Nicolás Sánchez nació campesino, como su personaje, y aunque ya no hace jornales y tiene el acento neutro como quien en la ciudad vive, se considera “un campesino que cambió el azadón por una cámara”.
El que no ha podido ni ha querido cambiar el acento, y ha permanecido rústico y rural, es el “Chocatón Jullero”, el personaje caracterizado por Sánchez, que se ha convertido en uno de los influenciadores más singulares de la provincia santandereana y en una experiencia digital de “humor campesino para los campesinos”.
Cámara y personaje con la que ha dado forma a las historias de su pueblo, Villanueva, un municipio más bien desconocido, de esos que solo suelen ser muy importantes en épocas de elecciones, ubicado al sur de Santander.
La plata escasea para el campesino por más que trabaje, la cosecha que compra el intermediario al precio de su abusivo criterio, el político promesero, el orgullo de ser provinciano, la presunta frivolidad del reggaetón, y en general, la realidad que se ve desde allí, moldean ya 61 videos de su canal de YouTube, y más en Facebook, memes y hasta steakers.
Como El Chocatón Jullero publicó su primer video en el 2014, y el resultado fue sorpresivo y alegre, “al día siguiente ya tenía 7 mil reproducciones, en la noche 30 mil, y ya puede ir como en 3 millones”, comenta mientras hace cálculos en medio de risas. Risas que nunca faltan en cada pieza, pero que no son el único sentido de la experiencia.
“El Chocatón Jullero es un campesino común y corriente, lo único diferente es que tiene redes sociales y ahí cuenta las cosas que le pasan”, explica y saca su lado más serio para explicar que su trabajo con el personaje “no es el de cuentachistes, lo que hago es contar historias”.
Y es que la risa puede ser el resultado inevitable de la sátira y la ironía, como al escuchar la alocución de Joe Biden al pueblo de Villanueva, en la que el presidente de Estados Unidos reconoce la mala situación de los cultivadores de tabaco y asegura sobre Colombia: “no puedo creer que estén importando hasta la mismísima papa ¡Tortolo!”, durante un doblaje de parodia, traducción simultánea del Jullero.
Reconocerse en el orgullo de ser del campo, de hablar campesino, de habitar esa especie de periferia que es la provincia y valorarse como igual en esa diferencia, porque en el fondo no es mejor ser citadino que provinciano, es, en cuentas parciales, la ganancia por ‘los jornales’ del Chocatón.
“¿Para qué ha servido el Chocatón Jullero? Ha servido para reforzar la identidad del campesino de Villanueva y a los jóvenes de acá para reconocer el valor de los oficios del campo, motivo de orgullo por cómo se habla, cómo se come en el campo. En general ha servido para reforzar el sentimiento de identidad de ser un campesino de Villanueva”, comentó.