En el año 2018, en el municipio de Tame, departamento de Arauca, surgió un proyecto de apicultura apoyado por el Ministerio de Agricultura, en el que beneficiaba a la población víctima del conflicto armado contando con la participación de 75 personas.
Cinco años más tarde este proyecto se ha convertido en una fuente de ingresos para el sustento de vida de las familias víctimas de la violencia en esta parte del país.
Maritza Jiménez es una mujer víctima, quien inició con seis colmenas de abejas en este proyecto productivo del apiario y en la actualidad ya cuenta con 18 colmenas.
Lee también: ¡Hoy es el Día del Perro sin Raza! Una fecha que busca fomentar la adopción
'Ángeles de Miel' fue el Nombre que adoptó para esta iniciativa porque allí, en un terreno de 200 metros cuadrados, ha encontrado un espacio de fortaleza emocional.
“Trabajar con estas abejas ha sido una terapia para afrontar esta situación de dolor después de que perdiera a mi esposo y vivienda”, dijo.
Se convirtió en una mujer resiliente, que trabaja por la reconstrucción del tejido social en el territorio.
Maritza afirma que al inicio el temor por las abejas era grande, pero la necesidad de sacar sus dos hijos adelante, uno de once meses de nacido y otro de ocho años de edad, la convirtieron en una mujer capaz de afrontar los retos que se le presentarían en el camino.
“Cuido de las abejas porque las considero que son insectos muy importantes para la polinización y la riqueza de la producción de cultivos en una región (…) los campesinos me conocen y cuando aparecen enjambres en sus fincas me llaman y de una vez acudo con mis implementos de trabajo para poder rescatarlas y colocar en un sitio adecuado para su desarrollo, producción y seguridad”, contó.
Afirma que de 18 colmenas de abejas saca una producción de 250 a 300 litros de miel que son distribuidos en el departamento del Meta y en la región Araucana, producción que se cosecha dos veces en el año, todo depende del sitio del apiario.
Su aspiración es contar con un terreno propio donde pueda reforestar y al mismo tiempo crecer en su proyecto con 50 a 60 colmenas.
Por medio de esta iniciativa, ha incluido su núcleo familiar apostándole al relevo generacional, dejando como legado a sus hijos la importancia del cuidado con el medio ambiente y dando a conocer que las abejas hacen parte de la biodiversidad y que contribuyen a la reproducción de muchos cultivos; fundamentales en la supervivencia del ser humano.