El reto de desminar para sembrar paz
En Colombia el uso de las minas antipersonal es un flagelo que viola los derechos a la libertad, la vida, la libre circulación y la seguridad de las comunidades.
Entre 1990 y 2022 las minas antipersonal afectaron a 12.170 personas. El 59% de las víctimas fueron integrantes de la fuerza pública y el 41% restante correspondió a población civil, según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
En lo que va corrido del año 2023, el número de accidentes por estos artefactos explosivos se eleva a 19, resultando afectados una mujer y dos menores de edad, además de siete miembros de la fuerza pública. Siendo los departamentos de Chocó, Putumayo, Nariño y Bolívar los más impactados por esta situación.
Sumando a las graves afectaciones al estado de salud, de acuerdo con Alejandra Cifuentes, ingeniera ambiental, citada por la Fundación Paz y Reconciliación, las Minas Antipersonal (MAP) y las municiones sin Explotar (MUSE) deterioran significativamente los suelos, causando contaminación química, disminución de disponibilidad de nutrientes, actividad microbiana y capacidad para almacenar recurso hídrico.
Si bien, tras la firma del Acuerdo de Paz, en la Habana, son menos los casos de afectaciones por minas antipersonal, la preocupación no disminuye. Según el jefe del Servicio de la ONU en Colombia contra las Minas Antipersona (Unmas), Pablo Parra, en diálogo con Infobae, actualmente no se sabe cuántos artefactos hay instalados, ni en qué lugares específicos se encuentran.
Dos años después, en 2021, el Ejército denunció que disidencias de las Farc-Ep, en un nuevo modus operandi, venía instalando minas antipersonales en árboles, camufladas entre las ramas y la maleza a una altura entre 1,60 y 1,70 metros.
De manera reciente Mariany Monroy, directora del programa de Acción Integral Contra Minas Antipersonal (Aicma), adscrito a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, denunció que grupos ilegales como las disidencias de las Farc-Ep, el Eln y el Clan del Golfo continúan sembrando minas antipersonales, como una estrategia para proteger zonas de economías ilegales, principalmente narcotráfico.
Actualmente, la Brigada de Ingenieros de Desminado Humanitario de Colombia está conformada por siete Batallones de Ingenieros de Desminado Humanitario que están desplegados a lo largo y ancho del país. Está integrada por soldados profesionales formados en curso básico de desminado, socorristas, supervisores de desminado y liderazgo de Desminado Humanitario certificado por la Organización de Estados Americanos, OEA.
También se destaca la iniciativa Humanicemos DH, una organización conformada por más de cien firmantes de paz de las extintas FARC-EP dedicada al desminado humanitario y con incidencia en el departamento del Caquetá. Proceso financiado por el Fondo Europeo para la Paz y con apoyo logístico del Servicio de Acción contra Minas de las Naciones Unidas (UNMAS).
Según la directora del Aicma, el desminado humanitario ha logrado el despeje de 12 millones de metros cuadrados y la destrucción de cerca de 2.600 artefactos explosivos.
El gobierno de en cabeza del presidente Gustavo Petro espera entregar 18 zonas sin artefactos, correspondiente a 14 municipios completos y se trabaja en la inclusión de 11 nuevas poblaciones más.
La cúrcuma como bálsamo para emprender
A las afueras de Florencia, Caquetá, en medio del trinar de las aves y la brisa fresca de los árboles, vive doña Luz Aidé Estrada junto a su familia. Una mujer emprendedora que ha visto a los ojos la crueldad de las minas antipersonal.
Su único hijo pisó uno de estos artefactos mientras se desempeñaba como soldado profesional, el impacto le provocó la amputación de uno de sus pies. Un dolor que como madre no deja de hacerle brillar los ojos.
Hoy, pegada a su creencia cristiana y la fe en las personas que la han ayudado a salir adelante, se regocija del impresionante paisaje que, con tranquilidad, divisa desde la cúspide de la empinada montaña, un territorio que da significado a su vida desde su niñez.
“Esta finca ha sido catalogada como un Amazonas chiquita por expertos en agroturismo. Porque aquí se encuentra toda clase de flora y fauna. Además, aquí tiene lugar la historia del último Andaquí, en honor a esa historia hemos creado la escultura de la mano, como mirador”, explica Luz Aidé Estrada, directora de la Fundación Frutos de mi Tierra.
Pero, en algún tiempo la serenidad que inspira el lugar resultó amenazada. La guerra entró por sus riachuelos y se internó en la tierra en forma de minas antipersonal. Fueron tiempos oscuros que actualmente ven la luz a raíz de la labor del proceso de desminado humanitario que realiza el Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario No.1, con presencia en los municipios de Florencia, El Paujil, Puerto Rico, San José de Fragua, El Doncello y Belén de Los Andaquíes (Caquetá). Luego de su proceso en San Vicente del Caguán en 2017 esperan luz verde para retornar.
Actualmente esta brigada ha declarado libres de sospecha de minas antipersonal 1.110.544 metros cuadrados, correspondiente a los municipios de Valparaíso, Belén de los Andaquíes y El Doncello. Logrando la destrucción de 198 minas antipersonal, 64 municiones usadas sin explosionar y 13 artefactos explosivos improvisados.
Según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, entre 1990 y 2022, los departamentos con mayor número de víctimas por MAP y MUSE son: Antioquia (2.645), Meta (1.152), Nariño (1.081), Norte de Santander (969) y Caquetá (946).
En 493 municipios de los 32 departamentos del país se han registrado casos. Registrando mayor número de víctimas: Tumaco (Nariño) con 376 víctimas, Vistahermosa (Meta) con 372 víctimas, Tame (Arauca) con 350 víctimas, Tarazá (Antioquia) con 275 y San Vicente del Caguán (Caquetá) con 272 víctimas.
“Ha sido muy importante trabajar de la mano de Desminado Humanitario número uno acá en Florencia, gracias a Dios nos sentimos tranquilos y nos llena de satisfacción generar seguridad a las personas que nos visitan”, puntualiza Luz Aidé Estrada.
La tranquilidad, también, le ha dado vida a la organización campesina Frutos de mi Tierra, una iniciativa que nace de la necesidad de alternativas al productor regional y con el interés de mostrar al país que en el departamento del Caquetá a pesar del dolor el oro es verde, el oro es cúrcuma.
“Actualmente, adicional a los trabajos de desminado humanitario, también apoyamos la parte de proyectos productivos, tenemos el proyecto productivo de la cúrcuma, manejamos un proyecto de la ruta del queso. Estos proyectos tienen el plus de que los realizan en tierras libre de sospecha de contaminación de artefactos explosivos, allí ya trabajamos y entregamos estas tierras a la comunidad para que las vuelvan a la productividad y reactiven su economía”, afirma el Mayor Harold Ortiz Aguirre, ejecutivo y segundo comandante de ingenieros de Desminado Humanitario número 1.
El cultivo de la cúrcuma (tubérculo originario de la India Oriental), es un proyecto innovador tipo exportación que enorgullece a la líder agraria Luz Aidé Estrada. Los beneficios ancestrales para la salud de este producto, concentran el trabajo de la Fundación Frutos de mi Tierra en el proceso de industrialización ofreciendo al mercado extractos y productos como shampoo, bloqueador y cremas para peinar, además de la línea para animales.
“En este momento nosotros estamos en una fase del proyecto con el apoyo de entidades como la Universidad de la Amazonía, Corpoamazonia, el ICA y la Universidad Javeriana con quien estamos trabajando en la idea del Laboratorio de Investigación Amazónica sobre la cúrcuma”, cuenta Estrada, al tiempo que envía un mensaje de fortaleza a emprendedores y víctimas del conflicto colombiano: “No dejen de soñar”.
Vivir en paz la escuela rural
Desde hace dos años, Jenny Gutiérrez vive la ardua labor de ser una de las profes que enseñan en el campo colombiano. Su historia es su propio sueño. En otros tiempos estuvo en un pupitre frente al viejo tablero de tiza que hoy ha sido reemplazado por uno de acrílico y en el cual hoy fluye su prosa de maestra.
En la sede Andaquí de la Institución Educativa Alto Sarabando, vereda La Reforma del municipio de Belén de los Andaquíes, Caquetá, los niños son alegres y espontáneos. Allí, rodeados de un prado verde biche y un humedal a la vista, actualmente desarrollan el proyecto educativo ‘Conociendo la flora de nuestro entorno’, que incluye siembra de árboles frutales.
La escuela también es el lugar donde junto a ´Nata desmina´, ´Rodolfo´ y ´María Jesús´ aprenden a reconocer el entorno y actuar de manera correcta en caso de encontrar una mina antipersonal, municiones sin explosionar o trampas explosivas.
Se trata de una actividad pedagógica que desarrolla el Batallón de Ingenieros y Desminado Humanitario número uno con las comunidades. Según el Mayor Harold Ortiz Aguirre, es una labor educativa esencial que se extiende a la adecuación y embellecimiento de espacios para el aprendizaje.
“La educación de los niños se mide en tres grandes pasos: la amenaza, las vulnerabilidades y las capacidades. La amenaza consiste en explicarles qué son las minas antipersonales, cómo son, qué hacen; posteriormente vienen las vulnerabilidades, dónde pueden estar ubicadas, zonas y pistas que indican la presencia de estos artefactos explosivos”, explica el cabo primero Antonio Ruíz Vargas, Promotor en Educación en Riesgo de Minas de la Brigada de Desminado Humanitario.
“Finalmente están las capacidades, lo que queremos dejar implantado: qué hacer si encuentran una mina antipersonal, qué es un camino o zona segura, qué hacer si encuentran una persona que ha sido víctima y qué hacer para cuidar de ellos y de los demás”, agregó el cabo primero.
Son tiempos de esperanza, de juegos en el prado y tranquilidad. Y mientras los niños se suman a la sembratón de los árboles frutales, la profe Jenny Gutiérrez reflexiona sobre su niñez, sobre los consejos de sus padres de evitar caminos alternos y no recoger objetos extraños.
Granadillas por minas en Gaitania, Tolima
El sur del Tolima fue una de las áreas más afectadas en este departamento por el conflicto armado. Su historia remonta a la década de los 60, cuando en Marquetalia, a pocos kilómetros de Planadas, se empezaron a fortalecer los primeros grupos guerrilleros.
Hoy después de más de 50 años y gracias a los Acuerdos de Paz, firmado en la Habana, Cuba, en el año 2016, sus habitantes gozan de más tranquilidad y con el acompañamiento de las instituciones para construir tejido social.
Es la apuesta también de quienes hicieron dejación de armas y se comprometieron ante el país a entregar sus aportes en ese sentido. Hoy, estos cambios que se viven han permitido generar confianza entre la población y la institucionalidad para desarrollar procesos como el de desminado.
Trabajo que ha sido incesante desde la firma de los acuerdos, en donde han participado, víctimas, personas en proceso de reincorporación y campesinos. El teniente coronel, Iván Camilo Corredor Cárdenas, comandante del batallón de desminado N-2 con sede en Chaparral, Tolima, aseguró que desde el 2017 cuando se inicia con las labores de desminado a la fecha, 20 de los 24 municipios asignados en este departamento se encuentra libre de sospecha de minas. Chaparral, Rioblanco, Planadas y Roncesvalles, aún mantienen sus labores con la idea de entregar este último como territorio libre de minas antipersonal para que campesinos puedan sacar adelante diferentes proyectos productivos.
“Tenemos intervenido un total de 1.688.561 metros cuadrados despejados, de los cuales, en esa cantidad de metros, hemos encontrado 84 artefactos explosivos y desde el año de enero de este año a la fecha, ya llevamos una intervención de 53.386 metros cuadrados liberados en el departamento del Tolima”, explicó el coronel.
Además, dijo que según la oficina del Alto Comisionado de Paz se presentaron 539 víctimas de las cuales, 456 son militares y 83 son personal civil. Cabe señalar que gracias del retorno al territorio de muchas familias de desplazadas durante el conflicto, hoy se está creando un nuevo registro donde se podría encontrar nuevas áreas con minas antipersonal para futuras búsquedas.
Al tiempo que se despeja el territorio de minas y se le va entregando a los campesinos sus fincas ya liberadas, estos han aprovechado para plantar nuevos cultivos. Por ejemplo, en la Vereda Peña Rica, del corregimiento de Gaitania, Municipio Planadas Tolima, 18 familias cultivan granadilla, tipo exportación en un área libre de sospecha de minas antipersonal, gracias a la labor del batallón de desminado humanitario N·2, con sede en Chaparral.
Una de ellas es Alirio Ramos Méndez, quien se ha caracterizado por ser un referente en este cultivo que tiene unas características muy particulares a 2600 metros sobre el nivel del mar. Don Alirio aprovechó más 26.337 metros cuadrados para cultivar no solo granadilla, sino sueños e ilusiones sin ningún tipo de artefacto que le pudiera generar algún peligro.
“Con el proceso de Paz y desminado cambió mucho porque nosotros podemos transitar libremente sin el temor de no ir a caer a un campo minado. podemos cercar a los animales, cultivar y realizar otras labores que antes no podíamos. Y sobre todo que estamos generando empleo y produciendo comida en área que se encontraba olvidada”, dijo Alirio Ramos.
Hoy tiene un cultivo de unas 11 hectáreas que le genera más de 800 cajas de granadilla mensual, de las cuales unas 200 son tipo exportación y emprenden su viaje a Europa y Sudamérica. Don Alirio se ha convertido en un referente importante para la región, sus amigos y vecinos que se convencen de las nuevas oportunidades que trae consigo la Paz.