Javier Rúa, el astrónomo que llegó a La Tatacoa tras la pista de un cometa
Dedicado hoy a la divulgación científica, el astrónomo se instaló en el Huila hace 25 años porque buscaba cielos claros para observar el paso del cometa Hale-Bopp.
Cuando llegó al desierto de La Tatacoa por primera vez, Javier Fernando Rúa Restrepo se sorprendió con los paisajes de rocas rojas y grises en esta zona del norte del Huila. Como buen aficionado a la astronomía, había llegado al desierto a comienzos de 1997 en su búsqueda de cielos oscuros para observar el cometa Hale-Bopp.
No pasó mucho tiempo antes de que, tras un par de idas y vueltas al Valle del Cauca, donde residía, decidiera quedarse en el Huila. Hoy, 25 años después, Rúa Restrepo es un referente de la divulgación científica y de la astronomía en este territorio, con una historia tan llamativa como su interés por los fenómenos celestes.
Rúa Restrepo es antioqueño de nacimiento. Luego se trasladó con su familia al Valle, donde aumentó su gusto por la lectura y, en especial, de textos de divulgación científica y de astronomía, que su padre leía de manera permanente.
“Mi padre fue un gran lector”, recuerda con orgullo. Y agrega: “En casa abundaban libros de Isaac Asimov, de Carl Sagan y de otros grandes divulgadores y científicos. Me entusiasmó ver a mi papá leyendo todos los días tras llegar de trabajar”. Uno de esos textos fue la gran recopilación científica de Sagan, ‘Cosmos’.
Con estos conocimientos, comenzó a aproximarse a grupos de astronomía, como Antares y la Asociación de Astrónomos Aficionados de Cali y, por supuesto, la Escuela de Astronomía en la misma ciudad. Tuvo luego cercanía con especialistas del Observatorio Astronómico Nacional -para entonces ya estaba en el Huila-, quienes le apoyaron en su propósito de iniciar una carrera como docente.
“Doy la asignatura de astronomía desde hace más de doce años para dos programas -ciencias naturales y ciencias exactas- de la Universidad Surcolombiana” (la universidad pública más importante del Huila), subraya Rúa Restrepo.
Y en pleno corazón del desierto dirige el observatorio Astrosur, a través del cual acerca a niños y adultos a la ciencia astronómica, a la belleza del universo y a los fenómenos que pueden conocerse y disfrutarse en La Tatacoa, gracias a sus cielos oscuros, alejados de fuentes humanas de contaminación lumínica. Javier es gran defensor de esos cielos, a los cuales llegó buscando un cometa -un cuerpo celeste compuesto de roca, hielo y polvo que, al aproximarse al Sol, genera una “cola”-.
“No solo pude ver el cometa en los grandes cielos del desierto, sino que encontré unos paisajes y una gente extraordinarios, y un gran departamento”, recuerda. Pero advierte que es fundamental proteger el desierto y la posibilidad de observar los fenómenos astronómicos, que obtuvieron un reconocimiento internacional de la Fundación Starlight, único en Colombia.
“Si se acaba la posibilidad de observar el cielo por la contaminación de luces artificiales, la certificación puede perderse”, anotó.
Por ello, invitó a visitar La Tatacoa, cuya vecindad con Neiva facilita el recorrido que, según explica, “sea de al menos dos noches para que puedan aproximarse al conocimiento del universo”.