Jóvenes comprometidos con el campo, tres iniciativas en pro del desarrollo sostenible
En diversas regiones del país, los jóvenes han asumido el reto de proteger el futuro - y presente- del planeta convencidos de que la manera de hacerlo es participando activamente.
Ángela Lorena Tejada Gutiérrez es una joven promotora campesina, de 23 años, que desde las Sabanas del Yarí - entre los municipios de La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá)- trabaja con otros jóvenes de la región en la implementación del Acuerdo Intergeneracional por la convivencia con el jaguar, una iniciativa que busca contribuir a la conservación y restauración de este punto estratégico de la selva amazónica colombiana, a través de procesos de monitoreo y desarrollos sostenibles transformando el conflicto entre los sistemas productivos y el jaguar, una especie clave en la conservación de este ecosistema.
“Trabajamos con los niños, niñas, jóvenes y algunos adultos en organizaciones sociales del territorio enseñando a las comunidades cómo convivir con el jaguar, entendiendo que somos nosotros los seres humanos los que hemos invadido su territorio, y que si cambiamos nuestra mentalidad para dejar de verlo como enemigo, reconociendo la importancia que tiene como especie sombrilla que regula y ayuda a mantener el equilibrio del ecosistema podremos desarrollar estrategias que nos permitan reconciliarnos con la naturaleza y llevar a cabo procesos productivos sostenibles”, comenta Ángela.
Bajo esta premisa, los grupos de niños y jóvenes de la zona han venido gestionando el corredor del jaguar (hábitat natural del animal) a través de diversos programas como: los modelos de cercas para proteger a los otros animales más indefensos; las promotorías campesinas, con las cuales se capacita a los participantes en torno al manejo del territorio y el reconocimiento de las riquezas naturales; las escuelas campesinas que favorecen el intercambio de saberes; y la adecuación de potreros, entre otros.
“También realizamos un plan de desarrollo en fincas piloto que llamamos fincas ejemplo las que se adecúan de tal manera de que el felino no haga daño. Hacemos un diseño predial de cómo se debe organizar el predio para garantizar las condiciones adecuadas del terreno y la protección de animales vulnerables como vacas y terneros. Con la promotoría manejamos un equipo de respuesta en los casos en que haya un accidente de un ataque del jaguar. Adicionalmente, hacemos trabajos de restauración de los bosques, recuperación de semillas y de árboles nativos, y el aprovechamiento de recursos”, explica la joven promotora.
De esta manera, la comunidad ha ido reconociendo que la naturaleza y los animales son actores primordiales del territorio con los que se interactúa, que todos hacen parte del ecosistema, que es necesario cambiar los métodos de producción tradicionales, que el cuidado del medio ambiente es de vital importancia para la región y para el planeta, que existen alternativas al uso y manejo de los suelos de forma tal que no se siga incrementando la afectación ambiental, que el jaguar no representa una amenaza para la economía, y que es primordial protegerlo al ser una especie en vía de extinción.
“Lo que queremos es que los jóvenes y la comunidad nos enamoremos de estos territorios, reconozcamos su valor e importancia y seamos la voz frente al cuidado, protección y conservación del medio ambiente”, apunta Ángela.
La iniciativa de conservación del jaguar que promueven y lideran jóvenes del Yarí, junto con sus organizaciones campesinas, es dinamizada por el proyecto Amazonía Sostenible para la Paz, financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, y ejecutado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la institucionalidad ambiental de la región.
¡Mucho Chocomor!
Desde el 2021, un grupo de adolescentes de Tumaco, en Nariño, viene trabajando de la mano con Unicef, el Fondo de Naciones Unidas para la infancia, en ‘Chocomor’, una iniciativa con la cual jóvenes de la zona le apuestan a la producción de chocolate a través de la siembra y desarrollo del proceso productivo del cacao en diferentes presentaciones con la meta que se sea consumido también en su región.
Según cuenta Unicef, “cada 15 días, los miércoles en las tardes, en una vereda de la zona rural de Nariño, 24 jóvenes liderados por Laura, la presidenta de “Chocomor”, producen chocolate. Van en grupo con sus herramientas hasta el cultivo formado con árboles que ellos y ellas sembraron. Cuentan con dos especies distintas de cacao, que luego secan, tuestan y muelen para obtener un polvo de notas dulces que tiene un inconfundible y penetrante olor a chocolate”.
El motor del proyecto, dicen, es tener una gran empresa que les permita apoyarse mutuamente y empoderar a niñas y niños de su comunidad para que tengan oportunidades en la construcción de proyectos de vida alejados de la violencia, así como compartir espacios que les ayuden a fortalecer sus capacidades como el manejo de emociones, el liderazgo, la resolución de conflictos y la construcción de paz.
Según manifestó la presidenta de la iniciativa a UNICEF, con ‘Chocomor’, el sueño de su proyecto es ampliarlo y trabajar con más niñas y niños en veredas aledañas, en el departamento y el país, “porque es cacao que transforma vidas”. Así mismo, construir entornos protectores, en donde se fortalezca a la comunidad por medio de actividades como la producción de chocolate, con productos que se encuentran en sus entornos, de forma tal que todos tengan oportunidades y alcancen su pleno potencial.
Mango que te quiero mango
El mango es uno de los productos de mayor importancia económica para la región Caribe, y en particular para el departamento del Cesar donde en 16 de sus 25 municipios se cultiva. Sin embargo, su producción se ve afectada por el hongo Colletotrichum gloeosporioides el cual ataca flores y frutos, incluso frutos después de cosechados, fase en la cual puede causar pérdidas por encima del 50 % en los centros de acopio y mercadeo.
Ante esta problemática, un grupo de estudiantes de Ingeniería Biológica y Biología de la Universidad Nacional de Colombia, sede de La Paz (Cesar), se dieron a la tarea de trabajar en el desarrollo de un producto que ayude a controlar la acción del peligroso patógeno.
Así las estudiantes Kelys Dayana Núñez Ternera, Estefany Julieth Oliveros Caballero y Vanessa Carolina Martínez Guzmán están evaluando plantas como el eucalipto, la limonaria, el tomillo y el azahar de la India, las cuales poseen un alto potencial antimicótico, para crear una emulsión que permita frenar la acción letal de este hongo.
Según señala la Agencia de Noticias de la UNAL, “si la combinación de los aceites esenciales de estas especies resulta positiva, se obtendría un producto de origen biológico o bioinsumo que se podría convertir en un apetecido aliado de los cultivadores de mango en el país, pero sobre todo en Cesar, cuyo dolor de cabeza es mantener a raya la acción letal del hongo causante de la antracnosis, responsable de las manchas negras que aparecen en los frutos y afecta su comercialización”.
Y aunque el proyecto se encuentra en la etapa inicial de extracción del aceite e identificación del patógeno, la idea es beneficiar a 50 productores de comunidades afrodescendientes, campesinas y víctimas de la violencia por desplazamiento de los municipios de El Copey y Curumaní, en Cesar, quienes en la actualidad sufren pérdidas económicas superiores al 40 % por culpa de la antracnosis.
Entre los principales objetivos de la iniciativa está que los productores se apropien a futuro de tecnologías y conocimientos en buenas prácticas agrícolas y de manejo poscosecha del mango; en el manejo alternativo de enfermedades causadas por hongos en cultivos frutales; en la obtención de aceites esenciales, y en la elaboración de formulaciones de bioinsumos a partir de especies vegetales que crecen en sus mismas fincas, que sean de bajo costo, amigables con el medioambiente y ayuden a disminuir el uso de productos químicos.