A Eimer Amaya, las aventuras vividas con su familia en medio del verde que rodea a la provincia de Ocaña (Norte de Santander), lo llevaron a liderar la estrategia ambiental ‘Lluvia verde’, una iniciativa que hará caer 10 mil semillas desde los aires, para reforestar las áreas más afectadas en el Catatumbo.
“Siempre promulgo la educación ambiental. Lo digo por experiencia propia, el mejor ejemplo que puede haber es la familia, en mi caso mis padres siempre estaban inculcándome el cuidado por la naturaleza, el cuidado por los animales, y de ahí viene todo”, explica Amaya.
Es un joven de 29 años que vivió su infancia en la vereda Santa Rita de Ocaña, del corregimiento Aguas Claras. Allí, entre frutales y abejas proyectó los primeros pasos para la protección de su territorio, aquellos que marcarían el camino con grandes experiencias.
“Desde niño he estado involucrado siempre con la naturaleza y yo creo que una de las fortunas más grandes que tengo en esta vida, es que logré trabajar, salir del campo, estudiar y seguir trabajando por el campo. Entonces, eso es lo que me motiva, poder hacer algo por el ambiente, por esos bosques”, añade.
Con nueve años de edad y luego de varios encuentros familiares, emprendió su primera labor junto a sus padres: una jornada que comenzaba sobre las 9 de la mañana y que buscaba la recolección del fruto guayabo arrayán, su preferido.
“Sabe que hay una experiencia muy rica que recuerdo, estando por allá con unos tíos logramos sacar el primer panal de miel y eso es verdaderamente muy rico”, recuerda Amaya.
Fue ese encuentro con el medio ambiente, donde inició su visión humana de querer dedicarse a los procesos que le apuestan a la conservación del medio ambiente como respuesta al cambio climático. “Si supiéramos que, con el cuidado de las abejas, estamos aportando nuestro granito de arena para que la vida perdure en la tierra”, asegura.
El tiempo pasó, con muchos sueños por realizar, Eimer empacó maletas. La vida lo hizo decidirse a salir de su tierra natal, y con las mejores expectativas de ser profesional. El destino sería Ocaña, donde la Universidad Francisco de Paula Santander lo esperaba para comenzar una nueva etapa.
“Mi proyecto de vida siempre fue estudiar ingeniería ambiental, en primer lugar, porque está aportando a lo que verdaderamente son mis raíces, y lo otro porque estoy haciendo algo por el ambiente y para que la vida continúe”, sostiene.
La ‘lluvia verde’
Hoy ese joven campesino hace parte de la casa de estudios que lo vio crecer, es el coordinador del Jardín Botánico Jorge Enrique Quintero Arenas, que lidera la estrategia ambiental que hará volar semillas por los cielos: la ‘lluvia verde’.
“La fase inicial que tenemos es de 10 mil semillas, es una especie de enredadera o herbácea, y que la cual nos ayuda a metrificar las condiciones del suelo, y de igual forma contribuir a mejorar esos espacios que tenemos erosionados en muchas de la zona”, explica.
Se trata de la elaboración de unas cápsulas con semillas recubiertas de arcilla, hidrogel y fertilizantes especiales, para ser lanzadas durante un sobrevuelo en las 10 zonas más afectadas del Catatumbo.
“Hace un año, en el mismo jardín, se están haciendo los ensayos de caída de semilla, los golpes de impacto, los procesos de durabilidad de germinación, porcentaje de humedad, todo se está midiendo, y también son los mismos estudiantes que hacen parte de estas pruebas”, expone Eimer.
La iniciativa la desarrolla el equipo de la burbuja ambiental, que integran junto a la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corpornor) y el Ejército Nacional para la protección de áreas afectadas por la deforestación. “Principalmente en aquellas que han sido afectadas por los cultivos de uso ilícito”, agrega.
El funcionario indica que las semillas serán lanzadas desde la parte alta de los helicópteros: “queremos que germinen para cubrir tantos espacios erosionados, tantas zonas que lastimosamente están impactadas y que muchas veces no se recuperan”, detalla.
La ‘lluvia verde’ se presenta como alternativa para el cuidado del medio ambiente. “A siete meses la vegetación en el Catatumbo debe estar fortalecida para que sean las nuevas generaciones quienes reciban los beneficios”, señala Albert Urquijo, director territorial en Ocaña de Corponor.
Los promotores esperan los beneficios de esta iniciativa, ya que no solo va a impactar positivamente la tierra, sino cada uno de los seres vivos que hay en el ecosistema. Con esa cobertura viene la alimentación para las aves, los mamíferos, y demás especies que aprovechan esta semilla.
Luego de 20 años desde que Eimer salió de su entorno, su amor por el campo lo lleva a enfocarse en el desarrollo de proyectos académicos para la conservación del medio ambiente en su región.