.
En esas tareas, Matilde indica que mientras los hombres quitan la maleza y retiran pesados troncos que reposan entre las raíces de los árboles, las mujeres recolectan la velilla que es la semilla del manglar.
Música y naturaleza
Silvia Magnolia Ordóñez Quiñones, representante de la asociación comunitaria ‘Raíces del Manglar’ quien también hace parte de los procesos de reforestación, se apoya en la cultura para mover corazones y cantar a la naturaleza.
En sus composiciones musicales tituladas ‘Azulado Amanecer’ y ‘Plegaria del Manglar’, la lideresa ambiental narra los diarios quehaceres de las mujeres concheras que desde las 5:00 a.m. salen de los barrios El Porvenir, Exporcol, Puente Flores y Pantano de Vargas hasta Bajito Vaquería a pescar responsablemente sin destruir el hábitat de los peces y moluscos.
“Actualmente, las mujeres concheras de la comuna 5 de Tumaco cuidamos alrededor de 10 hectáreas de bosque de mangle que están ubicadas en El Raizal. Con nuestra labor ambiental estamos pagando esa deuda que aún tenemos pendiente con los recursos naturales”, expresó.
En el desarrollo de las tareas ambientales, Silvia Magnolia se mostró sorprendida al contar que de los manglares han retirado sorprendentes cantidades de desechos que van desde colchones, neveras de icopor, asientos de carros, sillas de oficina, llantas y residuos hospitalarios.
“Nosotros mismos estamos acabando con la vida marina y si desde este momento no cambiamos nuestra manera de pensar y actuar, jamás vamos a romper esa cadena de contaminación y destrucción”, indicó.