Un total de 48 familias indígenas, campesinas y afrodescendientes del municipio de Leguízamo (Putumayo) le apuestan a la agricultura como una oportunidad de vida y sostenibilidad económica, tras haber vivido los embates del conflicto armado en esta región. Así fue como nació la Asociación de Parcelas Agroleguízamo.
Su trabajo mezcla la diversidad de pensamiento y el emprendimiento intercultural que revive la esencia de las tradiciones agrícolas y pecuarias, para cultivar el plátano, la yuca, la cebolla, el tomate, la piña, además de trabajar en la crianza de gallinas y peces.
Su punto de labores se ubica en el kilómetro 22 de la vía que comunica al casco urbano de Puerto Leguízamo con el corregimiento La Tagua. Desde allí obtienen el sustento propio, al igual que contribuyen al abastecimiento de la plaza de mercado del municipio.
Trabajo comunitario
Arraigados al calendario ecológico que indica los tiempos naturales de siembra y cosecha, las familias que componen Agroleguízamo se reúnen periódicamente para proyectar sus cultivos de acuerdo a las necesidades del mercado local. Esta es una labor que adelantan religiosamente desde hace cuatro años, cuando por las necesidades ante la falta de empleo y las cicatrices dejadas por la violencia, decidieron ocupar un predio local y empezar a sembrar los productos tradicionales de la región.
“Agroleguízamo nos ofrece a todos una nueva oportunidad para trabajar en comunidad y una nueva oportunidad luego de la violencia. Para nosotros como campesinos, nuestra alegría es sembrar y sacar los productos para el beneficio de los habitantes del casco urbano. Lo que más vendemos es el plátano y la yuca, es lo que más deja ganancias a nuestras familias”, explica Jorge Alexander Velásquez, presidente de la Asociación.
Aporte a la transformación
Leguízamo es un municipio que registra más de 7 mil víctimas a causa del conflicto armado, pero esto no fue obstáculo para que los integrantes de este proyecto dejaran atrás el dolor de la guerra, decidieran unificar sus conocimientos ancestrales y sus sueños, para empezar a aportar a la transformación del sector rural.
Claudia Milena Cortez, una mujer emprendedora y miembro de Agroleguízamo, asegura que esta iniciativa debe convertirse en la principal despensa del municipio.
“El campo sí da, hay que saberlo trabajar y enseñarles a nuestros hijos a trabajar el campo sin hacerle daño a los demás. Hay que mirar más allá, dejarles buenas enseñanzas y mostrarles que la agricultura sí da ingresos”, asegura.
Así, como una gran familia, con dificultades y necesidades en común, están construyendo un nuevo camino y han encontrado en la agricultura un vehículo para avanzar y progresar al lado de sus familias.
Hoy, el campo, ese escenario que llena de grandes motivos a estas 48 familias de Leguízamo, es la base de la economía de muchos hogares que subsisten de cultivar los productos que llegan a la mesa de los hogares del municipio.
“Tenemos grandes expectativas con nuestras parcelas, esperamos plantar aquí todos los productos que necesita la región para no tener que traerlos de otros departamentos. Aquí está todo lo que necesitamos para vivir”, puntualiza Claudia Milena.